Qué bonita familia
Así diría el desaparecido “Pompin” Iglesias si viera el caso de la familia Yunes.
Parece que en esta vida abundan más cobardes que los valientes, en la pasada discusión de la reforma judicial se requería un valiente para frenar este daño que le están haciendo al país o un cobarde que diera el golpe por la espalda, un valiente que se rebelara o un cobarde que metiera el rabo entre las patas.
Se dice que los cuervos temen su propia fealdad, esa que cargan en su interior. Y es lógico: su naturaleza los lleva a traicionar, a devolver favores no con gratitud, sino sacando los ojos a quien los ayudó. No les importa, mientras puedan graznar alabanzas a un nuevo patrón, un ave carroñera que les asegure su supervivencia.
La traición de los Yunes al apoyar la reforma judicial de AMLO no es muy distinta a este comportamiento. Después de haber sido respaldados por las fuerzas opositoras, su voto a favor de la reforma fue como arrancar los ojos de sus aliados, todo por un beneficio inmediato y la promesa de una protección futura. Si Kafka está en lo cierto, el cuervo simboliza esa alienación, el desapego de los principios, que abre paso al buitre, la figura de un poder superior que se aprovecha del caos y la debilidad de quienes traicionan.
Los Yunes, al actuar como cuervos, no sólo traicionaron a su antiguo bando, sino que facilitaron la rapiña política de AMLO, cuyo gobierno, como el buitre, no dudará en devorar lo que quede de sus antiguos aliados.
La familia Yunes ha sido un actor clave en la política de Veracruz y México, construyendo una dinastía de poder que abarca varias generaciones.
Sin embargo, sus recientes decisiones políticas, particularmente su apoyo a la reforma judicial promovida por el presidente Andrés Manuel López Obrador, no tienen como escaparse y no hacen más que confirmar la clase de personas y de políticos que son.
Muchos lo ven como un acto de traición, no solo a sus electores, sino a los principios de independencia judicial, que se supone, defendían.
A los Yunes, solo les importan , los Yunes.
La reforma judicial impulsada por el presidente López Obrador ha sido uno de los puntos más polémicos de su administración. En teoría, la reforma busca combatir la corrupción en el sistema judicial y garantizar una justicia más accesible para los mexicanos, nada más lejos de la realidad.
La reforma es el último clavo en el ataúd para que MORENA controle los tres poderes, y centralizarlo en el ejecutivo, terminando de facto con la independencia del poder judicial, el único poder que le hizo frente a sus caprichos durante su sexenio.
Ahora se podrá censurar y perseguir más descarada e impunemente a quienes piensan difernte al régimen, un retroceso de al menos 50 años.
El voto a favor de la familia Yunes ha sorprendido y decepcionado al PAN, sobre todo, durante años, los Yunes construyeron su narrativa política en torno a la idea de combatir la corrupción, defender el Estado de derecho y frenar el avance del populismo. El propio Yunes Linares, el patriarca, llamaba “loco” y desequilibrado al presidente.
Su decisión de apoyar esta reforma confirma acuerdos políticos oscuros, impunidad a cambio de un voto, algo que los seguirá a y terminará de manchar su nombre a través de la historia.
Miguel Ángel Yunes Linares y su familia siempre se presentaron como una alternativa honesta y firme frente a los gobiernos corruptos. Como gobernador de Veracruz (2016-2018), Yunes Linares ganó popularidad al destapar varios escándalos de corrupción de su predecesor, Javier Duarte, quien fue detenido y condenado por lavado de dinero y desvío de recursos públicos. Sin embargo, tras salir del poder, las promesas de justicia y cambio profundo se fueron diluyendo. Incluso llamó a quien hoy sirve, cómplice de Duarte.
A pesar de su discurso anticorrupción, Yunes Linares y sus hijos, Miguel Ángel Yunes Márquez y Fernando Yunes Márquez (alcalde de Veracruz), han sido objeto de múltiples investigaciones y denuncias. Los señalamientos de enriquecimiento ilícito, corrupción, y tráfico de influencias han empañado su imagen de políticos “honestos”.
La acusación más persistente contra la familia Yunes ha sido el presunto enriquecimiento ilícito. A lo largo de los años, se han revelado propiedades millonarias, cuentas bancarias y una ostentosa vida que no corresponde con los ingresos oficiales de Miguel Ángel Yunes Linares y sus hijos. En 2017, un reportaje de Proceso expuso que la familia Yunes poseía más de 30 propiedades en México y Estados Unidos, con un valor que excedía con creces los ingresos reportados durante su vida pública.
