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Los pueblos pequeños

Los pueblos pequeños

Los pueblos pequeños
ACERTIJOS por Gilberto Haaz Diez

Existen sobre la faz de la tierra, pueblos pequeños que se defienden a sí mismos. ¿Qué es una ciudad sino su gente?, llegó a preguntarse William Shakespeare. Pueblos pequeños han montado barreras para defenderse, ya no de murallas contra los enemigos invasores que les atacaban, esquemas de protección. Alguna vez anduve por Calafate, la tierra del expresidente argentino Kirchner. Fui a maravillarme a la Patagonia del glaciar Perito Moreno, algo fuera de este mundo, donde la mano de Dios se nota y se siente. En el fin del mundo, como le llaman. En Calafate se pernocta para por la mañana ir a la tour de los glaciares. Es un pueblo pequeño, hermoso, de casitas pequeñas, parecería que la habitan los gnomos o los duendes, techos de dos aguas, casas de madera, pueblo donde no existen franquicias de nada, de ninguna de esas americanas mundiales que se conocen. Ni cafés Starbucks ni Taco Bell. Nada. Alejados de esas tentaciones, viven con lo suyo, sus restaurantes y su comida propia. Hace un frio del carajo, pero se soporta bien abrigado. En invierno cierran unos meses y dejan guardias de hotel y restaurante para el turismo de hielo. Por la tarde-noche ir a sus restaurantes donde se come el Cordero patagónico, el mejor del mundo. Toqué el tema de la defensa de los pueblos, porque en Loma Linda, una población americana de 21 mil almas, dominada por la Iglesia Adventista del Séptimo Día, han votado para que no llegue una McDonald’s a ese pueblo. Presumen que les va a fastidiar su estómago, pobladores que viven 90 y 100 años de forma saludable y han recibido el premio de ‘zona azul’, otorgado por la revista National Geographic.

Cierta vez de hace algún tiempo, en ese lugar donde los bosques se visten de espinos, según Antonio Machado, uno va encontrando pueblitos que, con el tiempo, de tan bellos se rememoran. Ahora me acuerdo de algunos de la Cantabria, en España, bueno este no es tan pueblito, es Santillana del Mar, un pueblo llamado la ciudad de las tres mentiras, porque ni es santa ni es llana ni tiene mar, de los pueblos más bonitos de España. Se parece a Loma Bonita, Oaxaca, que ni está en una loma, ni es bonita ni tampoco en Oaxaca, pues sus pobladores se sienten veracruzanos.

LOS LIBROS

Traer un libro a casa del extranjero, siempre es tarea difícil. Cuando uno anda fuera, la situación se complica. El libro pesa mucho, y las empleadas de los mostradores de las aerolíneas, cada que te pasas un kilo te ven como Marcelo a la Sheinbaum, con ganas de comérselo a uno vivo.

Tengo unos libros que vuelvo a hojear ‘La orquesta del Reich, la Filarmónica de Berlín y el nacionalsocialismo’. De Misha Aster. Orquesta que fue, leo en la solapa, una especie de cooperativa hasta que llegó el maloso Joseph Goebbels, el publicista más efectivo y el más perverso y malo que existió en el mundo, y la utilizó como propaganda de los nazis, ya ven ustedes cómo era ese Goebbels de pillín. Tocó en los grandes escenarios del mundo y llevaba el arte de estos músicos donde había algunos judíos, y fue reconocida como una de las tres mejores del planeta. Hitler se extasiaba cuando oía a Wagner. El otro: ‘Michael Jordan, el rey del juego’, segunda edición del basquetbolista más grande del mundo, el deportista más completo, según lo catalogaron los expertos comentaristas del mundo de deportes. Superó a todos, a Pelé y a quienes se le atravesaron en el camino. Con su lengua de fuera y volando como un F16, Jordan era clásico en sus encestes. Alguna vez comentó: “He fallado más de 9000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces han confiado en mí para tomar el tiro que ganaba el juego y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y eso es por lo que tengo éxito”. Tercero en la lista. ‘Los presidentes y la diplomacia. Me acosté con Suárez y me levanté con Zapatero’. Política pura. Revelación de cuando Aznar, en el rancho de Bush, en Crawford, Texas, se les tomó la fotografía con las ‘patotas’ arriba de la mesa de centro, a los dos presidentes, solo fue porque Bush le dijo: “Anda, sube los pies, que así lo hago yo”.

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