Récord de fe: 11.5 millones celebran a la Virgen de Guadalupe en El Tepeyac
Un fenómeno de fe y logística
El operativo desplegado por las autoridades capitalinas reportó que, en los días de mayor afluencia, se brindaron 1,767 atenciones médicas, incluyendo dos traslados hospitalarios. Asimismo, 41 personas fueron reportadas como extraviadas, de las cuales 40 ya fueron localizadas.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) implementó un dispositivo especial para garantizar la seguridad y fluidez en los accesos a la Basílica, mientras que cuerpos de emergencia y servicios de apoyo atendieron a los peregrinos que recorrieron cientos de kilómetros a pie, en bicicleta o transporte público.
Más que una celebración, un vínculo cultural
La Virgen de Guadalupe, conocida como “La Morenita del Tepeyac”, no solo es un símbolo religioso, sino también cultural, que trasciende generaciones y fronteras. Desde su aparición en 1531 a San Juan Diego, su imagen ha representado esperanza, identidad y unidad para los mexicanos y millones de latinoamericanos.
En comparación con años previos, la festividad continúa en crecimiento tras el impacto de la pandemia. En 2020 y 2021, las restricciones sanitarias limitaron el acceso presencial a la Basílica, pero la devoción se mantuvo viva con millones de fieles participando de manera virtual. Este 2024 marca un retorno pleno, superando incluso los niveles de afluencia previos a la pandemia: en 2019, último año sin restricciones, se registraron 9.8 millones de asistentes.
El santuario más visitado del mundo
La Basílica de Guadalupe ha consolidado su lugar como el santuario católico más visitado del mundo, superando incluso a El Vaticano. Esta movilización masiva de fieles refleja no solo la profunda devoción hacia la Virgen, sino también el impacto cultural y espiritual que tiene su figura en millones de personas.
Con las celebraciones aún en curso, el número de asistentes podría incrementar. Para muchos, esta tradición es una oportunidad no solo de veneración, sino también de renovación espiritual y comunitaria, que mantiene viva la conexión entre lo sagrado y lo cotidiano en el corazón de México.