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Ortega Gris

Ortega Gris

Desde la llegada de los youtubers, los locutores de los medios convencionales, disfrazados de analistas, convirtieron sus micrófonos en trincheras, porque, desde el primer día en que se empezaron a transmitir noticias por las redes, la gente encontró una alternativa a la manipulación tradicional de dichas empresas de noticias.

Los vocingleros del poder fáctico y cómplices de la corrupción gubernamental no desperdiciaron espacios para cuestionar la labor de la democratización de un oficio que cualquiera puede ejercer con responsabilidad, menos ellos.

Lo primero que se les ocurrió decir a los habituales manipuladores fue que quienes daban noticias por las redes no eran periodistas, como si ellos lo fueran, el Dóriga nunca terminó su carrera de abogado, Loret, es economista de la Ibero, Ciro estudió comunicación en la Ibero, lo cual lo descalifica como al, podemos ver su desenvolvimiento “profesional”, y así podemos ver una larga fila de personajes que se consideraron dueños de los micrófonos, monopolizados por las cadenas televisoras ahora en franca decadencia, precisamente por los excesos de manipulación y tergiversación de la realidad, a los que no se les cree ni el pronóstico del clima.

Cuando el ex presidente López Obrador invitó a los yutuberos a la mañanera, en el diálogo ente Carlos Marín, egresado de la Carlos Septién, y el Dóriga sobraron adjetivos, tratando de colocarlos en lo más bajo de la especie humana por el supuesto servilismo que percibieron en esta reunión, nada que ellos no hubieran hecho.

El odio crece inversamente proporcional a la manera en que disminuye el público de los medios tradicionales que abandonan a sus anteriores informadores. Sabedores de sus excesos, de que daban noticias falsas a cambio de dinero, y sobre todo de que había sido descubiertos, arremetieron desde el primer día contra el ex presidente López Obrador, asegurando que se trataba de un acoso cuando en realidad lo que sucedía era ejercer su derecho de réplica ante las tergiversaciones de los supuestos profesionales de la comunicación.

Cómo no corregir mentiras ni precisar acciones que nuca hicieron o de desmentir declaraciones que nunca emitieron. Todo el sexenio insistieron en que el Presidente atacaba a los periodistas, la razón de esta queja que rayaba en el llano infantil, no era la indignación de un supuesto acoso, sino la reiteración de afirmarse, ante el pueblo como periodistas, porque saben, de sobra que no lo son.

No es suficiente estudiar la carrera ni tener un micrófono de televisoras cuyos propietarios son millonarios para ejercer el periodismo, y esa competencia desde la calle, con herramientas improvisadas pero con investigaciones profundas, los muestra en la agonía. De ahí su odio contra los youtubers.

En días pasados el reportero Ortega Ruiz, en su programa de televisión colocó la foto del conductor del politólogo y periodista Manuel Pedrero como si se tratara del asesino de un niño al que después asesinó. Ortega tiene la obligación de revisar las fotografías que van a mostrarse a cuadro, es decir, debió darse cuenta de qué se trataba, pero dejó ir esa imagen al parecer con toda la mala voluntad del mundo, lo cual implica no sólo una disculpa pública sino una sanción ejemplar.

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En medio de esta guerra unilateral que los medios tradicionales ejercen contra lo nuevo y democrático en la información iniciaron con una gran desventaja a su favor, no puede permitirse que esta persona, supuestamente con gran experiencia, ya que tienen prácticamente medio siglo trabajando en la televisión.

No puede hablarse de un error o un accidente cuando han dado motivos de sobra para pensar que no es así. El discurso violento de los que resintieron ya no ser los manipuladores de la realidad y prescindir del subsidio gubernamental con el que se daban lujos, anunciaban agresiones concretas como la realizada por el conductor Guillermo Ortega Gris, llamado así por la mediocridad que le caracteriza.

Ortega es un conservador a ultranza, de otra manera no hubiera sido designado para dirigir, con bastante mal tino, La Crónica de Hoy, diario creado por Carlos Salinas para detener la candidatura de López Obrador, en 1996, y quien dirigiera en dos ocasiones el fascista Pablo Hiriart.

El aparente error de producción ha recibido uno de los castigos más severos desde hace años, quedarse sin audiencia por mentiroso; ahora merece un castigo físico ante la agresión premeditada a un enemigo elegido por sus amigos y compañeros, con toda la intención de dañar su imagen y al resto de los yutuberos.


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