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Cita con la muerte, el mejor escondite

Cita con la muerte, el mejor escondite

Esta es la increíble y triste historia de Hugo Alberto Wallace Miranda y su madre desalmada.
La noche del 13 de junio de 2005 el destino cambió de tajo el sosiego de la familia Wallace Miranda obligada a esconder en el anonimato el verdadero paradero de Hugo Alberto.
Esa noche se supo que Hugo Alberto Wallace no podía desaparecer así nomás sin el permiso de su madre, sin una historia asombrosa que contarle al mundo. Sin una coartada.
Esa noche Hugo Alberto salió a divertirse con sus amigos, con una chica y después ya nada real se supo de él. La jungla de asfalto lo devoró, ni rastros, ni gotas de sangre, ni un cabello.
Durante un auténtico acto de introspección, de meditación, como era su costumbre, visualizó una gran oportunidad para salvar a su hijo y convertirse en la reina de la justicia nacional.
Maquinado el Caso Wallace Hugo Alberto se perdió en la clandestinidad mediática, entre susurros, en el crepúsculo de la noche. El resto estaría a cargo de su madre y familia.
Miranda de Wallace escribió un guion con datos absurdos en el contexto de una pesquisa ministerial, en el marco de la ley, de los caprichos del Poder Judicial. De la propia vida.
Diseñó el mejor escondite para su hijo, su propia muerte para seguir viviendo y disfrutando del comercio de tres toneladas de cocaína robada a Edgar Valdez Villarreal, “La Barbie”.
La declaración de “La Barbie” a César Freyre durante un tropezón en la cárcel que detalló al periodista Ricardo Raphael durante una entrevista con Freyre tiene tintes ingeniosos.
En medio de las patrañas Isabelescas cobra sentido la charada, nada más son 740 millones de dólares, unos mil 500 millones de pesos razonables para esconderse de “La Barbie”
Sin embargo, en el enjambre de supuestos, mentiras, torturas y corrupción en las entrañas del Poder Judicial, hoy Fiscalías y Ministerios Públicos, no se puede hablar de justicia.
Se tendrían que examinar complicidades, compra y venta de favores entre los Miranda Torres y los mafiosos de cuello blanco del MP, fiscalías, jueces, magistrados y algún ministro.
El Caso Wallace se convirtió en una cortina de humo de los gobiernos de los panistas de Vicente Fox, Felipe Calderón y del priista Enrique Peña Nieto para encubrir el saqueo nacional.
Un algo así como una caja china para darle a la gente un poco de PAN y circo, de tener la esperanza de que algo pudiera cambiar en el país al tener a la súper chica Wallace.
Sí mancha y sí tizna una ficha signalética
Cuatro años antes de su muerte conveniente sin misa de cuerpo presente, sin pastel de cuatro velas, Hugo Alberto, oficialmente, pasó a mejor vida con Certificado de Defunción.
Quizá olvidaron borrar la nota de su ficha signalética, su negro pasado delictivo procesado en 2001 por narcotráfico y liberado por contrabando, publicada en diversos medios informativos.
Cambiar un delito grave por uno menor se requirió de los apoyos de algunos de la procuraduría general, MP, policías de investigación, apoyos de Genaro García Luna y de Fox.
Queda en el tintero la toma y daca que María Isabel Miranda de Wallace debería cumplir con la misión de maquillar las cifras de secuestros, del crecimiento delictivo del 2000 al 2012.
¿Prosperaría una catafixia sospechosa igual que toda la intriga Wallace, con fragilidades, complicidades, corrupción de la hermandad que se niega a morir ante la Reforma Judicial?
Brutal que, de un secuestro sin pruebas tangibles, de una muerte sin cadáver existiera un caso que recluyera, torturara y destruyera familias de seis inocentes de un caso imaginario.
El sospechosismo que acuñó para la posteridad el panista Santiago Creel crece con la absolución de Juana Hilda González Lomelí, la posible libertad de Brenda Quevedo Cruz y del resto.
Cuatro ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación votaron a favor de la liberación de Hilda González Lomelí por haberse responsabilizado del caso Wallace mediante tortura.
“Fabricación”, el libro que eclipsó a la Wallace
El 8 de marzo “dejó de existir, al menos en este plano de conciencia, María Isabel Miranda de Wallace”, sentenció Ricardo Raphael al dar seguimiento a la noticia de su muerte.
Citó el escritor que casualmente el destino agendó la muerte de Isabel Miranda “dos días antes de la lectura en público del adelanto del libro que fue el 10 de marzo” de este año.
