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No dar la mano (fuchila)

No dar la mano (fuchila)

No dar la mano (fuchila)

Srdjan Djokovic comparó a su hijo con Dios: “Novak es el Espartaco del Nuevo Mundo. Se convertirá en un símbolo y líder del mundo libre, en el líder de los países y pueblos oprimidos”. Camelot.

En la política, como en la vida, hay veces que no se quiere dar la mano a alguien que llega a extenderla. Dar la mano nace de una leyenda. El darse la mano es una costumbre muy antigua que ha servido como saludo a lo largo de los siglos y en gran parte del mundo, no sólo en los países occidentales. Esta tradición o costumbre la podemos fechar en los días en los que las personas habitaban en pequeñas comunidades aisladas cazando para comer y por lo tanto el contacto con otras civilizaciones era escaso o nulo. Por lo que cuando aparecía algún extraño, como se le tomaba como amenaza, lo que hacían era dar la mano para indicar que no llevaba ningún arma. Se daba la mano derecha, porque la mayoría de las personas son diestras y así indicaban que estaban desarmados. Lógicamente esto era toda una ventaja para los zurdos que querían atacar por sorpresa a otro. Situándonos ya en la Edad Media, estrechar la mano simbolizaba que no se llevaba ningún arma bajo la ropa, las mujeres no estrechaban la mano ya que no eran percibidas como amenaza. Es otro motivo de que sea la mano derecha la que se use en el saludo, ya que la mano izquierda está asociada a fines higiénicos. Y nunca se utiliza para comer, dar o recibir, ni tampoco para saludos. Nietzche decía que Dios les daba la mano a algunos creyentes, pero que luego procedía a lavársela por ser muy hipócritas. En aquellos saludos imperiales, cuando se formaban fila para saludar al presidente, cuando acababa de protestar como mandamás, a Carlos Salinas, que era debilucho de mano, le ponía el Estado Mayor Presidencial, por orden de los médicos, una vendoleta en la mano derecha, pues cinco horas después terminaba con la mano amoratada. El presidente Ruiz Cortines, viejo sabio, no le gustaban tantos apretones y saludos, tenía una buena técnica, se ponía su sombrero Tardán al pecho, tomándolo con la mano derecha y nadie lo podía saludar, menos abrazar. En la era moderna, si las mujeres no te estiran la mano, ni lo intentes. Es de mal gusto. Y los abachos y bechos, menos, ya ven ustedes lo que le pasó al pelón de la Federación Española que por darle un beso picudo de boquita, le costó la chamba, el destierro, el escarnio, el repudio de las féminas y ahora hasta tiene que ir a los juzgados a revelar la influencia que pretendió ejercer, para que la susodicha deportista no dijera nada. Con que le hubiera (ah, los hubiera) dado la mano, no se hubiera (otra vez) metido en líos.

 

LAS GRANDES TAMBIEN LLORAN

 

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Hubo en el Open de Australia la sorpresa mayúscula, sucede que el italiano Janik Sinner, venció al casi invencible Djokovic, en el Abierto de Tenis, en un juego que, desde el principio, se vio que lo dominaría el sembrando número 4. Los dos primeros sets fueron de un apabullamiento total, que todos se sorprendieron, más los comentaristas deportivos que mucho saben de esto. Cuando llegó el cuarto set, el Serbio rindió la plaza y fue derrotado. El deporte consume los días, hoy hay televisoras de cable que transmiten todo. Vienen los playoffs del americano y el fin de semana, entre estos y el futbol mexicano y el Real Madrid, se van los días placenteros. Apenas, un comentarista abandonó a Ciro Gómez Leyva. Javier Alarcón. Ricardo Peláez ya está en ESPN, después de habérselo robado a Televisa, que ellos se robaron a Faitelsson, y Javier Alarcón, que un tiempo dirigió el imperio televisivo en deportes, se despidió de Ciro y su audiencia y se va a otro canal deportivo. No ha dicho a cuál, pero ahora los comentaristas se cotizan bien y bonito, que bueno. Atrás quedaron los días en que solo dos televisoras difundían los juegos del americano, Fernando Von Rossen, un pionero en Azteca y los de Televisa, que también son geniales: Pepe Segarra, Toño de Valdés y Enrique Burak. Hay ahora dónde escoger.


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