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¿El dueño de este país?

¿El dueño de este país?

¿El dueño de este país?

Sin lugar a dudas muchos tenían razón: esta loco, rematadamente loco. Está enfermo de poder, está brutalmente fuera de la realidad en que vivimos los mexicanos de todas las latitudes. Bien le decía el “Bronco” en los debates que tuvieron, porque lo epitetó como un loco. Y así lo desestabilizó emocionalmente. Muchas veces he señalado que el Presidente de la Republica se sale de la realidad en que vivimos los más de ciento veinte millones de mexicanos.

Todos los días nos pinta un país que no existe, todos los días afirma que los periodistas le queremos hacer daño. Todos los días tiene fantasmas a su alrededor, esos que quieren verlo padecer, y que los destruye con sus sabias palabras y sus emotivas disertaciones, en las que nadie entiende nada, en las que desvaría cada día, en esa realidad alterna en la que vive para sentirse más cómodo dejándole la responsabilidad a quienes lo asisten.

Andrés Manuel López Obrador, ha dado muestras fehacientes de que tiene momentos en los que se aleja de ese mundo en el que vive, suplantándolo por una fantasía de las que por cierto ya resultan muy recurrentes, y donde se siente más cómodo aunque nuestra realidad sea distinta a la suya. Pareciera que la soledad de Palacio Nacional han acentuado esos momentos de delirios que ya son muy frecuentes.

En lo personal creo que ha llegado la hora de que los especialistas de la psique hagan un análisis acerca de los cambios de personalidad que tiene y mantiene, durante sus momentos de mayor efusividad. Su realidad no es la realidad de los mexicanos, y esa soledad de pasear por los diferentes pasillos de un palacio, como si fuera un rey, lo está afectando, y su senectud le ha quitado esa posibilidad de mantenerse en la realidad.

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No es el hombre de estado que siempre pretendió ser, no es el Presidente más querido como muchos se lo hacen saber para evitar sus momentos de enojo porque las cosas no van bien, no es el paladín de los pobres porque pese a los programas sociales la maledicencia contra él se contrarresta con el razonamiento de que esas dádivas no son más que dinero que los mexicanos todos aportamos como impuestos.

Ni el país es propiedad del inquilino de Palacio, ni es lo querido que él piensa. Los pobres siguen siendo pobres pese a las dádivas gubernamentales, y aprecian mucho su pobreza porque no han tenido la oportunidad de encontrar una fuente de empleo, porque los inversionistas están renuentes ante la carencia de seguridad para que sus inversiones amainen la carencia de empleo. Los mexicanos por desgracia vivimos en una falacia. La tendencia de #NarcoDictadorAMLO, le está doliendo mucho. Al tiempo


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