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Las cuotas sindicales y la gallina de los huevos de oro (Primera de tres partes)

Las cuotas sindicales y la gallina de los huevos de oro (Primera de tres partes)

Calle Doce
Por: José González Cedillo

Es mucha la tentación y la comezón arde en las manos al ver las arcas de las cuotas sindicales abiertas; no hay mano santa ni almas franciscanas; casi todos los de finanzas les dan su pellizco a los billetes ¿y los trabajadores? Cándidos y dejados, regalan su dinero para las diversiones de sus dirigentes. Sí.

Hace más de siglo y medio se creó el primer sindicato en México, cuyo referente fue la Asociación de Artesanos y Obreros de Hilados y Tejidos donde la palabra y el honor de las dirigencias valía oro, el respeto a la democracia sindical era sagrado, la confianza fue la base de su poderío.

En 1872 se establece la Confederación de Asociaciones de Trabajadores de los Estados Unidos Mexicanos (CATEUM), en los tiempos del liberal Sebastián Lerdo de Tejada y Corral, para defender a los trabajadores del yugo patronal, los ideales fueron más allá de luchar por mejoras salariales y de condiciones de trabajo; se ocuparon de que las mejoras sociales alcanzaran a todos los mexicanos por igual.

Habrá que reconocer, con mucho a verdaderos líderes sindicales mexicanos; honrosas son sus excepciones como es el caso de los maestros Genaro Vázquez Rojas, Isaac Ocampo Reyes, Pedro Ocampo García, Lucio Cabañas Barrientos, Othón Salazar Ramírez, todos guerrerenses distinguidos y los hermanos Ricardo, Enrique y Jesús Flores Magón; los ferrocarrileros, Valentín Campa Salazar y Román Guerra Montemayor y Vicente Lombardo Toledano, político y filósofo mexicano, entre otros.

Y se debe incluir la figura de Don Emiliano Zapata quien en 1906 encabezó la lucha de los mineros que dio pauta para que más trabajadores se organizaran para luchar por sus derechos laborales durante la Revolución de 1910.

Me saltan los recuerdos de mi abuelo, Juan González Báez, nativo del Estado de México, quien transitó por la democracia sindical, quien con fuete en mano decía “yo soy la ley, llegó la ley, fuera ladrones de los centavos de los trabajadores,” al lado de Emiliano Zapata y Pancho Villa y hasta sus últimos días con las cananas bien puestas y su Fusil Mondragón en mano y de cuando en cuando disparos al aire en despoblado.

En aquellos tiempos el honor era más apreciado que la bravura, la hombría, que “los centavos”; la palabra de honor tenía tanto o más valor que la propia vida, caminar o cabalgar entre las tropas, sin honor, era la propia muerte, contaba Don Juan González.

Ya con nombre de pila, en 1912 la Casa del Obrero Mundial aglutinó a trabajadores y jornaleros para defender sus derechos laborales hasta lograr que Lázaro Cárdenas del Río promulgara la Ley Federal del Trabajo y con ello la creación de más gremios sindicales, el 28 de agosto de 1931.

En tanto, las mujeres sindicalistas resistieron el machismo y la misoginia desde la Revolución Mexicana, sin dejar de insistir en la defensa de su derecho al trabajo digno y como asalariadas. Entre las mujeres de lucha social destacaron Amalia González Caballero de Castillo Ledón, Elena Arizmendi Mejía, Hermila Galindo, Elvia Carrillo Puerto, Rosario Castellanos, Esperanza Brito, entre otras, así como la líder las costureras Eva Corona.

Al menos 417 sindicatos registrados en todo México son liderados por una mujer, lo que representa el 20% de los 2 mil 090 gremios, de acuerdo con el Tercer Informe de Labores de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS). Sin duda una fuerza humana capaz de cambiar las condiciones laborales de nuestro país desde un punto de vista humano, colectivo, social, progresista, democrático.

Gracias al concepto social de igualdad para todos los asalariados existen derechos laborales constitucionales y adquiridos resultado de grandes luchas, sin dudarlo y que hoy disfrutan millones de mexicanos y sus familias, a final de cuentas la esencia de un gremio sindical es el estudio, mejoramiento y defensa de sus respectivos intereses colectivos y no para crear nuevos ricos que abusan de la dejadez de los asalariados respecto a la rendición de cuentas del uso de las cuotas sindicales.

