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El príncipe saudí reaparece en Washington y redefine la estrategia de EE. UU. en Medio Oriente

El príncipe saudí reaparece en Washington y redefine la estrategia de EE. UU. en Medio Oriente

El príncipe saudí reaparece en Washington

Siete años después de haber quedado marginado de la vida diplomática en Estados Unidos por el asesinato del disidente Jamal Khashoggi, el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman volvió a Washington para recibir una bienvenida que marcó su retorno al centro de la estrategia de Donald Trump para reconfigurar el Medio Oriente.

Para muchos analistas, se trata de una de las recuperaciones geopolíticas más sorprendentes de los tiempos recientes. El líder de facto del reino más influyente del mundo árabe —a quien Joe Biden prometió tratar como “paria”— regresó a la capital estadounidense en posición de fuerza.

Avances militares y pausa diplomática

En su visita, MBS consiguió el compromiso de Trump para acceder a los cazas furtivos F-35, una línea roja para Israel durante años. A la vez, logró posponer cualquier presión para que Riad se una plenamente a los Acuerdos de Abraham o reconozca oficialmente al Estado de Israel.

El príncipe heredero insistió en que Arabia Saudita quiere incorporarse al marco regional, pero dejó claro que antes necesita garantías reales sobre un camino hacia la solución de dos Estados. Un mensaje pensado para incomodar al gobierno de Benjamín Netanyahu y para mostrar autonomía saudí.

Promesas económicas y mensajes calculados

En el Despacho Oval, MBS habló de más de un billón de dólares en inversiones y compras en Estados Unidos, una cifra que impresionó a la Casa Blanca aunque sin un calendario claro.

A cambio, busca acceso directo a los chips más avanzados fabricados por compañías estadounidenses, tecnología indispensable para construir los gigantescos centros de datos que sustentan su visión de convertir a Arabia Saudita en un actor global en inteligencia artificial.

Sin nombrarla, recordó que China está dispuesta a suplir cualquier tecnología que Washington se niegue a compartir. El mensaje no pasó inadvertido.

El factor China y la nueva influencia saudí

Expertos como Meghan O’Sullivan, del Centro Belfer de Harvard, señalan que el príncipe heredero ha hecho que Arabia Saudita sea más útil que nunca para los intereses de Estados Unidos, combinando una política petrolera favorable con una agresiva estrategia tecnológica.

A ello se suma su habilidad para usar la cercanía de Pekín como palanca: si Washington duda, China aparece como alternativa inmediata.

Temas pendientes: defensa y energía nuclear

Pese a los avances, no todo quedó resuelto.
El acuerdo nuclear civil que Arabia Saudita busca desde hace una década volvió a retrasarse. Todavía está sobre la mesa la pregunta más sensible: si se permitirá al reino enriquecer uranio en su territorio.
Tampoco se anunció un pacto de defensa formal. La Casa Blanca difundió solo una hoja informativa genérica, muy lejos de los compromisos de defensa mutua que Estados Unidos mantiene con Japón o Corea del Sur.

Integración tecnológica y señales simbólicas

Con el eventual acceso a los F-35 y a los chips más avanzados, Riad se acerca como nunca al ecosistema tecnológico estadounidense. Y para el príncipe heredero, estos acuerdos tienen un fuerte valor simbólico: muestran a Arabia Saudita como parte del eje occidental ampliado, una transformación profunda tras el trauma del 11 de septiembre.

Lecciones de un acercamiento lento

La estrategia de MBS comenzó a gestarse tras el asesinato de Khashoggi en 2018. Aunque Trump defendió públicamente a Arabia Saudita, el informe de la CIA lo responsabilizó directamente, haciendo inviable cualquier visita a EE. UU. durante años.

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La pandemia y el tiempo jugaron a su favor. La visita de Biden —y su famoso saludo de puño— reabrió lentamente el canal político. Cuando Trump inició su segundo mandato, el terreno ya estaba preparado.

Control de daños y una respuesta ensayada

Durante la conferencia de prensa, cuando una periodista mencionó el informe de la CIA, Trump restó importancia al caso y MBS respondió con una frase cuidadosamente estudiada: lamentó la muerte de Khashoggi y afirmó que su país ha reformado su sistema para evitar que algo así vuelva a suceder.

Incertidumbres y próximos pasos

Aun si fueron presentados como históricos, los acuerdos anunciados podrían tardar años en materializarse.

El Congreso deberá aprobar la venta de F-35 —con una larga lista de espera— y cualquier pacto nuclear también requerirá su visto bueno. En cambio, los proyectos de centros de datos y semiconductores podrían avanzar más rápido y servir como primer termómetro real del avance bilateral.

Una relación medida en gestos, no en tratados

En un ambiente en el que los valores democráticos quedaron fuera del discurso público, la visita terminó con una escena muy característica del estilo Trump: los asesores saudíes saliendo de la Casa Blanca con bolsas de obsequios grabadas con la firma dorada del presidente.

Un símbolo perfecto de una relación que, al menos por ahora, se mide más en gestos que en compromisos formales.


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