Del 68 hasta García Harfuch
Arturo Ríos Ruiz
El lunes pasado, se realizó la acostumbrada marcha anual para mantener vivo el recuerdo del Movimiento de 1968. No hay precisión del número de estudiantes muertos que hubo ese 2 de octubre. El Gobierno dijo que fueron 20. Otros estiman que más de 300.
El hecho es que hubo violencia y provocó una ideología de tinte nacional y repercusión allende las fronteras; decenas de escuelas de nivel superior se solidarizaron con la UNAM y se hicieron presente en las marchas que surgían todos los días en horarios distintos que lograron presionar al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.
Luis Echeverría Álvarez, era el titular de la Secretaría de Gobernación, por lo tanto, el operador de las órdenes del jefe mayor y así se repartieron la responsabilidad de todo lo que ocurrió.
Hay otro elemento que poco se recuerda, que, entre Díaz Ordaz y Javier Barros Sierra, rector de la Casa de estudios mayor, eran tirantes y con frecuencia lo demostraban en eventos públicos: ambos pertenecían al equipo presidencial de Adolfo López Mateos:
Díaz Ordaz, secretario de Gobernación y Barros Sierra, titular de Obras Públicas. Vamos a recordar una anécdota que no escapó a los medios de aquellos tiempos que ilustra con claridad el antagonismo de ambos personajes:
Barros Sierra y Díaz Ordaz, en una ceremonia pública, convocada por López Mateos, coincidieron en la puerta del salón donde se celebró aquélla y Díaz Ordaz dijo: ‘Primero los sabios’, a lo cual Barros Sierra contestó: ‘No, de ninguna manera: primero los resabios…’”, El rostro del primero, se mostró molesto y severo, tanto, que se notó.
Cada año, este suceso que ha marcado a las generaciones, se revive cíclicamente en la fecha fatal. 2 de octubre, que es un ícono de represión y, en esta ocasión se le da un tinte político, se relacionó con Omar García Harfuchc, nieto del general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa de entonces y le gritaron ¡represor!
En una Mañanera, AMLO, intentó limpiar al abuelo García Barragán, al insistir que el militar sólo obedeció la orden superior en el acto de contención del conocido 68 y de paso blanquear a Harfuch a quien antes rechazaba y de repente se convirtió en su promotor.
De nuestra parte hay comprensión, el joven aspirante a político, su formación es netamente policiaca, pero puede aprender y ser asesorado, pero evidencia que se trata de una pretendida imposición. En política, no se perdona nada y todo pasado, aunque indirectamente, salpica y éste es un caso.
Lo que omite el presidente, es que la inconformidad contra Harfuch es fuego amigo y proviene de los llamados “Duros de Morena” y la luz, nos la da Alejandro Encinas que sumó al promovido en la matanza de los 43 en las cercanías de Iguala, en su reciente informe referente a aquellos hechos que cimbraron al país.
Recordemos la vieja anécdota de mi pueblo: Una persona le dijo a otra: “No sé quién mi papá”, le contestaron: “Métete de candidato y te van a sobrar, si fue bueno, te ayudará, pero si no, mentadas se van a sobrar”.
Por lo pronto, la moneda en el aire está y Harfuch está en la mira del grupo fuerte moreno que no lo quiere dejar llegar y el presidente apechuga, pero insiste en su imposición por ser la carta presidencial de su hijastra que le insistió y del rechazo, pasó a la defensa para su imposición.