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Acuerdo hídrico frena tensiones bilaterales y abre ruta técnica para cumplir Tratado de 1944

Acuerdo hídrico frena tensiones bilaterales y abre ruta técnica para cumplir Tratado de 1944

La liberación gradual de agua evita sanciones comerciales y coloca la sequía extraordinaria en el centro de la negociación entre ambos países.

La relación bilateral entre México y Estados Unidos atravesó esta semana uno de sus momentos más delicados en materia hídrica, luego de que el presidente estadounidense Donald Trump acusara a México de incumplir el Tratado de Aguas de 1944 y amagó con imponer un arancel de 5 por ciento a productos mexicanos. Sin embargo, el conflicto entró en una fase de contención tras el entendimiento alcanzado por ambos gobiernos para manejar el déficit de agua en la cuenca del Río Bravo.

El acuerdo establece que México liberará 249.163 millones de metros cúbicos de agua a favor de Estados Unidos, con entregas previstas a partir de la semana del 15 de diciembre, mientras continúan las negociaciones técnicas para atender el déficit acumulado del ciclo anterior, que concluyó en octubre de 2025. Ambas naciones se fijaron como plazo máximo el 31 de enero de 2026 para definir un plan definitivo.

El volumen pactado supera ligeramente los 246 millones de metros cúbicos cuya entrega inmediata exigió Trump, aunque está lejos de los más de 986 millones de metros cúbicos que, según el mandatario estadounidense, México adeuda en total. La diferencia numérica refleja no solo la complejidad del cálculo hidrológico, sino también las distintas interpretaciones políticas del tratado.

El Tratado de Aguas de 1944 establece compromisos recíprocos: Estados Unidos debe cumplir anualmente con sus entregas, mientras que México puede hacerlo en ciclos de cinco años, lo que permite cierto margen ante variaciones climáticas extremas. En este contexto, el último quinquenio estuvo marcado por una sequía severa que impactó de manera simultánea a comunidades agrícolas y urbanas de ambos lados de la frontera.

Tras días de presión política y mediática, los gobiernos difundieron un comunicado conjunto en el que reconocieron haber alcanzado “un entendimiento sobre la gestión del agua para el ciclo actual y el déficit del ciclo anterior”, subrayando la “importancia crítica” del tratado y su impacto directo en la población de ambos países. También coincidieron en la necesidad de fortalecer la cooperación para una gestión más oportuna y eficiente del recurso.

Acuerdo hídrico frena tensiones bilaterales y abre ruta técnica para cumplir Tratado de 1944

Desde México, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo sostuvo que su gobierno mantiene el compromiso de cumplir los acuerdos internacionales, pero dejó claro que la prioridad absoluta es garantizar el abasto de agua para la población y la producción nacional, en un escenario de estrés hídrico sin precedentes.

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En un posicionamiento adicional firmado únicamente por México, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) rechazó que exista una violación al tratado y atribuyó el retraso a una “sequía extraordinaria y sin precedentes”. La dependencia destacó que, aun en esas condiciones, el país ha realizado entregas adicionales dentro de los márgenes legales, técnicos y de infraestructura, sin comprometer el consumo humano ni la actividad agrícola en la frontera norte.

La cancillería enfatizó que las acciones emprendidas durante el último año se han basado en la disponibilidad real del recurso, y que las conversaciones recientes con Estados Unidos se han desarrollado de forma intensa y coordinada para construir una ruta técnica que permita atender el déficit pendiente con pleno respeto a los mecanismos binacionales y a la soberanía de cada nación.

Con este entendimiento, la crisis inmediata quedó en pausa y se evitó una escalada comercial, pero el episodio dejó al descubierto la creciente presión que el cambio climático ejerce sobre los acuerdos históricos. Más allá del cumplimiento puntual, el reto de fondo será adaptar la cooperación bilateral a una realidad de menor disponibilidad de agua, donde la diplomacia, la ciencia y la gestión eficiente del recurso serán determinantes para evitar nuevos conflictos.


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