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La Ruta Wixárika: un triunfo de la conservación biocultural y la lucha indígena contemporánea

La Ruta Wixárika: un triunfo de la conservación biocultural y la lucha indígena contemporánea

La Ruta Wixárika: un triunfo de la conservación biocultural y la lucha indígena contemporánea

La declaratoria de la Ruta Wixárika por los Sitios Sagrados hasta Wirikuta como Patrimonio Mundial no solo reconoce un camino ancestral: refrenda el valor de la resistencia indígena, la preservación de la biodiversidad y la vigencia de cosmovisiones que proponen una relación más armónica entre humanidad y naturaleza.

Así lo subrayaron autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Secretaría de Cultura durante la conferencia “Las Mañaneras del Pueblo”, encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Diego Prieto Hernández, titular del INAH, destacó que este corredor biocultural es un ejemplo tangible de cómo comunidades originarias, como el pueblo wixárika, han logrado proteger no solo territorios sagrados sino prácticas, rituales y saberes que se resisten a la homogenización cultural.

La Ruta Wixárika atraviesa cinco estados del país —Nayarit, Jalisco, Zacatecas, Durango y San Luis Potosí—, cubriendo más de 500 kilómetros de paisajes que incluyen bosques, montañas, ríos y humedales. A lo largo de esta geografía, año tras año se mantiene viva una peregrinación ritual que conecta a las comunidades wixaritari con Wirikuta, uno de sus sitios más sagrados. Cada paso es, a la vez, una forma de resistencia: proteger estos lugares implica enfrentar intereses mineros, proyectos extractivos y presiones externas que históricamente han puesto en riesgo su existencia.

“La diferencia fundamental con otros patrimonios inscritos en la lista de la Unesco —apuntó Prieto Hernández— es que aquí se reconoce una cultura viva. Es la afirmación de que estas comunidades no viven ancladas al pasado, sino que reinventan sus prácticas para asegurar la transmisión de su cosmovisión a las nuevas generaciones.”

La Ruta Wixárika: un triunfo de la conservación biocultural y la lucha indígena contemporánea

Este reconocimiento internacional se suma a la lista de 36 bienes de México inscritos como Patrimonio Mundial, consolidándolo como líder en América en este ámbito. Sin embargo, la Ruta Wixárika también revela un giro de paradigma: la conservación ya no se entiende solo como la protección de monumentos o paisajes aislados, sino como la salvaguarda de sistemas complejos donde naturaleza, espiritualidad y cultura están profundamente entrelazados.

Durante la presentación del video con imágenes de la ruta, quedó de manifiesto cómo la danza, el canto y los rituales se fusionan con montañas e islotes en una coreografía que testimonia la relación respetuosa con la tierra. El camino —conocido también como “El Camino de Nuestro Abuelo Fuego”— simboliza el vínculo de los wixaritari con los elementos, recordando a la sociedad moderna la necesidad de restablecer equilibrios perdidos.

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Este triunfo es también resultado de la alianza entre los propios wixaritari, ejidatarios locales, comunidades de Wirikuta, el Gobierno de México y organismos internacionales como la Unesco. Es una muestra de que la defensa de la diversidad biocultural es posible cuando se reconoce el liderazgo de los pueblos originarios y se respeta su derecho a decidir sobre su territorio.

“Hoy celebramos algo más que un nombramiento —señaló la secretaria de Cultura, Claudia Curiel de Icaza—. Reafirmamos que México es una nación de culturas vivas, que el diálogo con los pueblos indígenas nos permite encontrar rutas hacia un futuro más sostenible y justo.”

La Ruta Wixárika no solo es Patrimonio Mundial. Es, ante todo, un recordatorio de que otra forma de habitar el mundo es posible.


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