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Periodistas florero

Periodistas florero

Los medios han usurpado el espacio de los tribunales y los reporteros opositores, activistas del PAN y del PRI, intentan convertirse en jueces. En Veracruz, sin que haya denuncia de por medio exigen a la gobernadora que rinda cuentas, cono si ellos fueran autoridad y no un ente que debe informar sobre lo que sucede.
Los periodistas han extraviado su papel ante el desequilibrio que les produjo el retiro del subsidio del gobierno, tanto a nivel nacional como en el ámbito estatal, incluso municipal.
Son todo menos periodistas. Han ocupado lugares preferentes como opositores, como analistas políticos sin serlo, como jueces severos contra todos los personajes de la 4T, y en inquisidores medievales que señalan culpables, en la gran mayoría de los casos, sin pruebas.
La especulación como sustituto de evidencias pareciera convertirse en la mejor manera de sobrevivir vegetando. Siguiendo la inercia de muchos años, donde, con la simple especulación, tendían un puente hacia el funcionario público aludido para sacarle dinero.
Veracruz recientemente ha caído en este tipo de descalabros que echa a perder la tradición periodística que acompañaba la historia de México, y ahora, por la irresponsabilidad de unos cuantos, quienes le apostaron no sólo a Pepe Yunes sino a la guerra sucia, tienen la brújula perdida, se les olvidó en qué consiste su rol social y su responsabilidad histórica.
La insistencia ha sido tan obsesiva como intensa que debió aclarar la propia Presidenta de la República este lunes 29 de septiembre, sobre la calidad legal de la gobernadora, sobre todo a quienes ahora piden limosna en forma de convenios, antes, lo menos que le decían en sus espacios era “La Zacatecana”.
Aclaró que no hay denuncia contra la gobernadora, porque hubo medios de la entidad que exigían cuentas de su trayectoria, como si fueran jueces. Con atribuciones que insultaban no solo a la aludida sino a su público.
Los periodistas en Veracruz se consideran indispensables cuando, en realidad son un gremio que no le hace falta a nadie, más que a ellos mismos, no hubo columnista que no participara en la guerra sucia para ocupar sus espacios. Los menos radicales, utilizaban eufemismos, le daban vuelta a los contenidos falsos, pero no dejaron de hacer referencia al nado sincronizado que se llevó a cabo durante la campaña.
El retiro definitivo de los subsidios a los medios no es rencor ni venganza es una acción práctica donde no puede echarse dinero bueno al malo. No hay retribución para el pueblo, porque mienten, ni servicio a la comunidad porque no lo ofrecen, ni apoyo al gobierno porque carecen de influencia política entre la población.
Lo mismo puede suceder con otros medios en todo el país, el alquiler de la palabra representa la venta de la conciencia y, en el caso del periodismo, la distorsión de la verdad.
En cuanto se supo el nombre de la candidata a la gubernatura de Veracruz, la guerra sucia se instaló cómodamente en los medios estatales, prácticamente sin excepción. El reconocimiento del Premio Internacional de Excelencia en Proyectos, obtenido a la refinería de Dos Bocas, no sólo contuvo las críticas sino centró la atención de medios serios para dar cuenta de que Rocío Nahle no sólo no incurrió en el delito de corrupción, sino que ayudó a combatirlo.
Los reporteros veracruzanos resentidos por falta de convenios que en sexenios anteriores los mantenía no sólo a flote sino con lujos, quedaron en ridículo nuevamente. Más de uno aseguraba tener pruebas de muchos de los delitos que su imaginación imputaba a la gobernadora y a su esposo.
Rocío Nahle ha defendido la soberanía, y en especial ha sido meticulosa con la cuestión de los energéticos. Cegados por la erradicación del chayote, los medios seguirán insistiendo en destruir la imagen de la gobernadora sin lograrlo. Le inventan mal trato hacia los reporteros, pero cómo debería tratar a quienes la insultaron durante meses, todos los días, con premeditación, alevosía y ventaja, a sabiendas que la acusaban de delitos falsos.
La causa de los denuestos está muy clara, el gobierno de Nahle se defiende sólo, no necesita de voceros en cada medio para que al gente pueda darse cuenta de la eficacia. Los horarios en las oficinas de gobierno superan las 12 horas diarias, en algunas áreas sin día de descanso. Trabajan, la mayoría por convicción, lo cual nunca había ocurrido en Veracruz.
En realidad, poco es lo que puede aportar un periodismo como el practicado en los últimos años en la entidad que ha demostrado su innecesaria presencia. En 2018, adoptaron la postura de una guerra sucia contra Andrés Manuel López Obrador, y perdieron. En 2024, una profunda misoginia que carcomo las redacciones de algunos medios, crearon una serie de mentiras y guerra sucia contra Claudia Sheinbaum y Rocío Nahle, y perdieron.
Es decir, la influencia política de los medios en Veracruz es nula. Si es nula su presencia, si los ciudadanos se guían por lo que dicen medios de cobertura nacional, en realidad no es necesario seguir manteniéndolos como si tuvieran una justificación para ser consumidos.
Como sucedió en otras partes del país, los periodistas sucumben ante sus propios excesos. Nadie les impuso los contenidos más que su propia ambición y falta de profesionalismo. Con esas características difícilmente la gente volverá a regresarles la credibilidad perdida.


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