fbpx
Leyendo ahora
Trump, el nuevo orden mundial

Trump, el nuevo orden mundial

Las ideologías de extrema derecha, están hoy más vivas que nunca, encuentran tierra fértil en los retos contemporáneos para su resurgimiento. Fenómenos como el populismo autoritario, la migración masiva, las desigualdades económicas y la polarización política se convierten en catalizadores para el retorno de discursos que se creían superados.

 

La reciente llegada de Donald Trump a su segundo mandato presidencial es un ejemplo paradigmático de cómo estas ideas se han adaptado a las necesidades actuales, llevando consigo un eco preocupante de los fundamentos que en su momento sustentaron regímenes autoritarios como el nazismo.

 

Para quienes conozcan el surgimiento del nazismo en Europa, lejos de ser una aberración histórica, se cimentó en principios considerados científicos y filosóficos en su época. Teorías raciales, eugenesia y conceptos geopolíticos como el “espacio vital” otorgaron legitimidad a un sistema que prometía una solución a los problemas de su tiempo: crisis económica, desempleo masivo y pérdida de identidad nacional.

 

Como podemos ser testigos hoy, estas ideas no desaparecieron con la caída de Hitler y el Tercer Reich; simplemente se transformaron y han encontrado nuevos portadores en líderes autoritarios que ven en ellas herramientas para consolidar el poder.

 

Donald Trump, con su retórica polarizante y sus políticas controvertidas, ha sabido capitalizar las preocupaciones contemporáneas para proyectar una agenda basada en exclusión, miedo y nacionalismo extremo. Su insistencia en fortalecer la seguridad fronteriza y su discurso sobre la migración ilegal como una “invasión” hacen eco de narrativas que, aunque recicladas, encuentran espacio en un mundo profundamente dividido.

 

El 20 de enero de 2025, Trump asumió nuevamente la presidencia de Estados Unidos, marcando el inicio de un periodo que ya muestra signos de radicalización política. Entre sus primeras medidas destacaron el despliegue de 10 mil tropas adicionales en la frontera con México, el reforzamiento del muro fronterizo y la reinstauración del programa “Quédate en México”.

 

Esto representa una continuidad de su primer mandato y una reinterpretación de antiguas estrategias de exclusión y control.

 

Sin embargo, lo que distingue este segundo mandato es el contexto global. Problemas como el cambio climático, las pandemias y las crecientes desigualdades entre países desarrollados y periféricos han exacerbado las tensiones internacionales, otorgando a discursos como el de Trump una renovada legitimidad.

 

Su narrativa de “América primero” no solo divide internamente, sino que también busca redefinir la relación de Estados Unidos con el mundo, particularmente con nosotros, con México.

 

Es importante reconocer que el populismo autoritario no prospera en el vacío. Su auge es, en gran medida, una consecuencia del fracaso de la democracia liberal para abordar las necesidades y temores de amplios sectores de la población. Trump, como otros líderes populistas, ha sabido capitalizar estos fracasos, presentándose como el único capaz de devolver la “grandeza” a su nación.

 

Este fenómeno también se ha observado en México, donde el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se caracterizó por un discurso populista que, aunque distinto en forma, compartía con Trump una visión polarizadora y una constante deslegitimación de las instituciones democráticas. La incapacidad de las democracias liberales para ofrecer soluciones efectivas a problemas como la corrupción, la violencia y la desigualdad ha creado un terreno propicio para el surgimiento de liderazgos autoritarios.

 

En este contexto, las redes sociales juegan un papel crucial, como herramientas de divulgación, también como mecanismos de monitoreo y control a través de algoritmos que amplifican ciertos discursos y polarizan a la sociedad.

 

El dominio de estas plataformas por parte de grandes corporaciones, muchas de las cuales han adoptado posiciones ideológicas afines a la derecha, agrava la situación.

Ver también

 

Elon Musk, propietario de una de las principales redes sociales, desmanteló recientemente equipos dedicados a la diversidad y la regulación del discurso, permitiendo un incremento en la proliferación de mensajes de odio y desinformación. Este fenómeno no es menor, ya que las plataformas digitales se han convertido en los nuevos escenarios donde se libran las batallas ideológicas del siglo XXI.

 

Sorprendernos ante la retórica y las políticas de Donald Trump es no haber aprendido del pasado. Las ideologías extremistas no desaparecen; se adaptan y resurgen cuando las condiciones son propicias. El populismo autoritario, como cualquier otra forma de gobierno antidemocrático, prospera en la incapacidad de la democracia liberal para cumplir sus promesas.

 

El reto, entonces, no solo radica en confrontar estas ideologías, sino en fortalecer nuestras instituciones democráticas y fomentar un diálogo inclusivo que aborde las preocupaciones de la ciudadanía sin recurrir a soluciones autoritarias. Solo así podremos evitar que los errores del pasado se repitan y construir un futuro más justo y equitativo.

 

En México, los mismos que han hecho de dividir a los mexicanos su principal tarea y modo de vida, aquellos cuya soberbia servil no les cabe en el pecho, ahora piden unidad frente a Trump. Es un recordatorio de cómo los intereses de grupo pueden distorsionar las prioridades nacionales y de la urgencia de aprender de la historia para no repetirla.

 

En fin, la hipocresía.

 

 


© 2024 Grupo Transmedia La Chispa. Todos los derechos reservados

Subir