¿Universidad Obrera por Decreto? (Segunda de tres partes)
Por: José González Cedillo
Hasta donde los datos históricos nos permiten conocer, los gremios sindicales surgieron a partir de la organización, movilización y concientización de trabajadores para defender sus derechos laborales y obtener mejores condiciones de trabajo, mejores ingresos y a partir de ello consensuar mejores prestaciones sociales y económicas, consideradas como compensaciones obligatorias por ley.
Por otro lado, las representaciones sindicales tienen también la tarea de vigilar que el reparto de utilidades, dependiendo de las ganancias que obtengan las empresas e instituciones económicas particulares, en un año fiscal, se repartan y entregue en tiempo y forma al ser un derecho constitucional, siempre y cuando se registren ganancias.
El reparto de utilidades es justo y necesario que no debe simularse y derivar en limosnas como la gran mayoría de los patrones lo ofrece luego de obtener ganancias suficientes producto de explotación, malos tratos, despidos injustificados, chantajes obscenos y humillantes, sobre todo con las trabajadoras; en tanto, las dirigencias apacibles y complacientes frente a las injusticias laborales; el gran reto es erradicar las prácticas injustas.
En México, al menos llevamos, más de un siglo con un sinnúmero de siglas y membretes de organizaciones sindicales, tanto legitimadas por los propios trabajadores como los sindicatos de protección que se niegan a morir y las dirigencias creadas desde el poder, aun en el contexto de la Cuatro Té.
Es difícil cortar el cordón umbilical del dedazo, de la imposición aun en las organizaciones impulsadas por legisladores de Morena y Partido del Trabajo, los que, si bien buscan mejoras salariales y mejorar las condiciones de trabajo para quienes laboran en la iniciativa privada y los que se desempeñan en instituciones gubernamentales, por conciencia o por obligación legislativa, la libertad sindical sigue secuestrada.
De raíz hacen faltan liderazgos fuertes que se impongan frente a los patrones y frente al gobierno. Se sabe, que si existen, son asediados y obligados a desistir de sus mejores intenciones y si lo hacen será porque nunca las asumieron.
La premisa que manejan patrones y dirigencias sindicales es que las huelgas, marchas, plantones, mítines afectarían la producción y el otorgamiento de servicios generando grandes pérdidas a las arcas patronales, además de impulsar un descontento social y por ello no deben ser viables cuando fueron las incubadoras de los grandes cambios sociales y laborales en favor de los trabajadores y sus familias.
Cuando los patrones y gobernantes imponen dirigencias menosprecian la valía de los verdaderos dirigentes y de alguna manera contribuyen a la corrupción porque una vez ungidas las dirigencias, estas quedan esclavizadas y a las órdenes de quien paga: “el que paga manda”.
Bajo esa expectativa, la Reforma Laboral del 1° de mayo del 2019, parecería ser letra muerta porque no se respetan sus preceptos de trasparencia y rendición de cuentas, equidad de género, acato al voto personal, libre, directo y secreto, cuando los votantes a mano alzada ya iban maiceados o bajo amenazas a manifestar su voto a favor o despido, quedaron superadas y deben desaparecer por completo.
Habrá que recordar que los sindicatos en México surgieron como una respuesta a las injusticias y abusos que sufrían los trabajadores a finales del siglo XIX. A pesar de las dificultades la mayoría de los sindicatos siguen controlados por los distintos gobiernos pese a un halo de cierta libertad, dependiendo de la fuerza, astucia y bravura de verdaderos líderes.
Hoy en día, México cuenta con un gran número de sindicatos que representan a diversos sectores laborales, aunque aún hay mucho por hacer en términos de protección y derechos en el país y se debe reconocer que existen liderazgos y organizaciones que merecen reconocimiento, los menos, pero ahí están.
Los sindicatos en México han jugado y juegan un papel importante en la lucha por los derechos laborales de los trabajadores desde el siglo XIX. Aún frente a la crítica y cuestionamiento, son un instrumento importante para la defensa de los derechos de los trabajadores de nuestro país.
