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¿Y qué haces?

¿Y qué haces?

Cuando conoces a alguien, después del nombre, la pregunta siguiente es “¿Y qué haces?”. La respuesta puede conducirnos al olvido sin retorno, ostracismo, franco aburrimiento o al inicio de múltiples posibilidades.

Para Craig Wortmann, profesor clínico de marketing en la Kellogg School, una interacción aparentemente monótona es una oportunidad para ser memorable, contundente y extraordinaria.

Es aprovechar la oportunidad para crear una impresión en una reunión de trabajo, destacar o convertirnos en un colega al que nuestros compañeros recurren para tener claridad sobre los problemas. También representa la “prueba de fuego” para avivar continuamente la marca personal y mantener su relevancia en el día a día

El primer aspecto que se debe considerar es la extensión. Aunque conviene no explicar demasiado y ser conciso, es posible que una respuesta muy breve no logre encantar a los interlocutores. Conviene invertir en “algo más” que una descripción precisa de un trabajo, porque suele no ser particularmente atractiva.

La fórmula es responder de manera contundente al qué hago, pero también establecer la trascendencia de la labor que se realiza, el para qué y el por qué. Es muy importante concretar esto en una frase.

De no ser así se cae en la “sobre-manifestación de conocimiento” o desglose insoportablemente detallado de su día a día. Se debe buscar una frase que responda a lo que realmente hacemos pero que al mismo tiempo permita imaginar en el interlocutor la trascendencia de determinada labor.

Existe un cautivante “¡Ayudo a que el primer hombre llegue a la luna!” expresado por un empleado de limpieza de la NASA cuando el entonces presidente John F. Kennedy en 1961, le preguntó que hacía.

Debe buscarse una respuesta nítida, directa, pero capaz de propiciar una conversación.

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En un mundo plagado de información, conviene ser conciso, pero no olvidarnos de la magia de quienes somos. Y la misión de cada uno está plagadas de cosas dignas de contarse. Sólo que reduciremos todo a una frase. Una sola.

Como muchas personas, realizo distintas actividades para vivir: realizo investigaciones, doy clases, gestiono presencia mediática de mis clientes, escribo artículos, planeo ponencias…sin embargo hay un hilo conductor en todo esto: soy escritora, busco y divulgo historias para que los demás conozcan un mundo diferente y más feliz del que nos muestran los noticiarios.

Hablar de lo que haces implica compartir tu sentido de vida, un minúsculo universos lleno de promesas y de tu esencia.


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