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Reconexión, nuevo sendero profesional.

Reconexión, nuevo sendero profesional.

Inicia el año. La manivela del tiempo gira una vez más. La consciencia no se limita a lo que se vive en este momento, también se mira al horizonte y se anticipa.

Emerge silenciosamente, desde siempre, el instinto comercial natural en las organizaciones, pero pocas personas lo emplean para la propia vida. Asumen, erróneamente, que su posición actual de trabajo es para siempre. Rehúsan generar una prolepsis para trabajar por metas únicas, por cumplir contratos consigo mismos, por abonar a sueños únicos.

No generar expectativas en la vida laboral y personal ahuyentará oportunidades, las invisibilizará en algunos casos. En otros, se carecerá de conocimientos, pericia y experiencia para abrazar oportunidades y ascensos. El peldaño al éxito, cualquiera que este sea para uno, se truncará sin planeación previa.

Dicen que el exceso de pasado es depresión y el de futuro abraza la ansiedad. Sin embargo, el pasado en la medida justa es memoria y recreación mientras la anticipación es previsión y planeación. El presente es el equilibrio entre los tiempos. Un hoy lleno de posibilidades.

Entonces, la falta de planificación es inercia, pura y triste. Inmovilidad en donde ahora estoy, imposibilidad de ascenso, cambio, transformación. Es la perniciosa habituación, la auto confinación a “lo conocido”, puede reducir capacidades de experimentación, aprendizaje y disfrute.

¿Qué pasa entonces cuando irrumpe un cambio trascendental, como un despido o la inminente jubilación? El estatismo en el que nos encontramos lo asumirá como un fin. Se buscará a permanecer en ese sector, aparecerá un ancla mental que borrará percepción y posibilidades de reinicio. La gloria del pasado será una sombra. Y es cuando emerge el principio del fin.

Para evitar un papel acotado, debemos comenzar a explorar cuál es nuestro propósito en esta próxima etapa. La inercia habitual impuso márgenes a nuestras destrezas y posibilidades. Es momento, ahora, de reflexionar sobre el propósito personal. Plantearnos resolver la pregunta milenaria de ¿por qué estoy aquí?

Debemos realizar una auditoría de cómo pasamos el tiempo, tanto en el trabajo diario como en cualquier actividad extracurricular y de voluntariado.

Para cada actividad debemos reflexionar si nos genera satisfacción, si podríamos dedicar más tiempo a otras cosas, como se perciben nuestras actividades: tareas impuestas o expresiones de quiénes somos.

Una vez que tengamos una idea de lo que traerá alegría en nuestra reconexión, comenzaremos a investigar cómo alcanzar nuestras metas.

Es necesario vincular nuestros deseos a lo que podemos ofrecer a la organización a la que deseamos pertenecer, por ejemplo.

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Existe un nivel de respeto, poder e influencia al que te puedes haber acostumbrado y que es s una parte integral de tu identidad. Es importante deshacernos de esto, poner los pies en la tierra, buscar tu esencia que nuca está en los símbolos de poder externo.

No se trata solo de un título y salario. Hay formas menos obvias en que ese sentimiento de pérdida y despersonalización pueden acercarse sigilosamente a ti.

Quedarse atascado en tareas administrativas de las que otra persona solía encargarse también puede aumentar esta frustración, rehusarse a soltar estatus y decisiones que ya no nos corresponden es una manera hiriente de rehusarnos a avanzar.

El cambio puede situarse en posiciones de plena libertad o asumir que un determinado rol representaba nuestras alas. Hay que trabajar en el po taoísta o consciencia tangible de quienes somos realmente, de nuestra esencia. Sólo a través de esto podremos reconfigurar nuestras tareas y roles. Sólo así transitaremos a cambios asumidos o impuestos.

El cambio consciente es el camino de la libertad.


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