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Cuando la palabra mata

Cuando la palabra mata

Cuando la palabra mata

El abuso verbal es el principio del fin. Es el acantilado del desamor, la herramienta de destrucción de la falta de respeto y consideración. Es antesala del infierno, puerta abierta al maltrato y muchas veces también al feminicidio.

Acusar, ridiculizar, insultar, gritar o humillar tiene efectos negativos a largo plazo en la autoestima de las víctimas. Contribuye a desarrollar sentimientos de inutilidad, desvalorización y autoculpa.

A veces afecta tanto o más que el abuso físico. Lacera y se visibiliza en problemas de salud, autoestima, depresión y ansiedad. Es el primer signo del ulterior abuso físico y la forma de abuso emocional más extendida.

Las palabras son el ingrediente principal en hechizos, pero también poseen el poder de creación de realidades. Por ello “…primero fue el verbo” en la creación de la realidad y el mundo, cuando nada existía.

Aparecieron entonces los reinos animal, vegetal y mineral. El mundo se pobló de criaturas y “el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios” que le otorgó el poder de escribir su historia y crear su realidad con la verbalización.

Para crear primero se imagina, luego se impone el nombre a las cosas y transformas el mundo que puede llenarse de seres benevolentes o quimeras. No es el hecho escueto lo que determina la realidad y vida, es la manera en la que se percibe y relata. La narrativa es la vida.

La interacción con otros nos reafirma el propio concepto de quienes somos o que hacemos en esta dimensión de existencia, pero la palabra también puede tambalear el autoconcepto y vulnerarnos a infinidad de peligros reales o imaginados.

La palabra crea, transforma y sana, pero también posee la capacidad de dañar, vejar, destruir y matar.

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La violencia psicológica se manifiesta mediante palabras que atacan o injurian. Es un velo pernicioso que cubre lo que somos. Aparece de distintas maneras que se materializan con las palabras que rechazan, degradan, aterrorizan y aíslan. Existen palabras malas.

El abuso verbal y emocional, son las maneras más populares e incluso solapadas o “permitidas” en los contextos sociales e incluso en ámbitos educativos y empresariales. En la medida que se normaliza, menos posibilidades existen de que las víctimas escapen de esta vejación.

Entonces aparecen problemas de socialización, aislamiento, inseguridad, agresividad, carencia de integración, déficit de atención. También bajo rendimiento, insomnio, pesadillas y fobias. Llanto, tristeza, aislamiento, alteraciones del desarrollo afectivo, dificultad de expresión y de manejo emocional y en algunos casos, la muerte.

Las palabras pueden destruir y romper personas y vidas. Es importante entonces evaluar las interacciones verbales con un simple ¿Cómo me siento?, es posible que se develen a tiempo verdugos o personas tóxicas. Es momento de alejarnos del peligro.


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