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En enero Maduro y Trump

En enero Maduro y Trump

El sentido común obliga a hacer una comparación en el actuar de los medios mexicanos respecto a la toma de posesión de Nicolás Maduro y Donald Trump. La vieja artimaña de los medios de introducir con calzador la creencia ancestral donde pelean buenos contra malos, se convierte en la directriz de sus contenidos que tienen la intención de confundir para manipular y manipulan para controlar.

Es verdad, hubo protestas afuera de la sede donde tomó posesión Maduro, aproximadamente 20 mil personas protestaron por lo que señalaban como fraude electoral a pesar de que hubo observadores internacionales que no reportaron alteración alguna.

Los medios no desperdiciaron el hecho para encabezar la noticia “En medio de protestas Maduro toma posesión”; en cambio, en Estados Unidos las protestas callejeras empezaron desde el viernes 17 contra la investidura de Trump, más de 80 mil personas en Washington se expresaron en Franklin Park, uno de los tres lugares de inicio de la “Marcha del Pueblo” por el centro de la ciudad, manifestantes se reunieron bajo una ligera lluvia para protestar por la justicia de género y la autonomía corporal.

Otras marchas de protesta se reunieron en dos parques también cercanos a la Casa Blanca, con un grupo centrado en la democracia y la inmigración y otro en cuestiones locales de Washington, antes de dirigirse a la reunión final de la marcha en el Lincoln Memorial. Los manifestantes llevaban carteles que decían “Feministas contra fascistas” y “Las personas por encima de la política”.

De estas marchas los medios mexicanos nunca hablaron. Donde hicieron mucho énfasis fue en la detención por uno minutos a la lideresa de la oposición, que ahora convoca a sabotear las próximas elecciones de Venezuela, María Corina Machado, quien nunca fue maltratada ni violentada como afirman los medios convencionales; en cambio nadie habla del atentado contra la libertad de expresión que se realizó durante la última conferencia de prensa del secretario de Estado, Joe Biden, donde dos periodistas fueron expulsados, Max Blumenthal y Sam Husseini por cuestionarlo sobre el importante papel de Estados Unidos en el conflicto en Medio Oriente, por el cese al fuego en Gaza y el acuerdo entre Israel y Hamás.

Aquella libertad de prensa que se anuncia en las películas, los mitos del Watergate y otros episodios de buenos oficios de periodistas estadounidenses son superados por el miedo para proteger un sistema político en decadencia.

Mismo sistema que los medios mexicanos defienden como si fuera propio, por lo pronto les ha servido, por años, como ejemplo de las tareas que realizan los medios del vecino país y en varias ocasiones han copado formatos, estilos y hasta programas de televisión que tienen el mismo nombre que en Estados Unidos. Todo esto como prueba de las libertades que aseguran existen en el vecino país, lugar donde les hubiera gustado nacer y morir.

La dependencia, sumisión, admiración y respeto por lo que sucede en el Estados Unidos, su fetichismo sobre sus medicamentos y mercancías, ha perdurado injustificadamente por varias décadas en México, tanto que todavía persiste en las decisiones de muchos mexicanos. Para ellos siempre habrá algo que supere algo similar que se elaboró en México, incluyendo la gente, los profesionales, y, desde luego, los líderes.

Esto no se hubiera logrado sin el apoyo incondicional de una prensa al servicio de la dependencia política y económica que ha servido a Estados Unidos más que a México en sus contenidos. Incluso hay medios mexicanos que aprueban designar a los narcotraficantes como terroristas, cuando en realidad quienes dan origen a estos personajes viven y gobiernan en Estados Unidos. También el destino de las actividades de los miembros del crimen organizado vive en el vecino país, son los consumidores de drogas.

Es decir, son terroristas porque con la violencia que imponen con las armas vendidas por Estados Unidos, desestabilizan el gobierno estadounidense. En realidad, desestabilizaría más al gobierno del vecino país que los más de 100 millones de adictos se rebelaran en las calles contra Trump, quien quiere ver como terroristas a quienes lo protegen de una guerra civil.

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De esto no dan cuenta los medios, para los cuales los problemas con Estados Unidos surgen en una especie de generación espontánea donde no hay origen ni destino, ni causas ni efectos, cuando la existencia del narcotráfico en México tiene como causa y efecto las condiciones sociales del vecino país.

Para los medios nacionales es más fácil creer fantasías alrededor de países que nunca han visitado como Venezuela al cual pintan como un verdadero infierno. De serlo no hubieran vitados los venezolanos mayoritariamente por Nicolás Maduro una vez más.

Lo que tampoco dicen en la prensa ni de Estados Unidos ni de México es que los bancos en el vecino país se pueden depositar hasta 10 mil dólares en efectivo sin cuestionamiento alguno es decir el equivalente a 207 mil pesos mexicanos, mientras en México cuando hay depósitos mayores de 15 mil pesos, en efectivo, ya hay investigación, sospechas, cuestionamientos, etc.

Estados Unidos crea fantasmas a través del cine y las series de televisión para infundir miedo y poder invadir cuanto territorio extranjero le convenga, en su tiempo fue el comunismo, los extraterrestres, los narcotraficantes, lo peor es que hay gente que le cree.


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