fbpx
Leyendo ahora
Paradojas del autoengaño

Paradojas del autoengaño

Paradojas del autoengaño

Es un dragón. El que cuida nuestra vulnerabilidad pero que también puede destruirnos. El que nos otorga una visión feliz y utópica del mundo, pero al unísono nos orilla a vivir en un mundo idílico e inexistente.

El síndrome del autoengaño es un mito recurrente de no querer ver. Así palia el dolor, nos mentimos ante una verdad triste y devastadora, pero también desestimamos acciones que pueden ayudarnos a sobrellevar de manera proactiva un problema. Lo personifica el dragón, es un ser dual que protege, pero también destruye. Es la mentira piadosa autoinfligida.

“No es necesario ir al médico, esto pasará”, “tu cirugía no se nota. Es una media lunita nada más”, “no tienes problemas de conducta, sólo eres temperamental”.

¿Alguna vez has dicho algo así para no herir al otro? Yo si, Infinitas veces. Prefiero mentir que dañar. Y a veces también me engaño a mi misma. Siempre creí que mi padre no podría envejecer ni morir. Tenía 68 años cuando se fue al cielo. Aún me pregunto cómo fue posible. Mi gran héroe podía vencer siempre todo. Aún no logro explicarme que falló.

El cerebro, de alguna manera, inventa realidades propias, a veces para bien…pero también para mal.

Lo inconsciente o no consciente, con demasiada frecuencia es lo no amado. Todo aquello que no aceptamos. Ante situaciones de gran riesgo, como enfrentamientos bélicos, es notorio el autoengaño.

Son personajes emblemáticos de este síndrome Don Quijote de la Mancha. Hitler y Pinocho. Su característica es “no ver evidencias”. Algunas anomalías asociadas con este síndrome son disfunciones sexuales, anorexia, bulimia, parasomnias, trastornos adaptativos, paranoides o disociativos… También narcisismo.

Algunas de las profesiones proclives al síndrome del autoengaño son la política, ventas y relaciones públicas.

Ver también

Lo positivo de este síndrome es que embellecemos la vida. Lo malo es que nos desconectamos con la realidad. Muchos artistas poseen un autoengaño nato porque muchas veces temen enfrentar una realidad perniciosa y dura. Entonces se “evaden”: llegan a un mundo utópico construido por ellos.

Para desmantelar el autoengaño en el propio cerebro se necesita una alta dosis de escepticismo a uno mismo y a nuestro propio pensamiento. Pero también, debo confesarlo, implica dejar atrás nuestros credos para que la fantasía continúe, como para permitirme hablar con mi padre y escuchar sus consejos y guía. Me rehúso a perder eso.

No me importa que me llamen loca: converso con mis muertos porque no podría respirar sin ellos. Abrazo un día si y el otro también el autoengaño. Porque también representa una elección.

.


© 2024 Grupo Transmedia La Chispa. Todos los derechos reservados

Subir