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ORACIÓN: “Más a ustedes los que temen mi Nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salud: y saldrán, y saltarán como becerros de la manada.” (Malaquías 4:2).

ORACIÓN: “Más a ustedes los que temen mi Nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salud: y saldrán, y saltarán como becerros de la manada.” (Malaquías 4:2).

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¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

Padre Santísimo: ¡Bendito y glorioso amanecer tengas en compañía de Tu Hijo Amado y del Bondadoso y Vivificador Espíritu Santo!

¡No hemos dormido más que escasas dos horas! Pero, ¡qué hermoso es desvelarse cuando tenemos la dicha inmensa de volver a celebrar LA BLANCA Y BELLA NAVIDAD DE TU AMADO HIJO! ¡Cómo resuena en nuestros oídos esa bendita profecía que nos imprime mayor certeza, mayor regocijo y mayor bienestar! Tu Hijo Bendito, viene cual Sol de justicia trayendo para nosotros una excelente salud que nos hace saltar como los becerros más atrevidos de la manada. Esa gran verdad es la que nos hace exultar de una inmensa alegría, porque Su presencia ha provocado en nosotros una nueva forma de pensar y una nueva actitud de enfrentar la vida. Rebosar en salud es lo que nos hacía falta y si ahora lo padecemos, es debido a que MUY POCO HEMOS APRENDIDO DE TU HIJO AMADO. En esta vida estamos urgidos de aprender y comprender lo sublime de la sabiduría divina, porque en esencia eso somos: “imagen y aliento divino”, que propicia la divina semejanza en nuestro actuar.

Si nuestro Divino Salvador descendió del Cielo a la tierra, tomó nuestro barro sin horrorizarse, con ello nos está demostrando que vino a rescatar la primigenia imagen de Adán. Vino para hacer que surgiera en nosotros esa imagen y esa semejanza más hermosa, más robusta y más divina, para que nuevamente fuésemos capaces de elevar nuestra mirada al cielo, dirigirnos con la misma confianza que tenían nuestros primeros padres con nuestro Creador, vivir en gratitud, en paz, en armonía gozando de una salvación que trasciende al tiempo y al espacio y se torna integral.

Padre Santísimo: escuchar la voz vivificante de Tu Hijo Amado es escucharte a Ti, porque Él así nos lo enseña: “El que los escucha a ustedes, me escucha a mí. El que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió.» (San Lucas 10:16). Estas palabras proféticas, nos hacen ver que, sabiendo escuchar con toda atención a Tu Hijo Amado, es escucharte a Ti y a la vez nos convertimos en los más eficientes y celosos difusores de Tu mensaje de Vida, de salvación, de liberación y de elevación que dignifica, enaltece y enriquece.
Escuchar y actuar nos lleva a cerrar este divino circuito que nos hace partícipes de la divina energía del Espíritu Santo que nos purifica, nos habilita, nos fortalece y nos hace ver todo un universo de mil posibilidades aun en medio de tanta confusión e inestabilidad social, económica y política. ¡Quien vive en comunión con lo divino, deja de ser un simple mortal!

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Padre Santísimo: ¡Nuestra alabanza es sabiduría pura! Por ello, en este amanecer navideño proclamamos jubilosos ante el pesebre y ante EL DIVINO SOL DE JUSTICIA: “Tu nacimiento, oh Cristo nuestro Dios, amaneció al mundo como LUZ DE SABIDURÍA. Quienes adoraban los astros, por Ti, oh Sol de justicia fueron iluminados y conducidos hacia la CASA DEL PAN. ¡Justamente estabas acostado en una caja de hacer pan, que más parecía un ataúd, porque naciste para morir! Estabas en un establo, porque Tu Padre Amado Te preparaba como a un Cordero inmaculado y acompañado del buey y del asno, que sí fueron capaces de reconocerte como Su Amo y Señor. En cambio, Tu Pueblo Amado, ni Te reconoció ni Te comprendió, porque cerró sus ojos y sus oídos.
Padre Santísimo: ¡Gracias, muchísimas gracias, por habernos enviado al ORIENTE DE LO ALTO, quien ha brillado y nos ha hecho dignos de estar gozando de Su Luz divina!

Ante Él nos postramos, le adoramos, le alabamos y le reconocemos como nuestro Dios, Señor y Salvador, porque así ha sido Tu voluntad, Padre Santísimo.
¡Gracias Padre Santísimo! ¡Gracias Divino Salvador! ¡Gracias Espíritu Santo! ¡Trinidad Santísima! ¡Gloria a Ti! Amén.
P. Cosme Andrade Sánchez+


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