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Oposición sin límites

Oposición sin límites

Oposición sin límites

Salir de los límites de la política es para la oposición una costumbre cotidiana. Actúan con plena libertad en este sentido argumentando falta de libertades. La impunidad con la que se viven estas expresiones de inconformidad motiva a que la siguiente supere a la anterior y, ante la toma de posesión del nuevo gobierno, logran acaparar reflectores de los medios que llevan seis años en contubernio con la oposición.

La convocatoria a los estudiantes de Derecho, que entre ingenuidad y aspiracionismo fueron convencidos con falacias por improvisados líderes del Poder Judicial, que ven perdidos sus intereses ilícitos. La invitación del delincuente Guadalupe Acosta Naranjo a sabotear la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, La agitación para un golpe de Estado de Pedro Ferriz dirigiéndose a los secretarios de Sedena y Marina.

Varias convocatorias a la desobediencia, a hacer caso omiso de las decisiones de los resultados electorales, a desconocer triunfos de la población, la rebeldía de la presidenta de la Suprema Corte para cumplir la ley, a regatear representación legislativa al pueblo, etc.

La persistencia de perredistas y de la ex candidata a la Presidencia dela República por la oposición, por sentirse vivos políticamente, aunado a la insistencia de que encabezan a la sociedad civil, confluyen de los espacios destacados de los medios convencionales, con un impulso propio de fanáticos como sucede con noticieros como el de Loret, Dóriga o Pepe Cárdenas.

Todo lo anterior está más cerca de una acción golpista que de una práctica política. Es decir, de la ilegalidad que de la lucha dentro de las normas establecidas por la ley, aunque intenten hablar en su nombre.

La incapacidad política y la desesperación que esta incapacidad produjo en las elecciones y en el prestigio de la oposición corrupta, impulsan actos grotescos que muestra lo que son con sólo expresarlos. Se trata de una oposición prácticamente inexistente que sigue los parámetros que la enviaron a la autodestrucción, pero son incapaces de refundarse.

Sin los medios incondicionales a la oposición nada de esto fuera real, existe como propósito en los proyectos de la oposición, y los medios convierten en amenaza que la gente termina por creer, afortunadamente cada día en menor proporción. La guerra sucia sin los medios no existiría, el papel que jugaron en la batalla organizada por los Yunes en Veracruz contra Rocío Nahle es una prueba de ello. La difusión de las ideas, acusaciones, denuncias falsas no hubieran existido de no ser por los mercenarios de la comunicación que carecen de profesionalismo y caen en la ilegalidad, no sólo por hacer a un lado su responsabilidad social, sino por usar los canales de difusión para proliferar mentira. Esa es ya una muestra de libertad, de libertinaje y de impunidad.

Sus palabras pasaron del debate civilizado a vocablos como sabotaje, descarrilamiento, bloqueo, impedimento, marcha, cierres, insultos, traiciones, descalificaciones, etc. La oposición colocó al ejercicio político al ras del suelo en sus declaraciones y apariciones en los medos, eso sin contar a la disidencia del whatsapp que no cesa de enviar gráficas y “estudios” al estilo de Massive Caller, que nadie firma, ni se dice la fuente ni se muestra la metodología. Un entretenimiento de la inmadurez de quienes tienen mucho tiempo y poco cerebro.

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Por su parte, los medios sufren tanto desprestigio y padecen una falta de credibilidad sin precedente, de tal manera que si en este momento descubrieran un acto real de corrupción de cualquier nivel del gobierno nadie lo creería, aunque mostraran pruebas y video, evidencias y documentos.

La reiterada salida de los límites ha permitido que la gran mayoría de la población desdeñe la información que antes era indispensable para algunos. Ahora, la verdad está cada día más lejos de los medios convencionales, aunque todavía tenga una rémora de nostálgicos que se dicen público. Un público acostumbrado a la pasividad social y a la indiferencia política, por cierto.

Los límites de la legalidad colocaron a la oposición y sus cómplices en el limbo político, en un espacio inexistente y una repercusión que sólo por la desesperación e impotencia, podría tener cierto grado de peligro. El único camino de la oposición para sobrevivir y tener presencia en alguna lucha social es el golpe de Estado.


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