EU, un mito desechable
Los gobiernos del pasado dedicaban buena parte de sus recursos, tiempo, personal en convencer a los mexicanos que lo proveniente de Estados Unidos, desde las series de televisión hasta la aspirina era lo mejor del mundo.
La pleitesía hacia Estados Unidos era tan grande que los presidentes de México estaban en la nómica de la CIA, es decir informaban a la agencia de espionaje sobre los planes de los países hermanos de América Latina.
Gustavo Días Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Adolfo López Mateos, sirvieron con lealtad a los juegos sucios de la política de la época. Tanto fue la insistencia para demostrar que Estados Unidos, comparado con México, era un imperio al que debería honrarse y obedecerse, que terminó por convencer a muchos mexicanos. Desde luego lo más convencidos y con mayor facilidad de ser manipulados fueron los habitantes de los países del norte de México, que estaban frente al aparador que convocaba a traicionar a la patria e invitaba a sentir vergüenza de ser mexicanos. Ahora los tiempos cambian radicalmente.
Las contradicciones de Trump en su idea de lo que debe ser y pensar el presidente de del país autodenominado el más fuerte del mundo, desenmascaran los mitos de esa falsa afirmación.
Son viejos conceptos que nunca tuvieron sustento y ahora descubren su doble juego donde la propaganda y medios, se disfrazan de información, y no pueden esconder la miserable vida en ese país. Tampoco pueden hablar de una democracia perfecta, con solo dos partidos. La libertad que mantienen como bandera, y en el paroxismo de su demagogia tienen una estatua en Manhattan, es también un conflicto no solo para los estadounidenses sino para el propio Trump, quien durante toda su gestión de cuatro años deberá permanecer dentro de sus fronteras, teme que, en otras latitudes, su vida corra peligro.
La abundancia que intentó ser parte de un sueño, de una vida ideal, pasó a ser otro mito, porque en ese país la pobreza, el desempleo, la gente en condición de calle, los adictos, los sin hogar, aumentan todos los días-
Por muchos años, desde la llegada del comandante Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela, la prensa estadounidense, impulsada por el Departamento de Estado, inició una campaña de desprestigio contra ese país, donde el bloqueo y otras medidas instrumentadas por la Casa Blanca, provocaron una inflación sin precedente de la que todavía no se recupera del todo, entre la información que supuestamente llegaba del país sudamericano hubo fotografías de supermercados con los anaqueles vacíos, mendigos comiendo en las calles, gente viviendo en la banqueta, niños buscando alimento en la basura, muchas de esas imágenes eran distorsionadas por agencias de noticias. Esas mismas imágenes, sin alterar, reflejan la vida cotidiana de millones de estadounidenses, para quienes no hay productos en las tiendas, ni mercancías en los supermercados y el empleo es derrotado por la inflación y la pésima administración pública que padece desde hace muchos años, prácticamente desde el primer periodo de Trump, quien junto al tristemente célebre Joseph McCarthy es de izquierda, por su fanatismo conservador y su obsesión por el fascismo.
Trump no sólo tiene su propia cosmogonía delirante sino su mundo particular donde la alucinación acude puntualmente a narrar su visión sobre México, donde asegura que hay un control total de los cárteles del narcotráfico y que el gobierno y pueblo están aterrorizados.
Ante esta delirante propuesta por una propaganda impulsada por un rancio anticomunismo estadounidense, la oposición mexicana prefiere apoyar el paroxismo sicópata antes que el derecho internacional cuya violación ofende a su país.
Esa oposición mexicana que sigue pensando que Estados Unidos es un imperio donde lo mejor sucede en su territorio, desea que Trump bendiga a nuestro país con una invasión militar para que regrese, de facto, a los conservadores el mando del país.
