Yunes, fe de ratas
Por Nadie que tenga memoria, vergüenza y un mediano conocimiento de la política puede defender a nadie que se apellide Yunes. Sus fechorías llevaron a escribir un libro sobre sus delitos y un océano de tinta sobre sus corruptelas; sin embargo, otros delincuentes, los panistas más sórdidos, se atreven a defenderlo, además, argumentando que son perseguidos políticos como si los mexicanos tuvieran deficiencias mentales.
Habrá que haber unan fe de erratas al discurso panista al respecto o denominarlo fe de ratas, por su íntima relación con el delito de quienes se atreven a defender a cualquiera de los Yunes.
Ya es costumbre que los panistas se autodenominen perseguidos políticos, en este concepto se han amparado hasta personajes oscuros y de culpabilidad comprobada como Francisco García Cabeza de Vaca, y otros del mismo linaje.
A la acusación contra Miguel Ángel Yunes Márquez, por falsificación de documentos falsos y fraude procesal su padre, el jefe del clan mafioso, Miguel Ángel Yunes Linares, señala, sin sonrojo que no son delitos que merezcan cárcel.
Así declaró el gran jefe: “No son delitos que ameriten cárcel. La verdad es que me quieren presentar como un trofeo; el propio juez es una vergüenza. Le dice a todo el mundo que yo soy su boleto para ser magistrado en el Tribunal local; la fiscal, obviamente, quiere quedar bien con Rocío Nahle, y quiere quedarse en el cargo y de alguna manera soy el vehículo para poderlo lograr”.
Además de su padre han defendido a Yunes Márquez verdaderos delincuentes, como Jorge Romero, líder del cártel inmobiliario, Marko Cortés, lavador de dinero y vendedor de candidaturas; Enrique Vargas, golpeador de mujeres, violento ciudadano que ha agredido físicamente a policías y alcohólico empedernido; Ricardo Anaya, acusado de lavar dinero, fraude y tráfico de influencias, etc. ; el ex gobernador francisco Ramírez Acuña, vinculado al crimen organizado; Lilly Téllez, entre otros muchos cya salud mental y honorabilidad está en entredicho.
Se giraron una orden de aprehensión contra el panista, ya que la Fiscalía General del Estado de Veracruz informó que legislador electo está acusado de mentir a la autoridad, argumentando enfermedad ni se presentó a la audiencia. Los Yunes aseguran que se revivió un caso con fecha 2021, todos sabemos la lentitud de un Poder Judicial cuya eficacia está en entredicho. Nunca se revivió nunca ha dejado de estar vigente y hasta ahora se llevó a cabo la orden de aprehensión.
Pero en este caso los Yunes no son los únicos que falsean, que mienten que dan por hecho mentiras y que tratan de engañar no sólo a la ley sino a los mexicanos.
Una buena cantidad de columnistas, analistas y editores recibieron dinero de los Yunes para dar a conocer la versión distorsionada de la realidad que servía de coartada a Miguel Ángel Yunes Márquez, incluyendo a ilustres premios de periodismo que a pesar de que los reconocieron por serviles en administraciones pasadas, lo presumen como si hubieran sido premiados ayer.
Esos comunicadores son clientes asiduos de las dádivas de los Yunes, son muchos más de los que cualquiera puede pensar. Hay medio que están completamente a su servicio en Veracruz, capaces de publicar lo más absurdo a cambio de dinero, pero hay un grupo en especial que tomando en cuenta el desprestigio que puede acarrearles haber recibido el premio Nacional del Periodismo cuando no reconocían el profesionalismo o la investigación sino la sumisión y la deshonestidad, no sólo difundieron la versión de los Yunes, incluyendo a su candidato a la gubernatura, Pepe Yunes, sino que para mostrar mayor lealtad a sus Mecenas fueron parte importante de la guerra sucia contra Rocío Nahle durante la campaña.
Sin esos periodistas la guerra sucia no hubiera existido dentro de Veracruz, ahora, ante la derrota de sus intereses se pliegan ante las nuevas autoridades del estado, implorando no sólo perdón sino dinero.
Ahora no saben cómo llamar la atención de los futuros funcionarios, les bailan enfrente, los invitan a desayunar, hasta sus propias casas proponen como sede de la reconciliación. Es tiempo de definiciones y de congruencia y no de inconsistencias profesionales y de traiciones personales
