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ORACIÓN Hermanos y amigos: “¡vamos a mirar donde el Rey Jesús nació!”  

ORACIÓN Hermanos y amigos: “¡vamos a mirar donde el Rey Jesús nació!”  

ORACIÓN Hermanos y amigos: “¡vamos a mirar donde el Rey Jesús nació!”

ORACIÓN Hermanos y amigos. Padre Santísimo: este es un amanecer de grandes esperanzas, ¡de grandes y alentadoras noticias que están ya por suceder en breves instantes!

Esa es la razón que nos hace estar presentes ante Ti, porque hoy, ¡Tu gracia vale más que la vida! ¡Con nuestros labios Te bendeciremos por el resto de nuestra vida!

Es por eso que nuestro saludo matinal es muy, pero muy efusivo. ¡Bendito seas, Padre Amoroso y Fuente de toda bondad!

Hoy termina noviembre y, en este día inolvidable, Tú nos llamas a formar parte de los afortunados, de los seres iluminados, de los seres que de pronto,

son los primeros en ser convocados con Tus labios divinos a vivir en una atmósfera de lo increíblemente audaz, de lo que se torna inexplicable, maravilloso y fuera de lo común. Hoy somos LOS NUEVOS ANDRÉS, hermanos del Príncipe de los Apóstoles.

ORACIÓN Hermanos y amigos: “¡vamos a mirar donde el Rey Jesús nació!”

Hoy vamos a ver, a admirar y a gozar la cueva de Belén, porque somos atraídos por la Luz de la Estrella que nos guía, tal como lo hiciera con los Sabios del Oriente.

Esa Luz divina que hace meses se nos apareciera y nos atrajera con tremenda fuerza para contemplar al Rey que ya ha nacido,

para que ante Él depositemos como presente todo lo mejor que el Padre nos ha dado. Es este el momento de abrir nuestros cofres y de entregarle todo el oro que tenemos,

porque Él es ¡nuestro Rey y Señor! En Belén solo fueron tres Sabios, aquí somos todo un equipo, toda una familia, todo un corazón, que sabe despojarse de todo lo material y ponerlo ante sus pies.

Hoy nos disponemos a entregarle ese incienso de grato aroma porque postrados ante Él, lo adoramos en espíritu y en verdad. Hoy en este encantador lugar, de una simple cueva y establo,

se convirtió de pronto en el palacio celestial donde los ángeles han contagiado a los mismos pastores para alabar sin cesar y entonar ese himno glorioso,

porque desde los cielos hasta la tierra hay un puente tendido donde todo el ejército celeste se ha dado cita para presenciar ese misterio incomprensible del Dios encarnado,

¡del Dios hecho hombre para que el ser humano recupere todo el esplendor, todo el poder y toda la gracia de su belleza espiritual!

Toda la creación se alegra, se regocija y revestida de sus envidiables galas se une a la alabanza

Que hace cimbrar a todo el universo, poque se manifiesta con inmenso regocijo Tu buena voluntad divina, Padre Santísimo, para con toda nuestra humanidad.

Padre Santísimo: con el arribo de Cristo, Tu Hijo Amado, demuestras a toda la creación visible e invisible Tu voluntad salvadora, redentora, liberadora y enaltecedora.

¡No soportaste ver a Tu divina imagen presa de la maldad, de la miseria, de la enfermedad, del dolor, de la esclavitud, de la ignorancia, de la ignominia y de la perversidad!

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Gracias, Padre Santísimo, porque hoy nuestros corazones son esos establos de Belén, pero revestidos de Tu gloria y bien dispuestos para que en ellos brille LA ESTRELLA DEL ORIENTE DE LAS ALTURAS,

para que la sabiduría divina nos acompañe y toda la bondad divina nos persiga y ponga fin a todo el mal del ayer.

Si allá en Belén Tu Hijo Amado nace de la Virgen más bella, aquí en lo más hermoso de nuestros corazones, también hoy nace Cristo Jesús de Tu Bellísima Palabra de Vida,

que aborrece la maldad, la injusticia y la mentira. Nuestros corazones hoy se transforman en ese lugar celestial donde contemplando lo divino, nuestra vida se torna más,

pero mucho más fecunda, más agradable, más poderosa, más abundante, más generosa y más divina. Hoy podemos exclamar jubilosos.

Padre Santísimo: ¡Este es el día que Tú has preparado para nosotros! ¡Cuántas sorpresas increíbles y maravillosas vamos a encontrar en él!

Hermanos y amigos: ¡Alégrense! ¡Regocíjense! ¡Caigan de rodillas! ¡Póstrense ante el Dios hecho hombre, porque Él se ha encarnado para que todos nosotros nos divinicemos por el poder de la gracia,

y así caminemos en Su presencia con toda dignidad, con toda lucidez y con toda la elegancia que reclama Su presencia en nuestros corazones! Padre Bendito: ¡Muchas gracias por habernos visitado Tu Hijo Amado, EL ORIENTE DE LOS ORIENTES! Amén. P. Cosme Andrade Sánchez+


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