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Madrid día dos/el taquero de Madrid

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Comer y caminar, dos lecciones. Camelot

Animal de costumbres fijas, suelo caminar los mismos rumbos. Hay lugares donde uno se queda y lugares que quedan en uno, diría un poeta caminante. Otro señaló que el mundo es como un libro, y los que no viajan, solo leen una página. Hace años que vengo por esta zona donde me hospedo en el Liabeny, que es conocido como la Embajada de México en Madrid, si uno quisiera encontrar a un paisano, aquí seguro lo encuentras. Mucha gente mexicana visita este hotel que está ubicado en zona peatonal. Llegando me fui al Museo del Jamón, que es comedero para turistas, como lo es uno Casa Lucio, donde los huevos rotos con patatas reinan, que eso es como ir al Puerto y no visitar La Parroquia de Veracruz, traía antojo de Morcilla y me la hicieron a la voz de ya. Rica y cómo venia sin mucha hambre por el traqueteo del avión, pues solo eso comí.

Poco pero más tarde le entraría a una tostada, que ni son como las nuestras, es pan tostado muy afrancesado, pero es español. Hace años llamó mi atención un taquero mexicano que se puso frente al hotel en la calle Salud. Vende tacos al pastor, como en México y en Orizaba y en todo el país, hay uno en cada esquina, al menos yo veo los de la Oriente 4 y el taquero de la Alameda, que ponen unos trompos gigantes. Aquí por la norma de Salud es diferente, es, yo digo, parecido a Dinamarca, algún día medio ponchado caí en un hospital tipo del IMSS, el reina Victoria o Isabel, iba con colitis aguda y me atendió una enfermera que el Chicharito, mi nieto, quedó enamorado de ella. Pero eso no fue lo importante, lo importante es que no me cobraron absolutamente nada, ni por ser extranjero y me dice Rafa Fuster, el veracruzano que ahora vive acá en Madrid, que el sistema de Salud de España es de primera. Más o menos como el de Dinamarca.

Pero iba al taquero, aquí el sistema de salud no permite que la carne esté expuesta a los polvos de los camiones como los tienen en México casi en la banqueta, y este taquero mexicano, que vino a triunfar como pocos en Madrid, metió el trompo y desde adentro los vendía con una fila que crecía por días. Bueno, en noviembre pasado que por aquí anduve estaba cerrado, pensé que era por una obra que estaba frente, un parque que le están construyendo abajo un estacionamiento, los españoles, que cuentan con pocos espacios comparados con los nuestros, construyen bajo sus parques los estacionamientos de cobro. Caminé rumbo a la Gran Vía y vi al taquero, se mudó a unos pasos, pero que impresionante negocio, la cola sigue larguísima y dentro aquello parece un Mc Donalds de lujo, cuentan los lugareños que el dueño ya es rico y que trae dos Ferraris y tiene una sucursal más.

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Pues como me queda cerca, después de desayunar caminé hacia el sitio, ya había colas. Impresionante el lugar, creció unas cinco o seis veces más, espacios abiertos, tacos mexicanos de pastor, arrachera, suadero, cochinita, tanga que los españoles aguantan las colas, porque pides y pagas y te los llevan a la mesa. Entré. Me dio gusto ver todo mexicano, desde una calaca flaca hasta los refrescos jarritos y la cerveza Sol, hecha con el agua y el clima de Orizaba. Aquí exhibo los precios, pero van tacos al pastor por 2 euros, ignoro si es uno o dos, porque en México una orden de 5 vale entre 40 o 50 pesos, pero mañana pregunto, me queda al paso. A veces fijan la Bandera Mexicana y eso le da más prestancia. Bien lo decía Kamalucas, un profeta de mi tierra: “La comida no sólo alimenta mi cuerpo, sino que también alimenta mi alma, mi consciencia y mi espíritu”.


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