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Niños Uribe: Un legado de devoción y artesanía en el corazón de México

Niños Uribe: Un legado de devoción y artesanía en el corazón de México

Niños Uribe: Un legado de devoción y artesanía en el corazón de México

Por más de 50 años, Niños Uribe ha sido un referente en la confección de vestimentas religiosas para las imágenes del Niño Dios. Lo que comenzó como una pequeña venta de accesorios en la calle de Venustiano Carranza ha evolucionado hasta convertirse en un negocio con siete locales en el Centro Histórico de la Ciudad de México, manteniendo siempre su esencia artesanal y su vínculo con la tradición.

Raíces de una tradición

Saúl Uribe Lanzagorta fundó Niños Uribe tras notar la necesidad de las personas que buscaban vestir a sus imágenes religiosas. En sus inicios, su suegra vendía únicamente accesorios como cordones y zapatitos tejidos, destinados a figuras de culto como San Judas Tadeo, San Francisco y el Santo Niño de Atocha. Con el tiempo, la demanda creció, y los clientes comenzaron a traer imágenes de sus pueblos natales, enriqueciendo el catálogo de advocaciones.

Evolución y auge de las vestimentas religiosas

A lo largo de los años, la variedad de atuendos se ha expandido hasta alcanzar más de 75 advocaciones diferentes, con trajes que van desde el tradicional ropón blanco hasta vestimentas inspiradas en figuras contemporáneas. Algunas de las modas más inesperadas han surgido por eventos históricos, como la llegada del Papa Juan Pablo II a México, que impulsó la confección del vestido papal, o la pandemia de 2020, cuando surgió la figura del “Niño Covid” como símbolo de protección.

Cada temporada también marca tendencias. La tradición dicta que el primer año los niños deben vestirse de blanco, por lo que el Niño de las Palomas es uno de los más solicitados. Sin embargo, otras modas van y vienen: cada cuatro años, con la Copa del Mundo, la vestimenta de la selección mexicana cobra relevancia, y los arcángeles han tenido momentos de auge.

Artesanía y producción: un proceso meticuloso

A diferencia de la producción industrial, en Niños Uribe cada prenda es elaborada de manera artesanal. Bordados a mano, tejidos detallados y la fabricación de accesorios como cetros, báculos y nichos forman parte del meticuloso proceso de confección. Por ello, el equipo de entre 30 y 40 personas trabaja durante todo el año para garantizar la disponibilidad de trajes en diciembre, cuando la demanda es más alta.

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Más que un negocio, una expresión de fe

Más allá de la comercialización, Niños Uribe mantiene su compromiso con la devoción y la tradición. A pesar de la demanda de vestimentas poco convencionales, la empresa se enfoca en advocaciones con un culto establecido, respetando la historia y el significado de cada figura.

Hoy, Niños Uribe continúa como un pilar de la religiosidad popular en México, ofreciendo vestimentas que van más allá de la moda: son expresiones de fe, historia y cultura.


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