Una gran verdad desde el pulpito del Cardenal Norberto Rivera Carrera, ex titular de la Arquidiócesis Primada de México quien criticó el actuar de los (líderes de) sindicatos mexicanos, mismos que calificó como “poco honestos, corruptos y carentes de solidaridad con los trabajadores y el resto de la sociedad”. Un pecadillo frente a la laicidad que se le disculpó con algunas Ave María de por medio.

Rivera Carrera consideró que los (dirigentes de los) sindicatos deben velar por el bienestar del trabajador, no sólo a partir de la conquista de mejores salarios y prestaciones, sino de espacios de formación en liderazgos más humanos, en la participación y toma de decisiones de todos los agremiados y en la solución y mediación de conflictos. Así lo sermoneó el 28 de agosto de 2012.

Por tanto, concluye que los trabajadores organizados no deben permitir por apatía, indiferencia o miedo, prácticas ni dirigentes sindicales corruptos, antidemocráticos, con capacidad de amedrentar a los que realmente gastan con dedicación la vida en su trabajo.

Algo anda mal entre los propios trabajadores que bueno, ya ni a los “iluminados” de la Iglesia Católica hacen caso. Quizá así conviene a muchos al no hacer ruido centavero, pero habrá muchos más que no comulgan con el robo de las cuotas, pero no saben qué hacer y tampoco a quién acudir para denunciar ni cómo hacerlo y si denuncian el silencio de las denuncias se queda en el papel; es letra muerta.

Sin embargo, los nuevos cuadros de las nuevas organizaciones independientes aún no se cortan el cordón umbilical y siguen con las mismas prácticas anti trabajadores y afanosamente buscan el reflector, el poder y el dinero que les otorgaron sus afiliados; fueron electos para organizar y dar una ruta hacia el progreso gremial, como personas y por mucho que esté en boga la Reforma Laboral del 1° de mayo de 2019, si las dirigencias y los trabajadores no digieren su contenido, poco se avanzará.

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Si bien la transparencia del uso y destino de las cuotas sindicales son prioridad constitucional, aún con quejas y denuncias ante el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje por mucho que haga su presidente, el resto de los magistrados, la mitad de ellos impuestos por Federaciones sindicales, se mantienen insensibles para otorgar justicia y obligar a las dirigencias nacionales a dar cuentas claras. ¿Corrupción legal?

Haría falta una depuración y en este caso por tratarse de la atención a sindicatos donde ya opera el voto personal, libre, directo y secreto, se haga lo mismo para la elección de los magistrados. Que se elijan en las urnas y no sólo los nombren las representaciones sindicales que maniatan a billetazos a sus empleados de cuello blanco obedecen a los dictados de sus “patrones sindicales” a los secretarios generales en turno de las Federaciones.

En ese contexto, los acomedidos en que creen nuevas Federaciones de Sindicatos de Trabajadores Independientes, se haga una purga y en realidad, todos los sindicalizados de base en gremios independientes sean tomados en cuenta para no crear otra ínsula de poder donde se eligen entre dirigencias cupulares con el apoyo político de otras ínsulas de poder político y al amparo de algunos Magistrados Centaveros.

Que, como requisito indispensable para formar parte de los Comités Ejecutivos de Federaciones y Confederaciones Independientes, todos los aspirantes muestren sus informes respectivos, avalados por los trabajadores de base en general y no sólo por comités ejecutivos nacionales a modo, pese a que, en Estatutos a modo, con tres votos se avale un informe financiero a modo y sin detalles.

Cuando al interés de las luchas sociales se les quita el tintineo de los dineros, pocos son los que asumen la responsabilidad de representar a los trabajadores; cuando se cierran las llaves de los moches para impulsar plazas de base, escalafones y demás prestaciones, se acaba el encanto por ser dirigente.

Las cuotas sindicales tienen otro destino; compra y/o renta de inmuebles, mantenimiento adquisición bienes muebles; utilitarios, pago de servicios públicos -predial, agua luz, internet- viáticos, insumos, pago a personal de limpieza, de seguridad, administrativos, operativos, gastos de representación debidamente acreditados y de utilidad para el gremio.

Sin embargo, los dirigentes sostienen, piensan, toman, usufrutuan los montos de las cuotas sindicales para fines personales, familiares, de amigos, amantes, pensiones alimenticias, lujos y en petit comité cometen el asalto de los recursos de los afiliados; además de beneficiarse de los derechos colectivos para sus ascendientes o descendientes y lo peor, lucrar con ello a través de los conocidos moches, en detrimento del patrimonio que nos heredaron mártires del sindicalismo propio y extranjero.
(Sigue la segunda de tres partes)


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