PRI, sólo jefes sin bases
Todavía son públicas las secuencias de esa pandemia llamada PRI en Veracruz, donde el candidato de ese partido, ante la imposibilidad de ganar las elecciones echó mano de todo lo que tenía a su alcance, incluyendo, el plato fuerte llamado guerra sucia.
El pleno del Tribunal Electoral de Veracruz acaba de declarar la inexistencia de actos anticipados de campaña de Rocío Nahle, así como el uso indebido de recursos públicos, inequidad en la contienda electoral, y uso de programas sociales para inducir el voto a su favor.
En cambio, Pepe Yunes fue exhibido en la conferencia matutina del miércoles 14 como uno de los personajes que recibió dinero del extranjero para su campaña. No le bastó a gris personaje con la guerra sucia, patrocinada por Miguel Ángel Yunes Linares y ejecutada por un empresario de poca monta, desesperado, porque desde el principio sabía que perdería, no desperdició recurso a su favor, hasta pasó la charola en varios municipios de Veracruz, asegurando que las encuestas lo favorecían, al puro estilo de la botarga.
Para darle credibilidad a este rumor, utilizó a los periodistas de Xalapa, dispuestos a vender sus espacios por un desayuno.
Las consecuencias de un juego sucio en política se llevan acuestas toda la vida, no se pide venganza sino justicia y ésta la aplica la población, no sólo con su voto sino con el olvido. Porque no es difícil pensar que la carrera política de Pepe Yunes terminó, junto con la impunidad de sus Mecenas.
La guerra sucia fue tan intensa en esta campaña que cualquiera pensaría que se trata de un programa piloto para aplicar en otros estados, incluso a nivel nacional. Esta estrategia, aun impune, implica a todos los que contribuyeron con esa campaña del PRI, que van desde empresarios ingenuos hasta grupos de choque de ese partido como Antorcha Campesina que ahora se dedica a tratar de desestabilizar la economía con cierres injustificados en las carreteras.
En Veracruz la guerra sucia aprovechó factores determinantes que pululaban en el ambiente social y fueron utilizados, obsesivamente, hasta el hartazgo, como el hecho de que la entonces candidata no había nacido en Veracruz. Pero tenían un factor en contra, que es tiempo de mujeres y toda agresión hacia ellass un detonante contra quien emite este tipo de violencia.
La saña con la que fue difundida la guerra sucia contra Rocío Nahle no tiene precedente en el país, obliga a pensar que se trata del inicio de una embestida no sólo contra la 4T, sino contra Morena, la gobernadora y la democracia. Este proyecto cuenta con un grupo de comunicadores profesionales de la extorsión, que vivieron cómodamente y algunos hasta se enriquecieron a costa de las dádivas del PRI, desde tiempos inmemoriales, pero que ahora hacen evidente su mala intención.
El PRI se lo acabaron sus líderes, y se quedaron sin base social, y lo agotaron sus excesos, que terminó por exhibirlos, ahora los comunicadores, acostumbrados a ganar dinero fácilmente parecen material de desecho.
Los últimos en enterarse de la realidad, como siempre sucede en México, son los medios de información, y ante la avasalladora victoria de la gobernadora morenista, surge la intención de Televisa, –que pierde diariamente el 1 por ciento de su credibilidad en los noticieros y debe sobrevivir con entretenimientos propios de gente de corta inteligencia–, de poner tarifas a la extorsión contra Rocío Nahle.
Los mexicanos cobran conciencia de la fuente de información que tuvieron por muchos años acerca del país, y se sienten defraudados. Sin sed de venganza pero con la esperanza de que haya justicia ante tantos excesos.
