México reivindica su margen diplomático frente a Washington y sostiene cooperación con Cuba
Durante su conferencia matutina, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo delineó con precisión el alcance de la política exterior mexicana al responder a la solicitud del gobierno de Donald Trump para reconsiderar el respaldo a Cuba, particularmente en el envío de petróleo y la contratación de personal médico. Lejos de plantearlo como un diferendo coyuntural, la mandataria encuadró el tema en una tradición diplomática de largo aliento que, subrayó, no admite subordinaciones.
Sheinbaum explicó que la relación de México con Cuba se sustenta en criterios humanitarios y de cooperación para el desarrollo, y no en alineamientos ideológicos o presiones externas. Recordó que, desde 1959, México ha mantenido una postura diferenciada respecto a Washington, siendo el único país que votó contra el bloqueo en la Organización de Estados Americanos (OEA), una decisión que ha trascendido gobiernos y colores partidistas.
La presidenta enfatizó que el apoyo a la isla —tanto en materia energética como en salud— responde a necesidades concretas de la población cubana y a esquemas de colaboración bilateral que benefician a ambas naciones. “Los pueblos no deben pagar el costo de bloqueos unilaterales”, reiteró, al tiempo que defendió el derecho de México a decidir su política exterior con base en sus principios constitucionales de no intervención y autodeterminación.
México reivindica su margen diplomático frente a Washington y sostiene cooperación con Cuba
En el plano diplomático, Sheinbaum fue enfática al descartar que esta postura implique un deterioro en la relación con Estados Unidos. Por el contrario, afirmó que la claridad y la franqueza fortalecen el vínculo bilateral, al establecer límites precisos y demostrar la capacidad del Estado mexicano para sostener relaciones maduras, incluso cuando existen desacuerdos de fondo.
Analistas ven en este posicionamiento un mensaje doble: hacia el exterior, México reafirma su papel como actor autónomo en América Latina; hacia el interior, el gobierno de la Cuarta Transformación consolida una narrativa de soberanía que conecta con su base social y con la tradición histórica de la diplomacia mexicana.
Con esta definición, la administración de Claudia Sheinbaum no solo ratifica la continuidad de una política exterior independiente, sino que coloca a México como un referente regional en la defensa de la cooperación humanitaria y el respeto entre naciones, en un contexto internacional marcado por tensiones geopolíticas y presiones económicas.
