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China apuesta por liderazgo multipolar en América Latina frente a hegemonías tradicionales

China apuesta por liderazgo multipolar en América Latina frente a hegemonías tradicionales

Pekín refuerza su narrativa política de no intervención y cooperación soberana con la región, en contraste con el historial estadounidense de injerencias

En un momento clave para el reacomodo del poder global, el presidente chino Xi Jinping aprovechó la reciente cumbre con mandatarios de América Latina y el Caribe en Pekín para enviar un mensaje político contundente: China no solo quiere ser un socio económico de la región, sino también un actor clave en la redefinición de un orden internacional multipolar, alejado de lo que calificó como “unilateralismo e injerencia externa”.

Durante el encuentro con líderes como Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) y Gabriel Boric (Chile), Xi evitó confrontaciones directas con Estados Unidos, pero sus palabras trazaron una línea clara entre la propuesta china de asociación estratégica y las prácticas intervencionistas del pasado reciente en la región. “China apoya la defensa de la soberanía y la independencia de los países latinoamericanos”, afirmó, en una alusión velada a episodios históricos de presión diplomática y militar ejercida por Washington.

En ese sentido, el presidente Boric respaldó la visión de un mundo más equilibrado, señalando que “el diálogo, y no las imposiciones unilaterales, son la manera de encarar los desafíos que tenemos en la humanidad”, en aparente crítica a la diplomacia de coerción desplegada durante la administración Trump.

Por su parte, Lula da Silva aprovechó el escenario para subrayar el valor político de diversificar las alianzas estratégicas de Brasil. Al destacar los acuerdos tecnológicos y energéticos con China, el mandatario brasileño delineó una postura que busca reducir la dependencia histórica de potencias occidentales y acercarse a modelos de desarrollo más inclusivos, como el que promueve Pekín a través de su Iniciativa de la Franja y la Ruta.

El acercamiento de América Latina a China no ha pasado desapercibido en Washington. Analistas como Ryan Berg, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, han advertido sobre una “reacción asertiva” del sector conservador estadounidense, con visitas diplomáticas del secretario de Estado Marco Rubio y presiones como la venta forzada de instalaciones portuarias controladas por empresas chinas en el Canal de Panamá.

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Aunque Xi Jinping evitó aludir directamente a estos roces, sí recordó el apoyo histórico de China a la soberanía panameña durante los años 60, como forma de enfatizar su compromiso con el respeto a la autodeterminación.

El evento en Pekín no fue solo un encuentro económico. Fue también una declaración política que confirma el creciente interés de China por consolidarse como un contrapeso global frente a las hegemonías tradicionales, especialmente en una región donde el legado de la Guerra Fría aún resuena. América Latina, por su parte, parece cada vez más dispuesta a escuchar nuevas voces en el concierto internacional.


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