“Si deseas ser multiplicado en todo, ¡No temas al ofrendar todo lo que tienes al señor!”
¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
Padre Santísimo: una vez que hemos madrugado, ante ti nos regocijamos porque tú siempre nos exiges ese algo que tenemos para verlo multiplicado y salir en busca del hermano caído en desgracia para darle un consuelo y hacer que en él brille un rayito de esperanza, se levante en su ánimo y retome la vida con más ímpetu y de manera apasionada.
Cristo, tu amado hijo estaba empeñado en dar comida a la multitud que rebasaba los 20, 000 seres humanos, pero la lógica hizo que Felipe razonara así: ¡Ni con el salario de 6 meses se podría comprar algo de pan para darles un poco! Es obvio que tu hijo amado, sabía lo que tenía que hacer y qué nos quería enseñar.
Para comenzar a ver la solución a la comida de ese día, un joven ofreció a Andrés sus cinco panes y dos pescados que su madre le había preparado, pero él razonó así:
¿Qué es esto tan poquito para tantísima gente? Este joven es un ejemplo de proverbial generosidad y de absoluto desprendimiento de su propia comida que, puesto en las manos divinas, tiene un efecto multiplicador con la bendición celestial.
Padre Santísimo: ¡Qué pena nos causa el ver cómo los primeros faltos de fe somos tus apóstoles, tus ministros y tus servidores.
En vez de tener la actitud de Cristo, la mente de Cristo, siempre dispuesta a multiplicar, hasta lo suficiente lo hacemos poca cosa.
En cambio, en tus hijos del pueblo santo, hay generosidad, hay desprendimiento, hay capacidad de dar y lo más hermoso es que sí saben ofrendar.
¡Qué hermoso es saber que gracias a estos pocos que saben y valoran lo divino que es ofrendar, ellos son los que fortalecen la fe en sus hermanos y a tus ministros nos dan una lección de vivir la fe hasta sus extremos, porque ellos no tienen nuestra lógica humana que nos limita y nos convierte en mediocres, que damos lástima, porque no sabemos ni comprendemos lo excelso del saber darlo todo.
Quien así lo ha hecho, ha merecido pasar a la historia como un hombre conforme al corazón divino
Luego pasamos a ver cómo tu amado hijo da la orden a sus discípulos a recoger lo que sobró, porque es producto de una bendición caída de lo alto, demostrándonos que de lo poquito se hace un muchísimo y hasta de sobra y, pensemos que la gente comió hasta saciar su hambre.
Con ello se cumple lo que tu hijo amado nos dijo: “Den, y les será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en sus regazos. Porque con la medida con que midan, se les volverá a medir”.
¡Qué afortunado fue ese joven, que después de este premio a su generosidad sin límites, todo cuanto tenía le fue multiplicado! ¡Qué tremenda lección recibieron los apóstoles de tu hijo amado, para que aprendieran a ser generosos, desprendidos y capaces de enseñar con su vida y ejemplo lo hermoso que es saber dar sin medida, sin miramientos y sin condiciones.
Padre Santísimo: Gracias por esta lección de generosidad, de ofrenda agradable a tu presencia y de saber y poder pensar en las necesidades de los demás, sin escatimar esfuerzo y desprendimiento generoso. ¡Bendito Seas! Amén.
P. Cosme Andrade Sánchez+