El destino jugó una broma pesada y el caso que se derrumbó desde el principio al no existir pruebas definitivas ni de un secuestro ni de una muerte por arma de fuego o por un hacha.
El caso se mantuvo con pinzas, con hilvanes muy delgados fuertemente apoyados por el sistema judicial, desde abajo hasta arriba, muy arriba para mantenerse durante 20 años.
La fundación “Alto al Secuestro” recibió apoyos políticos, económicos, partidistas y legales. Operó como una Massive Caller para dar lustre a gobernadores panistas en materia de seguridad.
Dicha fundación fue creada para apoyar a familiares de personas desaparecidas que incluyeron a secuestrados de familiares de empresarios como Alejandro Martí García.
Antes que se eclipsara al Caso Wallace, Ricardo Raphael produjo la trama y diseño literario de su libro “Fabricación”, cuya base narrativa atañe a Guadalupe Lizárraga Hernández
Isabel Miranda de presidiaría a candidata
La dulce empresaria y ama de casa, benefactora de los desposeídos mostró su lado obscuro y negro como la boca de un lobo al intentar matar a un ciudadano llena de ira.
Esto sucedió cuando un grupo de trabajadores del entonces DF fue agredido por los empleados de Show-Case en el intento por quitarle un espectacular en una zona prohibida.
Ingresó al Reclusorio Norte el 17 de julio de 1998, también por daños en propiedad ajena y resistencia de particulares, y encausada por un juez penal salió del patíbulo el 22 de julio.
Exenta del registro de ficha signalética por el delito de intento de homicidio en grado de tentativa luego de varias maromas legaloides quedó sin registro su ingreso al penal.
Sin embargo, por el delito de resistencia de particulares, tipificado como no grave, pagó 37 mil 757 pesos y 15 mil por concepto de garantías, que le permitió enfrentar el proceso en libertad.
Pese a negar el caso delictivo en el que se vio involucrada quedaron los antecedentes legales sin efecto para que pudiera contender por la Jefatura de Gobierno del DF por el PAN.
Se supo que pidió piedad y favores para que ella y su hijo no estuvieran privados de su libertad, pero si exigió torturas, vejaciones en contra de inocentes para subsanar su ego ¿A las mismas personas?
Fiscales de papel
Varios periodistas travesearon como fiscales de la República desde sus trincheras mediáticas acusando y sentenciando a inocentes para favorecer su credibilidad personal y elevar el rating.
Los abominables relatos de Joaquín López-Dóriga y Ciro Gómez Leyva de primera mano supieron que Hugo Alberto Wallace nunca murió y que los acusados eran inocentes.
La familia: los hermanos, el padre adoptivo, el tío materno, el cuñado, trabajadores de Show Case, empleados del Poder Judicial, fiscalías, Genaro García Luna, todos conocían la verdad.
Veinte años de miseria humana, de complicidades de la Wallace con dirigentes de Acción Nacional, burócratas de la CNDH, PGR, jueces, MP, jefes policiacos, con la hermandad de la tortura.
El caso Wallace apenas despunta para conocer toda la verdad desde “Fabricación” hasta la infame impunidad con la que el dedo acusador de Anabel Hernández pisoteó inocentes.
Aquí la historia
De pronto Hugo Alberto Wallace, hijo de doña Isabel, no llegó a casa y su madre amorosa decide buscarlo y al no hallarlo resuelve que fue secuestrado y arma una historia siniestra.
En el montaje y fabricación del guion de Teatro de lo Absurdo del secuestro Hugo Alberto Wallace Miranda destacó una mente retorcida, vil como las de Calígula o Nerón.
Ambos personajes se caracterizaron por la brutalidad de sus acciones despiadadas, crueldad y paranoia, quizá en ellos esté inspirada la puesta en escena del Caso Wallace.
La perversidad de la Wallace combinó un intelecto agudo con una profunda falta de empatía y remordimientos, rasgos distintivos de la psicopatía
El guionista del Caso Wallace encontró en la señora Isabel Miranda a la protagonista con excelentes dotes histriónicas orgánicas tan naturales como el trastorno de personalidad.
El desenvolvimiento antisocial llena de remordimientos y facilidad para la manipulación de la Wallace le dio el sí para ser la protagonista del género de lo absurdo.
Además, las chicas Géminis son muy flexibles y abiertas a vivir nuevas experiencias, por lo que son personas realmente atractivas para los demás, seductoras, provocativas.
Con esta mezcla de cualidades y una buena dirección escénica la Wallace brilló como villana de su thriller que abrió las puertas del infierno que se vive en el Poder Judicial, de abajo-arriba.
