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Desmentir a los medios

Desmentir a los medios

Desmentir a los medios

Sería muy interesante saber por cuántos puntos hubiera ganado Rocío Nahle la elección para la gubernatura de Veracruz si no hubiera sido entrevistada por Joaquín López Dóriga para aclarar las mentiras de Arturo Castagné, quien declaró, en ese mismo programa, las supuestas propiedades que le adjudicó el títere de Yunes Linares.

La respuesta lógica es que por el mismo porcentaje que ganó. No hubiera habido cambios, quienes votaron por la gobernadora electa no acostumbran informarse con López Dóriga. Éste infla la cantidad de su auditorio con bots pagados, lo mismo que hizo la señora X con encuestas mandadas a elaborar a su favor. Es innecesario para quienes consumen información real.

La Cuarta Transformación ha creado auditorios muy identificados con los personajes más que con los medios y en el caso de Dóriga, tiene su propio público con un pensamiento tan definido como respetable, pero poco apegado a la realidad.

Si hubiera influido la “denuncia” de Arturo Castagné, a través del noticiero de Dóriga, algo de tizne hubiera quedado y dejado su huella en los resultados electorales, afectando la imagen y triunfo de Rocío Nahle. No sucedió así.

La diferencia de votos, de más de 28 puntos de ventaja, no hubiera sido tan clara, a pesar de la insistente propaganda de algunos medios en afirmar que estaban en empate técnico, debido a las propiedades que, de la noche a la mañana, le descubrieron a la gobernadora electa.

Hay medios y personajes que ya no influyen en el grupo de población y, por otro lado, hay una población que sabe, por antecedentes concretos, pruebas evidentes o simple lógica o intuición, quiénes mienten y quiénes cobran por que los mercenarios utilicen sus espacios a cambio de dinero con o sin factura.

Si en 2018 los medios que anteriormente regían la realidad en México hubieran influido en la sociedad, López Obrador hubiera perdido las elecciones. Sus contenidos eran de catástrofe para el futuro y no hubo uno sólo de los medios en los que trabajan personajes como el arriba mencionado, que fuera optimista respecto al destino de México; sin embargo, la población no les hizo caso. La derrota también es de esos medios y no entendieron. Siguen con el mismo ritmo de mentira a pesar de su evidente decremento de credibilidad y disminución de público. El pueblo no acostumbra nutrir su conciencia con mentiras.

Anteriormente, era necesario que hubiera una noticia en la capital del país para que sus repercusiones afectaran el estado correspondiente, en este caso Veracruz. Así sucedió con la queja de Castagné, pero ya no influyó en la entidad. Hubo eco de los habituales La guerra sucia es la estrategia de los conservadores desde hace varios años pero sus fusiles son los medios y las municiones los columnistas y su discurso tendencioso y poco apegado a la verdad. Prestarse a difundir información a sabiendas de que es mentira, debe ser un delito, la gente lo sabe por eso les da la espalda. Las aclaraciones sobran, la conciencia impera y el pueblo conoce a los honestos.

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La falta de credibilidad de los medios tradicionales se debió a sus propios excesos. La sutileza inicial en sus fake news creció hasta convertirse en burdas fantasías que cualquiera podía no sólo dejar de creer sino desmentir. Citaban declaraciones de una persona cuando no se encontraba en ese sitio; anunciaban capias económicas, que en realidad eran logros concretos, pronosticaban devaluaciones que se convirtieron en la fortaleza del peso y anuncian lluvias cuando el sol brilla en todo su esplendor.

Tomar en cuenta a los medios tradicionales y a los autodenominados analistas políticos convencionales implica darles respiración artificial en un país donde la conciencia sobre verdad y mentira está muy clara.

Hay, desde luego, público para todos y quienes prefieren darle solidez al cristal de la esfera en la habitan y son asiduos escuchas de lo que esos medios emiten como reflejo de la irrealidad. No sólo es otro país sino otro planeta, pero la evasión es buena cuando el mundo en el que se vive se derrumba. Permite sobrevivir.


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