*En tanto, las legisladoras federales Susana Prieto Terrazas, de Morena y Margarita García, del Partido del Trabajo, insistieron en que no se respeta la equidad de género al interior de los gremios ni se reconoce a las nuevas organizaciones independientes, y prevalecen los “vicios” del sindicalismo charro.
La nueva reforma laboral “es letra muerta”, porque “en los hechos no hay libertad ni democratización sindical” en el país, lo que además “viola” el capítulo 23 del T-MEC, advirtieron diputadas sindicalistas de Morena y el PT.
La diputada Petista, Margarita García, en el foro Equidad y Paridad, sostuvo que el nuevo Sindicalismo Mexicano, debe servir para expresar lo que está sucediendo y pedir a las autoridades laborales “que actúen y que hagan su trabajo con responsabilidad porque si no, ahí está la ley, y para qué”.
Añadió que la reforma laboral impulsó la formación de más sindicatos –además del mayoritario– en un mismo centro laboral, “pero las nuevas organizaciones no son reconocidas” ni las dirigencias practican un sindicalismo diferente donde el centro de la discusión sea el humanismo, pese a que muchos llevan por nombre Progresista y ni idea tienen de su alto valor y contenido social.
La diputada Prieto Terrazas destacó que es necesario mantener la lucha, pero no actuar “bajo falsas expectativas” sobre equidad y paridad de género, y señaló que sobre estos temas persiste en los sindicatos la problemática “por la prohibición a las autoridades de entrometerse” en su organización y funcionamiento y, sin embargo, se entrometen.
Ante esta “limitante”, propuso modificaciones a la Ley Federal del Trabajo (LFT), para garantizar se cumplan las disposiciones antes mencionadas. Primero, que en el artículo 371, apartado 9 bis –que obliga a los sindicatos a incluir en sus estatutos la representación proporcional en equidad–, también se establezca la no reelección y alternancia de género en las carteras del Comité Ejecutivo.
Asimismo, recordó la iniciativa que presentó para reformar diversos artículos de la LFT, entre ellos el 388, para sancionar a los patrones y sindicatos que “violen la ley y obstaculicen” la formación y los derechos de los sindicatos independientes, denominados también minoritarios. (*publicado en La Jornada 22 de marzo de 2022).
Panorama que deben contemplar las dirigencias nacionales que, por dedazo, circunstancias, correlación de fuerzas, gritería, simpatía, están en el poder para dar el cambio verdadero. Ellos deben impulsar y no ser un dique para arranque el progresismo sindical y procuren a ser más que un membrete y un nombre que no les dice nada a los trabajadores ni a la sociedad y que ni ellos mismos comprenden.
Dentro de las iniciativas de reforma a la Ley Federal del Trabajo se debe contemplar la obligatoriedad en los Estatutos y Documentos Básicos la creación de la Universidad Obrera, (pese a que ya existe, creada por Fidel Velázquez Sánchez, eterno líder de la CTM) Institutos de Capacitación Sindical incorporados a las universidades, Tecnológicos y escuelas de formación profesional que den validez a las asignaturas para que antes de buscar ser dirigentes, tengan una preparación sindical profesional obligatoria y durante el desempeño de sus funciones para el bien de los trabajadores y para el bien de México.
El país requiere de dirigencias preparadas más allá de los liderazgos naturales que coadyuven al sano desarrollo nacional y no sólo sean una herramienta del sistema para captar votos, para controlar masas, sino que ayude a coordinar esfuerzos generadores de riqueza, de plusvalía social y no sólo economías neoliberales, egoístas e individualistas.
La idea del Humanismo Mexicano pone en el centro de toda discusión al ser humanos, a las personas por sobre las economías neoliberales cuyo principio es la ganancia con base en la explotación, no sólo de la fuerza laboral sino de las conciencias hacia el consumismo, el despilfarro y del intelectualismo para convertirlo en funcional.
Ejemplos de líderes sindicales que cambian países surgieron desde la propia base, algo les faltó que a los nuevos toca complementar y enriquecer: El polaco Lech Walesa; el brasileño Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, hicieron lo propio y contribuyeron para cambiar al mundo laboral.