Aunque Yunes Linares siempre ha negado las acusaciones, argumentando que su dinero proviene de herencias familiares y buenos negocios, las dudas persisten. Además, se le ha vinculado con redes de corrupción y desvío de recursos públicos durante su tiempo como director del ISSSTE en el gobierno de Felipe Calderón.
Otro de los escándalos que ha perseguido a la familia Yunes es el presunto desvío de recursos públicos durante la administración de Yunes Linares en Veracruz. Se le ha acusado de otorgar contratos millonarios a empresas fantasma y a compañías ligadas a su círculo de amigos y familiares. En un estado con altos índices de pobreza y marginación, la percepción de que los recursos públicos se utilizaban para enriquecer a la élite política fue devastadora para su imagen.
Una de las investigaciones más relevantes se centra en el manejo de los fondos destinados a la seguridad pública. Durante su mandato, Veracruz continuó siendo uno de los estados más violentos del país, a pesar de las millonarias inversiones que se hicieron en equipamiento y tecnología para las fuerzas del orden. La falta de resultados efectivos y las denuncias de corrupción en el uso de esos recursos generaron una profunda desconfianza hacia el gobierno de Yunes.
Y los hijos, ya lo ven, Miguel Ángel, quien se escondió detrás de las faldas de su padre y Fernando Yunes Márquez, han sido parte fundamental de la estrategia política de la familia. Sin embargo, sus carreras también han estado marcadas por acusaciones de nepotismo y tráfico de influencias. Miguel Ángel Yunes Márquez, quien fue candidato a gobernador de Veracruz en 2018, perdió la elección en gran parte debido a la percepción de que su candidatura era una extensión del poder de su padre. A pesar de su derrota, sigue siendo una figura relevante en la política veracruzana.
Fernando Yunes Márquez, ex alcalde de Veracruz, también ha enfrentado señalamientos de corrupción durante su gestión, especialmente en la asignación de contratos de obra pública a empresas vinculadas a la familia.
La decisión de los Yunes de apoyar la reforma judicial de López Obrador es un cálculo político para proteger sus propios intereses. La familia ha sido blanco de investigaciones por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) y la Fiscalía General de la República (FGR), acuerdaron con el gobierno federal para evitar futuras persecuciones.
Esta no sería la primera vez que una dinastía política en México negocia su supervivencia a cambio de apoyo político.
Este acto de pragmatismo político es inaceptable, especialmente viniendo de una familia que se presentó como defensora de la legalidad y la justicia. Al apoyar una reforma que acabará con Poder Judicial, los Yunes han enviado un mensaje claro: su permanencia en la esfera del poder está por encima del bienestar del pueblo que juraron servir.
La familia Yunes es un ejemplo de cómo el poder corrompe. Su apoyo a la reforma judicial de López Obrador ha marcado un punto de inflexión en su trayectoria política, dejando claro que su prioridad es mantenerse en el juego político a cualquier costo. Los escándalos de corrupción, las acusaciones de enriquecimiento ilícito y el oportunismo político lo llevan en el ADN, han traicionado sus promesas en aras de preservar su propio poder y refleja una tendencia más amplia en la política mexicana, donde las alianzas y traiciones entre las élites políticas parecen estar motivadas más por la autopreservación que por los principios democráticos.
Empezando desde arriba, desde el propio López y su familia.
La decisión de apoyar la reforma judicial fue la gota que colmó el vaso dentro del Partido Acción Nacional. Los Yunes, que habían sido una de las familias más influyentes en la política panista, fueron expulsados del partido, pues el apoyo de los Yunes a la reforma judicial era una traición a los principios fundamentales del partido, que ha defendido históricamente la división de poderes y la independencia del Poder Judicial.
Este episodio marcó el fin de una era para los Yunes dentro del PAN, partido que los había respaldado durante más de dos décadas y que había sido instrumental en su ascenso al poder en Veracruz.
No cabe duda que, las alianzas temporales a menudo pesan más que los principios. Así lo dijo el presidente en la mañanera, justificando su operación al estilo de la mafia.
Sin el respaldo del PAN, la familia enfrenta un futuro incierto, si bien ahora son arropados por el poder, en cualquier momento los desechan, pues los cobardes y traicioneros, no caben en ningún lado.
La traición de los Yunes no solo ha sido hacia su partido, sino hacia los principios democráticos y la confianza del pueblo que alguna vez representaron.
Esto se decidió desde el 2 de junio pasado, la decisión de que MORENA y sus aliados, sigan a la vanguardia encabezando la destrucción del país, de la democracia, pero también es cierto que la oposición partidista está cosechando lo que sembró cuervos, traiciones y soberbia.
Los Yunes son tan solo un ejemplo de ello.
¡Qué bonita familia!
Tiempo al tiempo.