Mutación de propuesta a insulto
Triques
Las propuestas de gobierno en la precampaña de la oposición se volvieron la prolongación de la tribuna legislativa para los insultos y las descalificaciones contra los candidatos del partido en el poder. Para Xóchitl Gálvez, la precampaña en defensa de su frente híbrido es una continuación de sus actuaciones en las sesiones del Senado de la República, donde no presentó nunca alternativas sino que combinaba críticas con insultos, denuestos con agresiones, muestras de fracasos con evidencias de frustraciones.
Cuando se le cuestiona algo serio a Xóchitl o irrumpe en una risa boba, o señala a sus contrincantes como culpables de delitos similares. Esta falta de ejercicio político lleva a la oposición a vivir uno de los momentos más críticos en la vida política del país. Su intención de competencia electoral carece de valores y proyectos, se extravía entre la desesperación y la ignorancia de las leyes y confusión de las atribuciones en todos y cada uno de los cargos públicos.
Hasta la fecha no se ha conocido ni siquiera una consigna propia del equipo de la candidata de la oposición, menos aún una propuesta que le otorgue solidez a su proyecto, o un programa que pueda siquiera tomarla en serio como precandidata.
Lo que se sabe de la oposición desde hace cinco años es lo mismo que han dicho en tribuna diputados y senadores de ese partido, incluyendo a sus líderes partidistas, su proyecto político se reduce al regreso al pasado. Aseguran que ellos volverán a instalar el Seguro Popular, las guarderías, las escuelas de tiempo completo y una serie de negocios que nunca nadie les creyó que le servirían a la población más allá de la retórica de sus discursos.
La alcaldesa de Álvaro Obregón, Lía Limón, en la Ciudad de México, habla acerca de que ella hace de su circunscripción una especie de país chiquito donde ya instaló guarderías a la antigüita, y lo exhibe como muestra de fortaleza entre los logros de su segundo informe de gobierno.
Es obvio que para las mentes conservadoras no hay nada mejor que el pasado, pero hacer de su vida política una propuesta en desuso por la categoría de alta corrupción que el identificó es un acto suicida.
Así como el ejemplo de Lía Limón hay otros que al no encontrar más argumentos para brillar con luz propias ni estudiar la realidad del país, ni tener contacto con la población, prefieren voltear al pasado. Ellos como excelentes religiosos saben que al voltear hacia atrás pueden convertirse en estatuas y no precisamente de sal.
Además de lo obsesivo de sus retrocesos, que inventaron cuando no sabían qué hacer en el poder, está la violencia verbal que surge del vacío de proyectos y la desesperación al ver que nada tienen que hacer en la competencia electoral. De ahí que la candidata a la Presidencia de la República llegue a extremos de calificar de vagos a los morenistas, como si ella hubiera trabajado en algún momento de su vida, y como si la gente que simpatiza con Morena fuera tan holgazana como ella.
La falta de imaginación, dedicación a su trabajo, amor por el país y su obsesión por recuperar privilegios, les hunde cada día más porque, se ve que no quieren otra cosa que ser parásitos del resto de los mexicanos. No aman ni siquiera lo que hacen porque todos sus exhibicionismos son medios para alcanzar el fin de volver al pasado.
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