Que viva la buena vida de la 4T
Por: Vladimir Galeana Solórzano
Sin lugar aquella ““Casta Divina” de la que hablábamos y comentábamos en los tiempos del Partido Hegemónico ha regresado por sus fueros. Mientras fueron militantes tricolores, gozaron de las prebendas que se otorga a la alta clase política, después surge un partido que formó quien se convirtió en el eterno opositor, y que hace cuatro años los mexicanos le permitieron capitalizar el hartazgo de la corrupción gubernamental, y quien señaló incansablemente que había que cambiar el país y el gobierno para erradicar la corrupción.
Y si, el discurso Anticorrupcion le dio el éxito esperado. Andres Manuel Lopez Obrador recorrió incansablemente toda la geografía de este país lanzando peroratas encendidas con las que acusaba la enorme corrupción que habían protagonizado los gobiernos emanados del Partido Revolucionario Institucional y de Acción Nacional, prometiendo que cuando él llegara a ser Presidente de la República desaparecería esa corrupción que tanto daño había causado al país y que había enriquecido a una casta política llena se sinverguenzas.
Fueron muchos años recorriendo el país, y nunca nadie supo cuánto dinero gastaba, pero lo cierto es que en cada comunidad, pueblo, o ciudad, estuvo siempre en las plazas públicas dando encendidas peroratas en contra de aquellos que alcanzaron el poder y que nunca se preocuparon por los pobres, esos menesterosos que apenas tenían para comer, y que cuando él llegara al poder, nunca más padecerían la marginación que durante tantos años mantuvieron. Ese era el discurso incendiario de quien ahora detenta el poder, y como todos los populistas, se acostumbró a mentir, pero también a vivir como rey en un Palacio.
Mucho se habló del escándalo de la casa gris en que vivió José Ramon López Beltran, el hijo predilecto del Presidente de la Republica, y quien ahora se dedica en cuerpo y alma a realizar los grandes negocios al amparo del poder de su padre. ¿Que hacia en Houston? Pues nada más y nada menos que grandes negocios con la empresa Baker Hughes, firma que alcanzó enormes contratos en la paraestatal Pemex. ¿Con que pagaba la renta de dicha casa el hijo mayor del Presidente? No pagaba ninguna renta, porque lo que estaba haciendo fueron negocios con un alto funcionario de Baker Hughes que le dejaron miles de millones de pesos en rendimientos personales.
¿Donde vive ahora José Ramon López Beltran? En otra cómoda y suntuosa casa pero ahora en la Ciudad de México, de ahí su constante presencia en los salones de Palacio Nacional. Esa casa que ahora habita, es propiedad de la asistente de la directora del periódico La Jornada, por cierto, el medio de comunicación que ha recibido el mayor monto de contratos en los que va del sexenio, y lo que le falta. Hasta ahora son más de setecientos millones de pesos los que el Gobierno Federal ha pagado a esa casa editorial.
Vivir en Coyoacan es una delicia, y más cuando se dispone de un residencia con altas bardas para mantener la privacidad en uno de los barrios más coloniales de la CDMX. Y vaya que al primogénito le gustan los lujos y el dinero, porque hasta ahora es quien maneja los caudales que han sustraído y llevado a un paraíso fiscal en el Medio Oriente, porque también tiene un Jet de veintidós plazas, que le fue regalado por un líder sindical petrolero, que estuvo en esa noche en la que todos los poderosos líderes petroleros, aportaron a la causa de los hijos presidenciales, la nada despreciable suma de treinta y cinco millones de dólares. Que bueno que ya no somos corruptos. Porque todo eso han sido regalos, y nunca alguien se atrevería a difamar a los hijos presidenciales con una acusación de asalto en despoblado en una fatídica noche en la torre de Pemex. Al tiempo. [email protected]
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.