La autopista de la salud organizacional
Perturbaciones geopolíticas, avances tecnológicos, incertidumbre económica, cambios trascendentales de los competidores y otras perturbaciones conforman plagan la carretera empresarial de nuestra era. Algunos conductores desisten, otros se rezagan, pocos logran avanzar. Pero nadie puede rehusar participar en esta carrera donde se juega al todo o nada.
La salud organizacional es la meta. Debe llegarse por una autopista de tres tramos. Uno es la manera en la que la organización se reúne en torno a una visión y estrategia común, el segundo representa la eficacia en la que ejecuta su estrategia y el tercero es la capacidad de innovación empresarial a lo largo del tiempo.
Aquí sólo hay dos opciones: la salud o meta del éxito, por un lado, o un desahuciante descarrilamiento. No hay puntos medios. Aquí se determina el rendimiento sostenido sin importar la industria en la que se participe.
En esta carrera que divide tajantemente campeones de perdedores se determina el grado de resiliencia y el rendimiento financiero. Ademán predice la creación de valor y la ventaja competitiva.
¿Quiénes son los ganadores? Los ranqueos de los últimos años develan que existen factores que privilegian obtener la salud de las organizaciones.
Uno fundamental es el liderazgo decisivo. Se trata de comprometerse con un sistema de toma de decisiones delegada. Es decir, empoderar a los empleados y dar a los más cercanos al trabajo la autonomía para tomar sus propias decisiones. Con ello obtienen 85 por ciento más de probabilidades de mejorar la calidad de las decisiones organizacionales. Un ejemplo de este tipo de liderazgo es manejar esquemas de información y datos más abiertos.
Por cierto, lograr la salud de una empresa está estrechamente relacionado con la toma de decisiones. Estas deben estar respaldadas por conocimientos basados en datos y complementadas con ideas que apuntan a mejoras en los procesos cotidianos o formas de trabajo.
Ahora, otro factor decisivo para alcanzar la salud corporativa es el talento. Éste representa una ventaja competitiva cada vez mayor. Puede ser una poderosa palanca tanto para la atracción como para la retención de empleados. También puede ayudar a las organizaciones a pivotar rápidamente a medida que los mercados cambian o surgen nuevas tecnologías y tendencias globales.
Las empresas que fomentan, e incluso facilitan los cambios de roles internos, pueden mejorar las habilidades de los empleados, maximizar su versatilidad y proporcionar vías de crecimiento. Las figuras como el intraemprendimiento cobran importancia en las organizaciones.
Ahora, es fundamental que los líderes establezcan una línea de base de las fortalezas actuales de la organización, así como de las fortalezas a las que se dirige. Es decir, generar un trabajo de prolepsis. Con esa línea de base en mente, los líderes pueden establecer prioridades de comportamiento claras y lograr acelerar.
Llegar a la meta, alcanzar la salud organizacional, implica tener pilotajes con claridad estratégica y que se comparta en toda la organización. Es poseer estructuras, procesos y normas de trabajo que aceleran la toma de decisiones, eliminan capas de burocracia y facilitan que los empleados hagan las cosas, incluso cuando las situaciones son nuevas o ambiguas.
¿Qué hay del piloto que avanzara en la autopista para llegar a la salud organizacional? contratar y desarrollar gerentes con un profundo sentido de propiedad personal por su trabajo y que lo fomenten en sus equipos y empleados es la acción número uno.
Otro factor crucial para conducir en esta carrera que no admite recesos, es tener un conductor con perspectivas competitivas. Tener una visión clara de dónde y cómo encajan en el panorama competitivo y de sus propuestas de valor.
¡Arrancan! El retorno está proscrito. Es la salud o retirarse de la carrera.