Periodismo burocrático


La administración pública antes de 2018, no fue ni administración ni pública, simplemente burocratización, cuya estructura permitía crear espacios a los periodistas como una manera, de darle un barniz de democracia a su quehacer cotidiano.
Los periodistas eran más útiles al poder que a la información. La sociedad estaba al margen de la realidad no sólo como espectadora sino como receptor manipulable a través de la información.
Mientras hubiera un periodismo constante, activo, espectacular, amarillista, la vida y la buena salud del gobierno estaba garantizada para los regímenes del liberalismo en México y en buena parte del mundo. El periodismo era un sinónimo de democracia, su práctica exaltada, siempre fue servil con los conservadores, sumisa y paroxística.
La trampa estaba puesta, el único sostén de la democracia eran los periodistas y los medios, si éstos cumplían con un reflejo de la realidad o no, era lo de menos, la idea política del poder, debía permanecer inalterable, el círculo vicioso se cumplía, de ahí la necesidad de subsidiar un periodismo que no lo era pero debía parecerlo.
Los medios tenían la responsabilidad de impedir la inconformidad social, a partir del aspiracionismo, todo menos información. Desde las noticias se recomendaba esperar el golpe de suerte con el cual los mexicanos pobres podrían convertirse en los nuevos cenicientos y cenicientas.
La simple existencia de la prensa era prueba de la práctica democrática. El periodismo era sinónimo de democracia, medios y gobierno dependientes como hermanos siameses para la preservación de sus intereses.
Históricamente la televisión estandarizó conductas a través de sus horarios, rostros, gestos, ideas y hasta muecas y difundió comerciales, que marcaron un estilo de vida, una manera de ser. No importaba el canal que se sintonizara, los noticieros decían lo mismo, con caras diferentes y con tonos más o menos igualmente dramáticos.
La información pasó de ser un espectáculo a una advertencia, donde el terror era el gran personaje de la transmisión. La realidad era para observarla pasivamente a través de la televisión, inalterable, inamovible, intocable y lejana.
Lo bueno y lo malo lo determinaba la televisión, enseñaba con el ejemplo y predicaba con las consecuencias para los malos. Surge la obediencia como sinónimo de bondad nobleza, honradez, decencia.
Una vez que la conducta del mundo se mostrara en dos facetas: los que mandan y los que obedecen, se subdividió en la historia entre buenos y malos, que pudieron ser sinónimos, según el caso.
La legitimidad artificial fue derritiéndose mostrando el esqueleto de la manipulación, donde los periodistas empezaron a mostrarse más cerca de manipulación que de la bondad que todo amante de la realidad debe practicar.
Los comunicadores siempre obedecieron los lineamientos que forjaban la idea de verdad y realidad a través de la radio y la televisión. Todavía hay opinadores que surgieron de ese lodazal ahí está Ciro, Brozo, Gómez Leyva, Pepe Cárdenas, Loret de Mola, Guillermo Ortega, Adela Micha, entre otros.
La conciencia política se expandió y la pasividad que acompañaba al acto de informarse cada noche de manera confortable y a expensas de la manipulación ante la relajación diaria, se convirtió en un complejo ejercicio de búsqueda de la verdad, donde la televisión y la radio quedaban totalmente rebasadas, así como sus actores.
Opinión pública y sus amos, los líderes de opinión, fueron deshaciéndose, evaporándose, por la fuerte ventisca que produjo la proliferación de medios alternativos.
El principio del fin surgió cuando los candidatos de los medios perdieron y ganaros quienes habían sido denostados a través de sus imágenes y especulaciones.
La otra aprte d ela histpria, dnde se inscriben los hechos y la conciencia de transformar se convirte en tarea cotidina, coincide con su contraparte, también se da cuenta de que los periodistas salen sobrando en un mundo donde hay más medios que hechos, más comentarios que sucesos, donde los testimonios se ofrecen contaminados a la historia.
Los periodistas se olvidaron de informar, tomaron partido hasta convertirse en partido político, la realidad es el campo de batalla donde se impiden los cambios y la transformación.