Abren con Huacho Díaz Mena, las puertas para la cuarta transformación en Yucatán.
Por: Adrián Arévalo.
El 1 de octubre de 2024, quedó marcado en la historia del estado, Joaquín Díaz Mena asumió como gobernador de Yucatán.
En su mensaje, buscó establecer un puente entre su identidad como líder indígena y su alineación con el gobierno federal encabezado por Morena.
Su toma de protesta fue un acto cargado de simbolismo, con varios pasajes pronunciados en lengua maya, lo cual reforzó su intento de conectarse con dichas comunidades.
No obstante, “Huacho”, en ese primer discurso, no delineó una agenda clara de políticas concretas para estas poblaciones. Al mismo tiempo, su mensaje estuvo marcado por una fuerte dependencia de la narrativa de la Cuarta Transformación y su compromiso incondicional con el proyecto político de Andrés Manuel López Obrador.
Uno de los pasajes más destacados de su discurso en maya fue: “Yéetel le k’aaba’ ku suteen ti’ in yóok’ol kaaba’, ku túubul le k’áajtalil, ts’o’ok u yáantik ti’ le taako’ob, táan u ja’antik u le nojoch mak, in wojel a ya’akuchik in ti’al, bey xan le maako’ob a láayli’ ti’ u yóok’ol kaaba’”, que puede traducirse como “Con este nombre que me honra en la tierra, ha llegado el tiempo de la justicia, ha terminado la opresión, y el poder ahora lo tiene la gente de la tierra, sé que mis manos estarán con ustedes, al igual que las manos de todos los que habitan este suelo”.
Estas palabras tienen un significado y un simbolismo fuerte, pero detrás de ellas se encuentra un mensaje político que apunta a la intención de Huacho de presentarse como un líder que reivindica a los pueblos originarios de Yucatán.
No obstante, esta afirmación se queda en el plano simbólico si no va acompañada de políticas que aborden las necesidades concretas de las comunidades mayas, como el acceso a la justicia, la salud y la educación, planteamientos concretos y viables.
Durante su discurso, Díaz Mena también subrayó la importancia de los programas sociales de la 4T, alineándose sin reservas con el proyecto de AMLO.
“No venimos a improvisar. Los resultados de la política social del presidente López Obrador han transformado al país, y Yucatán no es la excepción. Vamos a profundizar estos programas, asegurando que lleguen a más personas, a las que más lo necesitan”.
La continuidad de los programas sociales federales, como Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro, están aseguradas dentro del estado.
Sin embargo, el enfoque en estos programas como el pilar central de su administración revela la falta de una propuesta local sólida. La dependencia de políticas dictadas desde la federación muestra a un gobernador que, de momento, no tiene un proyecto propio para las necesidades particulares de Yucatán, por el momento está decidido a replicar las iniciativas del gobierno central.
La continuidad de las políticas federales quedó aún más clara cuando Díaz Mena afirmó: “Yucatán será un aliado leal del gobierno federal y de la presidenta Claudia Sheinbaum”.
La lealtad se puede confundir con sumisión al gobierno central, algo que podría ser problemático cuando los intereses del estado y la federación no coincidan.
La total alineación de Díaz Mena con la 4T siembra la duda sobre un gobierno autónomo, independiente del federal.
No hay que olvidar que el gobierno Morenista , en varias ocasiones, ha ignorado las particularidades regionales no solo en Yucatán, sino en la República Mexicana.
Huacho también reiteró su compromiso con la “justicia social” en su discurso, pero este concepto se limitó a la distribución de recursos provenientes de los programas federales sin plantear soluciones específicas para los problemas locales.
“Vamos a trabajar para que los recursos lleguen a todos los rincones del estado, especialmente a las zonas más marginadas, pero siempre en sintonía con la visión nacional de transformación”.
Díaz Mena cuadra su visión política dentro de la narrativa de la Cuarta Transformación, pero su enfoque en los programas sociales de AMLO cuestiona la forma en que va a abordar problemas más profundos en Yucatán, como la desigualdad estructural y el rezago en servicios básicos.
De igual forma, otro de los pasajes claves del discurso fue cuando Díaz Mena habló sobre su relación con las comunidades mayas.
“Yo vengo del pueblo, conozco sus luchas, y mi gobierno será un gobierno del pueblo, para el pueblo”.
Sin duda es una promesa de cercanía, sin embargo, no estuvo acompañada de compromisos concretos o propuestas claras para mejorar las condiciones de vida de los pueblos indígenas en la región. A pesar de las múltiples referencias a su identidad maya, su discurso careció de un plan detallado para mejorar la calidad de vida de estas comunidades, lo cual reduce la potencia de sus palabras a un mero acto simbólico.
El uso del maya en su discurso fue, sin duda, un gesto poderoso, pero es insuficiente sin políticas que acompañen esa inclusión simbólica. Las comunidades indígenas de Yucatán necesitan más que un gobernador que hable en su lengua; necesitan un liderazgo que pueda abordar los problemas que enfrentan, como la pobreza extrema, la exclusión social y la falta de acceso a derechos fundamentales. El reto para Díaz Mena será demostrar que su gobierno realmente puede cumplir con las expectativas de inclusión y justicia social que prometió en su discurso, y no simplemente repetir la retórica de la Cuarta Transformación sin resultados tangibles.
Joaquín Díaz Mena, dejó entrever una administración que dependerá en gran medida del respaldo del gobierno federal y la continuidad de las políticas de la Cuarta Transformación.
Aunque Huacho intentó posicionarse como un líder cercano a las comunidades mayas, su discurso reveló una falta de autonomía política y propuestas concretas para abordar los problemas específicos de Yucatán.