Nunca antes
Sin lugar a dudas el Presidente de la Republica no quiere entender que ya no es el único que puede tomar decisiones, y desde luego que está resintiendo el no tener ya el control de los hilos de la madeja política y social como lo ha venido haciendo desde el inicio de su sexenio. El ocaso ha comenzado, y no tardará en presentarse el languidecimiento de un régimen que aunque no lo quiera aceptar, ha sido autoritario.
El Presidente de la Republica está acorralado y desesperado porque los momios de Claudia Sheimbaun no son los que esperaba. La marea de ciudadanos que concita la señora Xóchitl Galvez sigue creciendo, y esa circunstancia tiene muy sobresaltado al fantasma que habita en Palacio Nacional, que no atina que hacer porque esa sociedad que lo llevó al poder ahora está en su contra.
La soledad es mala consejera, y cuando un hombre de estado se siente acorralado, normalmente toma decisiones absurdas y contrarias al razonamiento. Por mucho que tenga de su lado a los principales mandos de las fuerzas armadas, sabe que enfrente de todo estarán los ciudadanos que con valentía estarán dispuestos a defender esa democracia, que nos ha permitido transitar por decisiones difíciles en nuestro devenir histórico.
Nunca antes un mandatario tuvo tanto poder, nunca antes un mandatario dilapidó la fortaleza de quienes lo llevaron al poder, nunca antes un mandatario tensó tanto las relaciones entre su pueblo y su aspiración de mantenerse en el poder. Nunca antes un pueblo se volcó de lleno a cambiar un mal gobierno, para después darle la espalda a quien los engañó con la cantaleta de que habría que complementar una transformación.
Nunca antes un mandatario se sintió merecedor de vivir en un Palacio como si fuera un Maraha o un príncipe de esas dinastías que en este país no han tenido cabida desde que los mexicanos decidimos independizarnos. Pero también hay que señalar que la mística de los mexicanos comienza cuando Agustin de Iturbide se proclamó Emperador, y tuvo que largarse antes de que hubiera una azorada violenta para que abandonara el poder.
Nunca antes un Presidente de la Republica dilapidó en tan poco tiempo el encargo de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Nunca antes un Presidente de la Republica ha sido tan rechazado y vilipendiado como lo ha sido Andrés a Manuel López Obrador, pero como dicen por ahí, cada quien cosecha lo que sembró, y él sembró discordia, odio, encono, muerte, olvido, pero lo más grave, división entre los mexicanos. Así de simple su circunstancia porque todo se revierte. Al tiempo.