Oración: “Cielos abiertos”
¡Oremos al Señor! ¡Señor, Ten Piedad!
Padre Santísimo: ¡Feliz domingo de Cielos abiertos!
Estar contigo, es ver las puertas de los Cielos abiertas de par en par para poder contemplar tu inconmensurable grandeza, tu magnífica presencia, tu Amor inexplicable e incomprensible, tus ejércitos de ángeles, tus excelsas maravillas que no podemos abarcar con nuestra mirada, y la indecible magnificencia de la Santa Ciudad de la Jerusalén Celestial.
Padre santísimo: Los Cielos no se encuentran cerrados jamás para quienes amas. Lo maravilloso es que tenemos acceso quienes gozamos de tus favores y de lo increíble de tu bondad. Es por ello que, entre nuestra humanidad has seleccionado a grandes genios que se atrevieron a gozar de tu amistad y a la par que san Pablo, fueron trasladados a tu presencia y con una sola mirada de las realidades celestes, ellos fueron capaces de expresar con la pintura y auxiliados con tu divina inspiración esas obras de arte que nos manifiestan y confirman lo hermoso que es gozar de tu amistad y, poder en vida, elevarnos al tercer Cielo, donde está tu trono de gloria, de amor, de poder, de majestad y de misericordia.
Hoy tu amado hijo nos habla con nítida claridad y con la firmeza de Su voz: “ —Les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el hijo del hombre.” (San Juan 1:51). Esa es la verdad que poco ponderamos y en vez de atraparla en nuestra mente y en nuestro corazón, la dejamos al aire. Es el poder de la oración el que nos hace amigos de Dios. Es la capacidad de introducirnos a los cielos para inspirarnos y hacer de nuestra existencia una verdadera vivencia de lo excelso y omnipotente del amor. Orar es poner nuestra mente en la misma mente divina de Cristo y hacerla ascender y trasladarse a ese lugar donde fue concebida: en tu mente Padre Santísimo, quien nos conoces por nuestro propio nombre. ¡No es ningún atrevimiento el hacerlo! Es una hazaña que debemos realizar a diario para poder pensar como piensa tu mismo Hijo Amado, para poder ser sus seguidores que ejecutan con el poder de sus palabras todo lo ordinario convirtiéndolo en extraordinario, maravilloso y sensacional.
Orar es estar descansando y regenerándonos en ti, Padre Santísimo, a fin de reiniciar a diario nuestras labores pero con ese toque divino que las hace excepcionales, de calidad y de edición única e inigualable. Llegar a este punto es lo más hermoso que nos puede suceder en esta vida, porque es palpar y constatar que tú vives en nosotros y nosotros en ti. Estar por siempre unidos a ti es contribuir a que muchos hermanos nuestros tengan la oportunidad de ver en nuestro trabajo ese algo que lo diferencia del común denominador, porque le imprimimos ese toque divino.
Padre Santísimo: Te agradecemos porque a pesar de estar solo unos instantes ante tu rostro, nos es suficiente para transformar hasta nuestra nueva forma de pensar, de hablar, de ver y de actuar. A medida que estamos unidos a ti, nuestros días se vuelven extraordinarios, interesantes, coloridos y sensacionales, que nos hacen gozar sacándole provecho a los días que tú nos concedas estar en esta tierra bendita y nos llames a donde siempre en mente y en espíritu volamos hacia Ti.
Padre Santísimo: ¡Gracias por ser testigos de que los mismos ángeles que te sirven, son los que tú envías para que en los momentos más difíciles, sean ellos quienes nos apoyen y hasta nos defiendan para salir triunfantes y con la palma de la victoria!
¡Bendito seas, Padre Santísimo, por ser como eres y por habernos enviado a tu Hijo Amado para reincorporarnos a ti, quien nos concebiste en tu mente divina! Amén.
P. Cosme Andrade Sánchez+
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