Partidos nuevos sin pueblo

Los partidos políticos caminaron sin el acompañamiento del pueblo por tantos años que aún ahora consideran que los contrapesos del poder los conforman los líderes, y, en el mejor de los casos, los propios partidos. Aquí el desprecio por el pueblo no sólo es evidente sino un problema de formación académica en la teoría y de ejercicio político en la práctica, muy grave.
Los partidos políticos nacieron, crecieron y murieron alejados de la población. Su concepción del contrapeso radica en un grupo de legisladores iluminados escogidos por los líderes de los partidos para simular la representación popular.
Hora, que no saben cómo lograr el apoyo de una sociedad que ha sido olvidada por los partidos políticos, desconocen el método a seguir para obtener el registro de nuevas organizaciones que surgen de las cenizas de los grupos que perdieron su vigencia legal como partidos.
La manera de algunos políticos de la antigüedad que intentan figurar como creadores de nuevos organismos, descubre el anacronismo de su concepción de la política.
La primera aversión radica en la percepción equivocada de que los partidos por sí mismos son una alternativa política, bastará con plasmar en la solicitud del INE una variable mínima en las ideologías políticas existentes para que los mexicanos sean seducidos por la nueva organización. Es claro que estas diferencias o similitudes ideológicas no son una referencia política sólida para los mexicanos, luego de la alianza frustrada y frustrante entre PRI, PAN y PRD, cualquier alternativa ideológica es válida para atraer la atención de los ciudadanos.
Los partidos deben gestarse, crearse, desarrollarse y crece de la mano de la población y no presentarles una sorpresa con ideas que no son más que un licuado mal integrado, que provoca que la población les dé la espalda
Así lo creen algunos que salen de sus partidos para construir un híbrido que consideran podría obtener el beneficio del registro condicionado. En lo que el INE deben ser más estricto en la definición que exige precisión en la ideología de los nuevos organismos políticos. Pero, sobre todo, que respeten los lineamientos políticos que se comprometen, ante la autoridad electoral, practicar.
Pareciera como si quienes ahora organizan nuevos partidos fueran jóvenes de secundaria que tuvieron la ocurrencia de crear un partido como tarea escolar. Por ejemplo, dan por un hecho que quienes se abstienen de votar lo hacen como rechazo al partido en el poder, cuando, en realidad, se expresan premeditadamente, por un hartazgo del actual sistema de partidos, piensan que todos los partidos y los políticos son iguales y seguirán siéndolo siempre.
En todo caso no hay que transformar la apatía sino regresar la confianza sobre la legalidad de las elecciones. La manera tan simple de ver la realidad social los muestra ignorantes del pensamiento de una sociedad que se politiza cada vez más y adquiere conciencia de su responsabilidad histórica cada día.
Las cuentas alegres de quienes quieren crear un partido patrocinado por Claudio X. González, mueven a risa y exhibe su desconocimiento de la política, su historia, su teoría y su evolución. Porque creen que el abstencionismo tiene seleccionados a sus aliados y enemigos, cuando en realidad se alejan cada vez más de la participación en las urnas.
Es necesario que el poder mueva, con hechos concretos, la idea de que la vida pública es continuidad rutinaria del pasado que se dirige al futuro sin cambios. Sólo con los hechos los abstencionistas pueden cambiar de idea, y pudiera tratarse de una persistencia que no los convenza ni con hechos concretos y consumados.
Desde la oposición es más complejo luchar contra el abstencionismo ya que la percepción de quienes no tienen el poder ante ellos simplemente es la visión de los derrotados en las urnas sin influencia en las transformaciones.
Los nuevos partidos políticos surgirán, en caso de ser aceptados por la población, como copia de los que fueron rechazados en las urnas. Copias mal hechas del pasado y con evidentes signos de que nunca podrán conseguir el apoyo social que toda asociación política requiere para convertirse en partido político.
Los hombres son los mismos, los nombres son los mismos, las caras son las mismas, la práctica es la misma, los une el enemigo común, y al convertirse en una alianza electoral o coalición para los comicios tendrá una cohesión efímera como pudo mostrarse con esa mezcolanza que integraron al PRI, PAN y PRD en una posibilidad política. Es decir, repetirán los mismos errores, porque carecen de cuadros de militancia y de líderes para candidatos.
Por desgracia a la oposición no se le ve proyecto sólido, menos aun cuando apenas crearán la plataforma de un proyecto de nación, que necesariamente tendrá que ser un partido. Quieren echar a volar el avión sin autopista o a zarpar un barco condenado a naufragar.