LA CAPILLA SIXTINA


Todos los caminos hoy conducen a Roma. Camelot.
El Papa Francisco será sepultado y cobijado en su tumba, bajo la mirada de la Santa Madre María. Terminamos los relatos de esta semana de su fallecimiento, con la Capilla Sixtina, que alguna vez visité. Aquí aquella historia:
“Hay buen tiempo. Presagiaban estos días fríos que calaban. Nos respetó el dios del frio. Vaticinaban muy frías las madrugadas y las noches, la temperatura a unos 16 grados, bastante aceptable. Chamarra y bufanda pero nada del otro mundo. Estoy en Roma y escribo estas líneas desde Italia. Hago mi primera caminata como el hombre en la luna. Cuando la mañana comienza a dar luz y la gente se mueve a sus trabajos o negocios, tomamos [K1] el Metro rumbo al Vaticano. Ese Estado dentro de otro Estado, que tiene un Papa que vino del fin del mundo, uno que ha caído de perlas y que ha generado mucho turismo desde el día en que fue electo en la Capilla Sixtina, adonde ahora me dirijo. Compro mis tiquetes por internet. Evito las colas. Por 15 euros, comprándolos por internet, en la taquilla a 46 euros. Miles de personas forman fila, es la Capilla Sixtina una de las más visitadas. Mucho americano, mucho japonés y chinos, se les distingue no solo por sus ojitos rasgados, sino porque siempre andan juntos, siempre unidos como racimos de coyol, según Cástulo Delfín, un exalcalde de mi pueblo. Allí mismo donde no hace mucho eligieron a Francisco, conocido en su pueblo como Jorge Mario Bergoglio, paisano de Messi. El Papa de los pobres, el hincha del maleta equipo San Lorenzo de Almagro. 115 Cardenales, los de menos de 80 años, los que pueden votar, se encerraron allí mismo donde ahora piso. Hay unas seiscientas personas adentro. Donde Miguel Ángel pintó la obra más relevante de su vida, El Juicio Final. Entro por la puerta trasera, al igual que miles, la puerta delantera fue la que se cerró cuando había quórum y esos cardenales venidos del mundo hacían la encerrona milenaria para elegir al nuevo Papa, el que supliría a Benedicto XVI. Yo pienso que el Camarlengo, o quien los mande, les habrá apresurado que, a la brevedad lo eligieran, pues las arcas del Vaticano dejaban de ingresar todos esos euros diarios que entran por ver la Capilla Sixtina. Hay guardias dentro, bien uniformados, piden a cada rato silencio, es un templo de rezo y de oración, la gente cuchichea en voz baja cuando los guardias piden el silencio. Lo hacen cada tres minutos, uno se deja guiar por el audio guía para conocer cada uno de los pasajes de esa obra que le encargó el Papa de aquel tiempo a Miguel Ángel, y que fue reflejada en aquella cinta ‘La agonía y el éxtasis’. Los duelos entre al Papa y Miguel Ángel. Cinta que interpretaron Charlton Heston, cuando era bueno, luego se volvió canijo al dirigir la temible Asociación del Rifle (NRA), como Miguel Ángel, y Rex Harrison como el Papa Sixto IV, con quien el maestro reñía una mañana sí y otra también. Allí babosea uno media hora. No hay fotos, prohíben eso por la conservación de los frescos ente los flashes. A cada salida de cada lugar hay un tendajón que vende los souvenirs. Lo mismo en la Vía de la Conciliazione que en las calles aledañas, como Ottaviano. Hay poco del Papa Francisco, me imagino que Benedicto no les dio tiempo a los vendedores y fabricantes de elaborar el nuevo rostro del Papa. Su renuncia intempestiva les dejó grandes souvenirs en las estanterías, y ahora tendrán que rematarlas. A un lado se ve el Convento del Monasterio ‘Mater Ecclesias’, donde residirá el Papa que ya no lo es. En un caso insólito: un Papa reinando y un Papa en el Convento esperando los días de encontrarse con Dios. Cuatro horas después salimos de las áreas del Museo del Vaticano, más benditos que ninguno. A esperar el otro día para ir a la Basílica a ver La Piedad y las tumbas de los Papas, pues a las seis cierran, y no hay poder humano que los haga trabajar un minuto más. La asunción del Papa argentino ha traído miles y miles de fieles y no fieles a esta Basílica, una de las cosas más bellas del mundo”.