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El peso real de la economía informal

El peso real de la economía informal

El peso real de la economía informal
Por Mouris Salloum George

El comercio ambulante y las actividades “económicas” informales siguen expandiéndose imparables. En época navideña y de fin de año aumenta porque muchas familias aprovechan para ganar un dinero extra. La también llamada economía subterránea alcanzó el 3.1% de crecimiento promedio al segundo trimestre del 2023, de acuerdo con datos del INEGI. Tal dinamismo, en todo 2022, representó el 24.4% del PIB, desde el 22.8% en 2018, con el anterior gobierno.

Como es sabido, desde hace décadas la informalidad en México ha sido refugio para los desempleados o subocupados formalmente.

El hecho ha sido interpretado como un indicador del fracaso de las políticas económicas. Hay vertientes que atribuyen la informalidad a la exclusión laboral y social, pero está claro que es una tendencia más fuerte que eso –una política económica “informal”-.

 

El lado negativo del balance es que una parte de los movimientos económicos informales representan la compraventa de bienes y servicios al margen de la ley. Imperan la corrupción y la criminalidad en el reparto de espacios, en la distribución de mercancías y en la recaudación de cuotas.  Se comercia piratería, contrabando y robo. Todo esto implica evasión de impuestos, trabajo infantil, invasión de espacios públicos, lavado de dinero y corrupción.

Los organismos oficiales inmersos en la materia no especifican con claridad conceptos y alcances al respecto. Por ejemplo, si miden únicamente el comercio en puestos callejeros o si consideran entre la economía informal una multitud de actividades en las que se mueve mucho dinero (la mendicidad, los artistas callejeros, profesiones y oficios que prestan servicios sin facturación de ningún tipo; la venta de drogas y el sexo-servicio).

 

Este detalle es importante para la contabilidad y recaudación de impuestos, porque -con excepciones- la informalidad representa ingresos personales regularmente muy superiores al salario mínimo; de otra manera no existiría como problema.

 

Hay motivos para afirmar que la verdadera magnitud del fenómeno es superior a lo que pregonan autoridades.

 

Al tercer trimestre de 2023, la población económicamente activa (PEA) del país sumaba 61 millones de personas. Del total, la economía informal supera el 55%. INEGI contabiliza una tasa de desempleo de solo 3.0% al tercer trimestre. Ese porcentaje tan bajo se debe a que incluye a los ocupados en la economía informal.

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El trasfondo del expansivo ambulantaje se relaciona con los ríos de dinero que abonan la actividad. Tales recursos son repartidos por los líderes de los vendedores a funcionarios del entramado político y jurídico que intervienen en la cadena.

Como se sabe, todos quienes viven de la informalidad carecen de prestaciones sociales. Por todo lo que implica de negativo, ha sido una exigencia a los funcionarios que regularicen la situación. El caso es que ni unos ni otros.

 

Es difícil creer que un nuevo gobierno quisiera interesarse realmente en poner orden y en acabar con la simulación. En una democracia eso importa mucho para corregir anomalías, como la exclusión social y la criminalidad. Como sea, el planteamiento y la exigencia deben prevalecer, más en tiempos electorales. Debiera ser un compromiso de quienes aspiran a la presidencia.

 


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