Durante dos décadas mantuvo al espectador en un estado de zozobra y expectativa a través de una trama intrigante con giros inesperados, colmados de misterio, peligro y emoción intensa.
De la noche a la mañana, sin ensayos, sobre la marcha, luego de la tercera llamada se apagaron las luces del recinto y se encendieron las del proscenio directo al bulto de la Wallace.
En junio de 2005, luego de una larga obertura de hechos deshilvanados, en el lapso de 24 horas ya se tenía un caso, una averiguación previa por denuncia de secuestro de Hugo Alberto.
Horas después ya se tenía un caso y estrategia para la búsqueda del cuerpo que jamás se encontró, vaya, ni una gota de sangre, ni siquiera un cabello. Sólo una fotografía de amigos.
La madre, María Isabel Miranda de Wallace, en su casa, su sexto sentido le indicó que algo le sucedía a su bastardo. Se fue de pinta el 13 de junio de 2005 y nunca regresó.
Esa noche sopló el viento de la desgracia: llamó varias veces al celular de Hugo Alberto, nunca contestó. Comenzó la búsqueda rápida y en menos de 24 se habló de secuestro, sin pruebas.
La maquinación de la familia Miranda Torres
Isabel Miranda se apoyó en su hermana María Magdalena Miranda, quien fue encargada de Recursos Humanos en la PGR y en su cuñado, el abogado Abraham Pedraza Rodríguez.
Pedraza Rodríguez. fue secretario de Estudio y Cuenta de la actual ministra presidente de la SCJN, Norma Lucía Piña Hernández, como lo señala Antonio Rosales en “Los Ángeles Press”.
Tales afirmaciones que fueron publicadas el viernes, 29 de Noviembre del 2024 en ese medio, se destacó que “Abraham Pedraza cometió falsedad de declaraciones al ser denunciante del falso secuestro y homicidio de Hugo Alberto”, señaló Rosales.
Precisó el reportero que “una de las mentiras de Pedraza Rodríguez en su denuncia fue la de su parentesco, al presentarse como primo de Hugo Alberto y sobrino de Isabel Miranda, cuando en realidad es su tío y cuñado, respectivamente”.
El diario que dirige Guadalupe Lizárraga publicó que Osvaldo Jiménez Juárez, ex agente de la SIEDO torturó física y sexualmente en contra de Brenda Quevedo Cruz y Jacobo Tagle Dobín.
Este personaje que tiene historial como torturador se inscribió para ocupar un cargo en el Tribunal de Disciplina Judicial en Puebla con el folio “con el folio RJM-241122-10796, registrado el 22 de noviembre” de 2024
Precisó Eloy Linares que en 2021, fue despedido de la Fiscalía de la CDMX al negarse a iniciar una investigación en contra del padrastro de una menor de edad, quien fue víctima de abuso sexual, acusando a un perro de violación.
Abraham Pedraza Rodríguez, también intentó colarse a algún cargo de elección al Poder Judicial con tremendo cartel de fechorías en su haber laboral.
En versiones de Ricardo Raphael, Brenda Quevedo Cruz, acusó a Oswaldo Jiménez de “intentarla asfixiar con una bolsa de plástico”.
“También indicó que la amenazó con inyectarle sangre contaminada de Sida y que la golpeó cuando se encontraba en el piso”, subrayó Raphael de acuerdo a Eloy Linares en su publicación.
Brenda Quevedo denunció a Oswaldo Jiménez como el autor material de las torturas que recibió para declarar en falso al reconocer su voz y la mirada de este sujeto
Patrañas que enlodan al Poder Judicial
La trama adquirió tipologías de un extraño cuento de hadas, donde la cruel madre obligó a policías, a su esposo, hermanos y a seis acusados a formar parte de esta negra historia.
Todos, se dieron a la tarea de crear culpables, torturarlos y encarcelarlos con saña siendo inocentes, regidos por la crueldad de una madre, ama de casa, con aficiones espirituales.
De pronto la desaparición se convirtió en secuestro, el rapto en muerte por sobredosis de plomo y luego en descuartizamiento con un hacha para terminar sus cachos en el drenaje.
Ahora hay dos casos de muertos sin cadáveres; un caso a punto de concluir con la liberación de inocentes, luego de 20 años de martirio y delincuentes que quieren impartir justicia.
El Estado debe pagar por los daños generados, los cómplices deben estar en prisión. Todos.
La CNDH debe retirar el Premio Nacional de Derechos Humanos a la Wallace y ofrecer disculpas públicas.
Todos los espectaculares de Show Case deben publicar que son inocentes los inculpados y que Chavela Wallace y sus familiares son unos criminales.
El caso continuará …

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