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Movimiento ¡¿Ciudadano?!

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En 1994, un año complejo y definitorio para el sistema político mexicano, cuando el PRI era aún la fuerza dominante, aunque en declive, Dante Delgado Rannauro estaba en el cénit de su hasta entonces meteórica carrera política. Era ni más ni menos que Secretario de Organización del PRI a nivel nacional, en plena campaña presidencial. Estaba en la antesala del gabinete del próximo gobierno. Algunos afirmaban que sería Secretario de Gobernación, como lo había sido su exjefe y promotor, el sombrío ex militar, represor, ex jefe de la policía política y de la guerra sucia contra diversos grupos sociales, capitán Fernando Gutiérrez Barrios.

Contaba con las credenciales para serlo: había sido diputado federal, líder estatal priista, secretario de gobierno y gobernador -es un decir- sustituto de Veracruz, y hasta embajador en Italia. Sin embargo, recibió un encargo menor y luego fue acusado de malos manejos y desvío de recursos  cuando fue gobernador, por lo que fue enviado a la cárcel. Su rompimiento con el PRI estaba cantado, saliendo de prisión comenzó a formar un nuevo partido político, que llamó Convergencia por la Democracia. En la elección del 2000, en 2006 y en 2012 se alió con la izquierda de entonces, el PRD y el PT. Apoyó a AMLO para ser jefe de gobierno, y rumbo a la presidencia.

En 2018 cambió de barco y se alió con el PAN y el PRD en apoyo a la candidatura de Ricardo Anaya (qué mal tino, caray). Así es que en 2024 es la primera vez que cuentan con un candidato presidencial propio. Sobra decir que en materia legislativa, la pequeña representación de MC poco o nada valioso ha aportado desde su fundación.

Ese partido es ahora Movimiento Ciudadano, que ni se mueve mucho ni es ciudadano, término este último del que por cierto se apropian indecente e inapropiadamente, y Delgado sigue siendo su dirigente nacional, en la práctica su dueño y beneficiario de sus logros políticos y económicos  (hay que recordar que mientras más votación recibe un partido, cuenta con mayores prerrogativas). Ha dirigido (formalmente en tres ocasiones) y controlado a esta organización política durante 25 años, en los cuales no ha podido formar a ni a un solo nuevo liderazgo nacional serio y destacado.

Por razones políticas coyunturales, como el hartazgo local hacia el PRI y el PAN, malas candidaturas de MORENA y la presentación de candidatos jóvenes y con cierta fuerza regional, pero independientes en ambos casos del liderazgo de Delgado, o de una estrategia innovadora y un trabajo político-partidista fino), en 2018 MC ganó la gubernatura de Jalisco, y en 2021, la de Nuevo León. En el primer estado el gobernador Alfaro se deslindó ya del partido y su dirigencia, y al neolonés Samuel García la novatez, la irresponsabilidad, la trivialidad y la falta de talento y oficio político lo tienen enfrentado a los otros partidos y al Congreso estatal.

Ese es el partido de la “nueva política”, el que postuló como su candidato a la presidencia a Jorge Álvarez Máynez, luego de la farsa que significó la corta precandidatura del mentado Samuel, a quien nadie bajó de la contienda a la mala, como mañosamente afirman él y sus paleros, ya que él mismo decidió volver a su encargo estatal para no dejarle el gobierno interino a alguien que no fuera su incondicional (así de limpias estarán sus cuentas), para luego destapar en amena francachela al nuevo candidato, quien por cierto había coordinado la breve fosfo-campaña samuelista.

Y no, estimado lector, no se sienta usted mal si no lo conoce, si ni siquiera había escuchado el nombre del abanderado emecista antes de su chelero destape. No es que le falte cultura política. Es que en serio, muy pocos lo conocen. Así de destacada ha sido la labor legislativa de MC en la Cámara de Diputados federal, donde Álvarez coordinaba -también un decir- a los pocos legisladores de su partido. Antes de ello había sido también diputado federal (plurinominal, claro), diputado local y regidor en su natal Zacatecas (por el PRI, por cierto). Hasta ahí.

Si ya iniciada la campaña el equipo de MC trató de dar un golpe mercadológico con la marca “Máynez” es porque el nombre completo del candidato, internacionalista de profesión, nada decía ni menos aún significaba. Un claro reflejo del partido que lo postula, que poco ha aportado a la democracia mexicana o al bienestar social de la población.

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Por cierto, a algunos se les olvida que distintas figuras políticas que ahora destacan en MORENA y su 4T, fueron, no hace mucho tiempo, candidatos y legisladores por MC, como Alfonso Durazo, Ricardo Monreal, Marcelo Ebrard (aunque fallido, también ahí), o Alejandro Gertz. ¿Será que aún hay cariño, y un nuevo romance en el horizonte, por lo que el principal rol de MC en esta elección será golpear  a la alianza opositora?

Hay que estar conscientes de que votar por MC solo servirá para alimentar el negocio económico y político de su dueño, abonar al futuro de personajes frívolos, superficiales y sin sustancia, y distorsionar el sentido democrático de la contienda. Votar por MC  significa apoyar a un partido que simula un mensaje innovador, pero sin propuestas nuevas, que trata de seducir, con máscaras y engaños, a jóvenes y a indecisos, buscando de forma soterrada desviar las preferencias electorales. SI a alguien le interesa impulsar a una costosa “bisagra” parlamentaria que incline la balanza y venda su apoyo legislativo al mejor postor, que vote por MC.

 


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