La interpretación de los medios

Cuando un medio de información crítica a algún funcionario del gobierno, ya se considera, automáticamente, un corrupto, sino que además de lo expresado, el ciudadano toma en cuenta una variable adicional que da forma a lo informado, motivando una interpretación paralela.
La perspicacia de los integrantes activos del público, saben que esa crítica al funcionario se debe a que ante la presión del periodista o del medio por un convenio de publicidad, la venganza fue la nota en su contra.
Esta práctica es común en medios como Radio Fórmula, donde a invitación a los políticos a conocer sus instalaciones, la cordialidad de los anfitriones disminuye rápidamente, hasta quedar, al final del encuentro en un acto de extorsión. Y el laúd de ataques en sus espacios se intensifica.
Esto exige de una forma de informarse más compleja, más elaborada, el público debe estar alerta al momento de darse cuenta de lo que sucede a su alrededor, para poder acercarse a la realidad.
La verdad debe buscarse entre la información existente, no puede aceptarse la noticia tal cual se presenta porque esa parte de la comunicación ya ha sido desenmascarada. La realidad está dentro de la información, pero no es la información como tal sino lo que ésta oculto.
La verdad es un duende que salta en el bosque espeso de la desinformación. Es una aguja en el pajar de la infodemia.
Si se quiere estar informado con la verdad, es necesario un esfuerzo mayor cada día.
Se le creó adicción por una información nocturna, desde donde se intentó garantizar la credibilidad de una estrategia informativa manipulada, el horario era ideal porque una vez concluida la jornada diaria, la población es más porosa; es decir, es menos crítica, quiere relajarse, no desea cuestionar nada.
Los actuales protagonistas de la post verdad que alguna vez condujeron la agenda de la información, no engañan con sus mentiras a su competencia por la audiencia ni a sus contrincantes políticos, engañan a su público, que es lo más grave. Lo traicionan, les dan mentiras como verdades a cambio de su sintonía cotidiana.
Manipulan a quienes dan sustento a sus tarifas de publicidad, mienten a quienes les dan de comer, más muchos lujos adicionales.
Hay un ejemplo reciente del trabajo del Dóriga, al afirmar que el uniforme de la Selección Mexicana de Futbol, adoptó el color guinda, que identifica a Morena, y con un comentario pueril añadido: “por eso está salado”, como si la mediocridad del futbol mexicano, del que es fanático como muestra de su inmadurez, se debiera al color del uniforme.
La selección utilizó el guinda en 1930, 1950 y 1954. Es decir, la última vez que lo hizo fue hace 71 años.
México es aceptado en la competencia futbolística por el público que lleva a los estadios, en cualquier parte del mundo, no por la calidad de su juego ni por su estrategia, ni por sus colores.
El Dóriga engaña a su público, entre quienes se encuentran amigos, familiares, colegas, que creen en él, parte de un auditorio que disminuye considerablemente cada día. Es decir, engaña a los suyos, como muchos otros de su calaña, así que nadie puede exigirle veracidad en este juego sadomasoquista que implica seguir siendo su público
El desarrollo del periodismo actual difiere claramente del acontecer histórico real, a causa de intereses antipopulares.