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Periodistas impunes

Periodistas impunes

Mutis por la indefinición

Hay un gremio con delincuentes impunes a pesar de tener evidencias en su contra como para pasar muchos años en la cárcel pero tienen garantizada la impunidad, lo cual es una clara injusticia.

El ejemplo más reciente es la enajenación de la periodista Adela Micha, de un terreno que pertenece al bosque de Chapultepec, cuyos propietarios somos todos los mexicanos, espacio que disfrutó como propio, y explotó a placer.

Hay mucho ruido al respecto y no se castiga a nadie. El gremio de los comentócratas pareciera ser premiado con la impunidad de sus delitos comunes, por cuestionar al régimen, pero esto no deja de llamarse impunidad.

Lo mismo sucedió cuando Dóriga y su esposa trataron de extorsionar a la empresaria María Asunción Arámburuzavala, nunca se actuó informe a la ley, a pesar de que la extorsión es un delito grave.

Loret ha mentido muchas veces sin consecuencia, a pesar de que se engaña al país, bueno, a los que todavía le creen, que sí lo hay aunque parezca un acto masoquista.

Ciro Goméz Leyva responsabiliza, con toda claridad, aunque sutilmente al ex presidente Andrés Manuel López Obrador del atentado que sufrió el 15 de diciembre de 2022, y que para muchos no fue más que un montaje para rescatar el rating perdido.

Su más reciente libro, llamado “No me pudiste matar”, que ya de por sí es una muestra de su poco conocimiento del idioma, porque como verbo matar es reflexivo, lo correcto debió ser. “No pudiste matarme”, lo comento porque se siente maestro de muchos periodistas y profiundo conocer de la lengua, pero seguramente se refiere a la lengua viperina. Cometer un error tan elemental en el título de un libro debe ser producto de una profunda consternación y un ataque de obnubilación visceral.

En este escenario, Gómez Leyva acusó el exmandatario de emprender una estrategia para debilitarlo y destruirlo. En todo caso hay comunicadores más dañinos para el poder que él, Ciro es muy menor para tomar en serio, y el ex mandatario no acostumbraba tomar ese tipo de actividades de manera personal. Lo que quiere decir que es un personaje menor desde la perspectiva de un mandatario de un país como México, como para dedicarle tiempo a su desgaste de que el propio Ciro se encarga con gran esmero.

“Lo de López Obrador yo creo que era parte de una estrategia, una estrategia para debilitar, una estrategia para dañar y una estrategia, y también lo digo, si me podía destruir, me iba a destruir y creo que en más de una ocasión estuvo cerca de hacerlo”, destacó el conductor de Radio Fórmula, en un larde por sentirse importante, que ya es una costumbre que raya en lo patológico.

Hemos visto que los que se autodenominaron líderes de opinión tienen extraviada la brújula su discurso es muy congruente, hasta olvidan en buen castellano. Ya no son sus tiempos.

Son reminiscencias de un viejo régimen donde eran privilegiados y siguen siéndolo por el temor de que, ante cualquier intento por hacer justicia contra los comunicadores delincuentes, se le llame mordaza.

Los periodistas fueron muy discretos a la hora de darse cuenta de que había funcionarios públicos que desviaban recursos y cometían actos de corrupción, a lo más que llegaban era a pedir una participación de lo robado condición a su silencio. Nunca pidieron siquiera investigación, ni en público ni en privado sobre las fechorías de funcionaros públicos cuyos delitos atestiguaban.

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El periodismo dejó de influir en las elecciones, de esto hay pruebas contundentes, los intentos de los medios en favor de candidatos conservadores es estéril.

De tener la prensa convencional influencia en los comicios hubiera perdido López Obrador, Claudia Sheinbaum o Rocío Nahle, porque durante sus campañas los medios lo colocaban como si se tratara del propio Satanás. La gente ya no le cree a los medios, menos cuando su futuro está de por medio.

El periodismo en México no estaba acostumbrado a investigar, nunca lo hizo, sus trabajos profundos no eran otra cosa que la información que manoseaban los funcionarios públicos en desayunos con columnistas y que los medios disfrazaban de investigación. Verdaderos o falsos, tenían la bendición de los políticos del momento y era razón suficiente para ser tomados como verdad absoluta.

Las filtraciones de información desde las oficinas de la alta burocracia se convirtieron en reportajes extensos, cuyos datos atacaban, descalificaban o halagaban y ovacionaban a enemigos y amigos por igual.

Los medios en México nunca desarrollaron la labor exhaustiva del reportaje investigado, acucioso. La tarea de alabar al gobierno los mantenía ocupados todo el tiempo publicando loas a los burócratas corruptos en busca de ascenso en carrera política y para lograrlo tenía que descalificar a sus competidores.

El periodismo a la antigua se convierte en un oficio que ya no tiene cabida en los medios contemporáneos.


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