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LAS DOS GRANDES DESGRACIAS DE MÉXICO: IMPUNIDAD Y CORRUPCIÓN

LAS DOS GRANDES DESGRACIAS DE MÉXICO: IMPUNIDAD Y CORRUPCIÓN

Incluyendo a la científica, investigadora, catedrática y política Claudia Sheinbaum Pardo, quien hace apenas cuatro meses (el 1 de octubre) se convirtió en la primera mexicana que ocupa la Presidencia de México, la mayoría de los habitantes de este país creen que la corrupción y la impunidad campean en los tres niveles de gobierno: el federal, los estatales y los municipales, y no hay nadie que castigue esas conductas.

En realidad, podemos decir, para ser menos inexactos, que habría una cantidad de corruptos mayor que antes porque la población aumentó en números totales.

La supervivencia de la corrupción parece asegurada porque al mismo tiempo millones de ciudadanos viven de las cuantiosas riquezas que generan esas negativas conductas en el aparato burocrático.

Podría decirse también que en nuestro país la corrupción y la impunidad ya tienen abolengo o pedigrí, pues hay casos de personas que son hijos o nietos de gente que hizo su riqueza mediante la práctica de esos dos males, tan negativos para el pueblo llano y simple, como enriquecedores para quienes los practican. Y no hay señales de que ambos males, o uno de ellos, puedan sufrir alguna merma en el sexenio que ya tenemos encima.

La Presidenta Sheinbaum se refirió hace unos días a esos dos males que de cuando en cuando denuncia la ciudadanía, pero aunque la jefa del Ejecutivo federal conoce la amplitud de cobertura que tienen ambos, y con base en ese conocimiento ha empezado a luchar para reducirlos, ningún mexicano en sus cinco sentidos apostaría a que se podría lograr esa reducción, entre otras cosas porque los dos males tienen raíces profundas y centenarias en la sociedad mexicana.

Nosotros, que no solemos andar en sitios que probablemente son propicios para dejarse ganar o llevar por la corrupción o la impunidad –cada una es poderosa por sí sola, pero juntas son dinamita–, conocemos sin embargo casos de “licenciados” que no podrían haberse hecho ricos sólo con sus trabajos y salarios decentes y legales. Recordamos por ejemplo el caso de un joven estudiante que fungía como “ayudante” o secretario de un juez, y que en una fugaz visita que hicimos al Centro de Rehabilitación Social (Cereso) de Mérida se me acercó para decirme: “Jefe, ¿por qué no aprovecha ahora que el juez exoneró de culpa a su pariente, y le pide usted un documento en el que se precise que su pariente nunca ha tenido problemas con la ley? Yo puedo ayudarlo a acercarse a la oficina del juzgado”.

–¿Y cómo en cuanto saldría?

–No es caro, somos pocos… Claro que habría que separar la parte del juez. Él nunca recibe nada directamente…

–El documento puede parecer un poco caro, pero en el futuro se ahorraría una buena lana.

Pues mi pariente y su familia y amigos decidieron hacer esa “inversión”, que efectivamente les sirvió mucho años después. A aquel aprendiz de abogado (que tenía un detalle físico imposible de olvidar) volví a verlo muchos años después, y ya entonces su vestimenta, lenguaje y facilidad para desplazarse de una oficina a otra eran naturalmente mayores o mejores que un par de decenios atrás.

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A estas alturas ya podemos afirmar que corrupción e impunidad forman un binomio o un tándem que no sólo genera riquezas mal habidas, sino también fortunas que consolidan la riqueza de las clases con mayor poder adquisitivo.

Por cierto, que la búsqueda de datos para conformar esta columna nos puso en contacto con otros temas también muy buenos para analizar y confirmar, o quizás refutar en algunas partes. ¿Qué le parecen los dos temas que anotamos a continuación?

1. El gobierno mexicano ha prometido que los servicios de salud alcanzarán a todos los habitantes del país. Pero ni usted ni yo alcanzaremos a ver ese “milagro”.

2. El gobierno llevará la modernidad de internet hasta el último rincón habitado de nuestro país. Cabe apuntar que actualmente ese servicio no cubre ni siquiera la totalidad de las poblaciones grandes, y que la mayor parte de la población no está preparada para utilizarlo.


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