Inmobiliarias fomentan discriminación a pobladores de Chablekal, Temozón Norte y Santa Gertrudis Copó,
Los nuevos habitantes, que llegan a vivir en los residenciales, se sobreponen y relegan a la población originaria y las costumbres de la comunidad se ven comprometidas, el transporte público no da abasto, la crisis vial incrementa, el precio de la vivienda y los servicios encarecen para las comunidades al pasar de pagar 20 pesos a 10 mil pesos de predial, y la convivencia entre los habitantes originales y nuevos vecinos se tensa, crece el caos vial y automovilístico. Los pobladores empiezan a vivir un cambio de vida y convivencia drástico; denuncian sobre todo los habitantes de las comisarias del norte.
Especialistas aseguran que este fenómeno social, es sembrado o propiciado por los magnates que con sus inmobiliarias venden y no les importan las consecuencias y el problema que le dejan a los pobladores; mientras los dueños de los grupos inmobiliarios disfrutan los millones de pesos, en paz y los pobladores divididos y viviendo en problemas con los nuevos residentes en sus comunidades.
En todas las comisarías reporteadas, Chablekal, Temozón Norte y Santa Gertrudis Copó, ha habido conflictos, como por las fiestas tradicionales. Los nuevos habitantes reclaman al pueblo por el ruido, los fuegos artificiales y las fiestas.
“Nos decían que hay mucho ruido, que no deberíamos reventar voladores [fuegos artificiales] porque estamos asustando a sus animales, pero todo el pueblo tiene animales. El chiste es no pretender que un pueblo deje de hacer su vida”, opinó Silvia Chalé de Chablekal. Cristian Bagundo, comisaria de Temozón Norte, confirmó que los nuevos residentes han llegado a exigirle hasta que se cancelen las fiestas.
En esta comisaría del norte de Mérida, desde hace dos años, se registran agresiones a los habitantes originarios. Bagundo aseguró que jóvenes de las residenciales pasan en auto y avientan huevos a las casas del pueblo. “Nunca hemos logrado agarrarlos porque pasan cuando estamos desprevenidos. Pasaron , estábamos parados en la puerta de una casa y nos empezaron a tirar huevos.
La otra vez le tiraron piedras a una casa y vienen en carrazos, de carrazos se bajan los chavos”, dijo.
Leydi Cocom Valencia, comisaria de Santa Gertrudis Copó, agregó que hay algunos vecinos que también se han quejado de los animales de traspatio de los pobladores: “Les dicen que los quiten porque huelen mal. Para mí ahí está la discriminación y la violencia. Suena realmente fuerte para nosotros que digas que tengo que quitar mis gallinas, mi cerdito. Yo prefiero comer de verdad, puerco recién matado en domingo a comprar en el Súper, carne congelada de quién sabe cuántos años”.
De acuerdo con las entrevistas, es común que los nuevos habitantes pasen más tiempo dentro de la ciudad de Mérida que en la comisaría a la que pertenecen. Yoshira Álvarez, abogada y asesora inmobiliaria, confirmó que no hay una cercanía entre quienes viven en las privadas y la población originaria, debido a que cuentan con “amenidades” dentro de las áreas privadas: caminata, alberca, gimnasio, parques. Los asesores inmobiliarios tampoco tienen contacto con los pobladores.
“Son entornos cerrados con seguridad privada donde únicamente quienes han comprado tienen acceso. Los residentes de los nuevos proyectos inmobiliarios prácticamente son indiferentes ante los pobladores. En el mejor de los casos los consideran como proveedores de servicios y los contratan para construcción, carpintería, plomería, servicio de limpieza”.
Las personas entrevistadas coincidieron en que la relación que existe entre los vecinos originales y los nuevos es sobre todo de patronazgo. La comisaria de Santa Gertrudis Copó, Leydi Cocom, dijo: “Nos miran a las mujeres como personas para limpiar casas. Nos van quitando la esencia del pueblo porque solamente nos ven como empleados cuando podríamos ser empleadores.