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Manipulación mediática agoniza

Manipulación mediática agoniza

Lo que ocurre en México respeto a la credibilidad de los medios convencionales rompe esquemas sobre la teoría de la comunicación, análisis del discurso y la lingüística.
Lo medios que imponían la agenda noticiosa, líderes de la información, no pudieron inducir el voto hacia partidos y candidatos que apoyaban abiertamente.
Pero no sólo eso, también infundían miedo en la población para no asistir a ejercer su derecho al sufragio, colocaban a las casillas como puntos rojos de la inseguridad en todo el país. Esto sucedió en 2018 y 2014, y se presenta en Veracruz en estos días.
Por un lado, mantienen parte de su público, que, a pesar de que aben que la información es de dudosa intención y procedencia, continúan asomándose por esa ventana al acontecer del mundo.
La manipulación política pareciera tener un límite muy preciso en México, porque la intención de los medios convencionales no fue ni limitada ni reducida sino todo lo contrario. Comentaristas, editoriales, noticias falsas, gráficas y encuestas señalaban a los partidos tradicionales como los mejores del país y que deberían triunfar en las urnas.
El número de votos rompió los esquemas tradicionales del dominio social de los medios, pero inexplicablemente siguen teniendo público. Diarios, programas radiofónicos, noticiarios televisivos, portales, canales de internet, etc. tienen un público que no disminuye a pesar de la mentira. Es más fácil que se reduzca a que pueda crecer.
Su público no es muy ilustrado y carece de experiencia en el conocimiento de la política, su filiación conservadora está movida por el miedo, sobre todo, ven sus propiedades amenazadas por la llegada del fantasma del comunismo que, oposición y medios han querido mostrar como consecuencia de votar favor del partido en el poder.
El comunismo se convirtió en una abstracción para sus enemigos acérrimos, es un verdadero fantasma sólo resopla el frío aliento de su vuelo. Una entelequia de gran utilidad para los conservadores y los enemigos de los cambios, que no es lo mismo.
Porque hay enemigos de las transformaciones por malformación educativa ya sea de la familia o de las escuelas donde estudiaron, pero no necesariamente son enemigos del progresismo, simplemente ponderación de la ignorancia.
Por su parte, la oposición se enfrenta a un fenómeno para el que no estaba preparado, le apostó fuerte a la manipulación de los medios, principalmente electoral, y no entiende el momento que se vive.
Ahora, oposición y medios, ante dos derrotas aplastantes en las elecciones presidenciales, el fantasma del comunismo se diluye considerablemente entre la inútil espera de su arribo a México y la demostración, en la práctica política y administrativa, que el fantasma murió al mismo tiempo que la credibilidad, de ambos.
Los medios continúan manipulando a los ciudadanos que les creen a medias, en una especie de aparente credibilidad que no lo mueve sino que los hace más apáticos respecto a la participación política, a pesar de experimentos sociales de los medios convencionales como las marchas de la marea rosa o las furtivas audiencias de algunos escenógrafos de la información como Loret, Brozo, Ciro o Dóriga, quienes han sido desmentidos innumerables veces, sin lograr extinguir la llama de la mentira lo quema y la denostación artificial que los desenmascara. Cada día que pasa los desmentidos son más frecuentes y difundidos.
Es decir, la gente les escucha, algunos no les creen, nadie les hace caso. Como si la manipulación en la información hubiera muerto. Extraña conciencia de los mexicanos que ve a los medios, a sabiendas de que mienten como si se tratara de un espectáculo circense. Todo un reto para las teorías contemporáneas de la comunicación, el periodismo y la política.


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