Triques A los medios les creen a medias
La crisis de credibilidad de los medios convencionales es un logro de los mexicanos, los responsables fueron varios pero la causa principal radica en los excesos de esos mismos medios respecto al respeto a la inteligencia de la población del país.
Los estudios recientes de reducir la credibilidad en los medios convencionales de 2017 a la fecha pasaron de 60 por ciento a un 35 por ciento. Porcentaje que pareciera alto de acuerdo con la práctica cotidiana de la información. Es decir, el contrapeso de la democratización de la comunicación informativa colocó contra la pared a un mundo d mentiras que contribuyo en el caso de México, al deterior del país, pero sobre todo de la ¿s mayorías, quienes trataron de ser manipulados por los conservadores que tenían en sus manos los medios, las empresas y la política.
Los medios fueron sorprendidos por los contrapesos de las redes sociales, la persistencia heroica de los youtubers, la propia conferencia matutina del presidente, el sentido común, y la lógica. Nadie les quitó el público simplemente su público descubrió que difundían mentiras, tergiversaban hechos, alteraban eventos, falseaban realidades, elaboraban montajes, mentían a discreción.
Es lógico que la gente con extrañas masoquistas excepciones, les dé la espalda ante el engaño que les impusieron los medios, siempre asociados al poder políticos y en complicidad con los evasores de impuestos, que en lugar de ser delincuentes se convertían en privilegiados a través de posesión de la impunidad como patrimonio familiar.
Los medios tradicionales cavaron su propia tumba, pero no por eso reciben sanción alguna. Si su sentencia es la muerte es muy poca penitencia ante el daño que hicieron por muchos años.
Cómo tener credibilidad medios como donde trabajan personajes como Azucena Uresti o Luis Cárdenas, quienes dijeron que la bandera que desplazaba por los aires un helicóptero sobre el cielo de Culiacán tenía el mensaje de rendición ante los embates violentos del narcotráfico, cuando en realidad se trataba de la inauguración de unos juegos deportivos.
O aquella entrevista memorable que hizo Dóriga a la secretaria del Bienestar, reclamándole que no hubo atención de su parte para los damnificados de Acapulco y Adriana Montiel le contestó que había vivido más de un mes en una tienda de campaña conviviendo con los afectados del huracán Otis. Y le dijo que afuera de radio fórmula estaba el tráiler, con todos los documentos que atestiguaba este hecho con el testimonio de toda la ayuda otorgada a los afectados. Dóriga calló.
Ejemplos como éste hay muchos, la falta de credibilidad se la han ganado a pulso los medios convencionales, nadie tiene la culpa más que ellos, –aunque uno que otro despedidos de esos mismos lugares, quienes siempre fueron condicionados por sus propietarios para mantener rating y un mínimo de ingresos por publicidad–, aseguren que fue el ex presidente Andrés Manuel López Obrador quien le arrebató la credibilidad a esos medios, espacio indispensable para dejar fluir la verdad en la historia.
A los reporteros, comentaristas, locutores, conductores, columnistas los despiden de esos medios porque no llegan al mínimo señalado en cuanto anuncios vendidos y rating, por eso se ven en la necesidad de comprar bots a su favor y seguir al aire.
En este escenario y frente a un gobierno que nunca quisieron que tuviera el poder, los medios fueron transmisores de dos factores que contribuyeron a que la población advirtiera la manipulación: la mentira y el odio. La saña con la que se insultaba rebasaba cualquier antecedente de inconformidad o disidencia para convertirse en el epicentro del resentimiento y la venganza.
Todo es mentira en los medios convencionales, lo que extraña no es que pierdan credibilidad sino que sea hasta ahora que la gente haya dejado de creer en ellos. Aunque hay todavía algunos que siguen pensando que se informan a través de ellos.
A los medios en México les creen menos de la mitad de lo que difunden, o sea un 35 por ciento, unos hacen como que informan y otros hacen como que les creen. La verdad salta a la vista