El engaño de la soberanía alimentaria
 
						 
			Treinta bloqueos carreteros dejaron a personas atrapadas hasta treinta horas, sin agua ni comida. Jalisco, Michoacán y Guanajuato concentran la desesperación de un campo que el gobierno federal aseguró que apoyaría y rescataría del abandono.
Durante su sexenio, el ex presidente López prometió fijar precios de garantía, respaldar a los productores, ofrecer empleo a los jóvenes, “serenar” Sinaloa y revisar la UNTA. Nada de eso ocurrió.
La administración actual, encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum, heredó la crisis. Los acuerdos anunciados de 6,900 pesos por tonelada de maíz benefician a 90 mil agricultores, apenas el 6 por ciento de la producción nacional. El resto del campo queda excluido. Se aseguró que sin maíz no hay país, pero los productores fueron ignorados.
Reclaman lo elemental: precio justo, respaldo real, infraestructura y condiciones dignas para trabajar la tierra y alimentar a México.
México importó maíz blanco en 2023. La soberanía alimentaria de este sexenio se convirtió en un discurso vacío. Los bloqueos, los camiones varados y las comunidades afectadas muestran que las palabras oficiales chocan con la realidad. Los apoyos anunciados no cubren las necesidades del campo y evidencian el abandono sistemático de quienes producen el alimento del país.
Los productores han perdido la paciencia. Su protesta no es capricho ni demagogia, es la reacción a décadas de olvido. Exigen cumplimiento de los compromisos, fijación de precios justos, atención a los jóvenes agricultores, revisión de la UNTA y apoyo integral al sector. Cada bloqueo es un aviso de que las medidas del gobierno fueron insuficientes y de que la indignación crecerá.
El campo mexicano atraviesa una crisis crítica. La promesa de “sembrar soberanía” se desplomó frente a la importación de maíz, la concentración de apoyos en unos pocos y la indiferencia hacia la mayoría de productores. Los bloqueos son el reflejo de un país que presume soberanía mientras su agricultura se desmorona. Las carreteras bloqueadas y las familias afectadas prueban que los discursos oficiales no alimentan ni protegen.
Este episodio refleja el desgobierno. La tragedia del campo no terminará con acuerdos parciales ni con promesas repetidas. Las protestas continuarán y se intensificarán. Los productores han advertido que las acciones serán más duras, incluyendo la toma de aduanas y otras medidas radicales para garantizar que sus demandas sean escuchadas. El campo mexicano exige respuestas inmediatas, porque la paciencia se agotó y la única certeza es que las protestas crecerán hasta obtener lo que les corresponde.
Treinta bloqueos reflejan el abandono de un país que depende del maíz y de sus productores. Las comunidades aisladas, los camiones varados y los acuerdos parciales muestran que la soberanía alimentaria es un engaño, y que el gobierno actual falló en proteger al sector más vital de México. Las protestas seguirán y se pondrán peor.
Tiempo al tiempo.
 
		
